Música y folclor

El canto del último juglar, el gallo bueno

Hernán De La Ossa Benítez

27/01/2023 - 05:20

 

El canto del último juglar, el gallo bueno
El juglar Adolfo Pacheco Anillo, gran representante de la música y folclor del Caribe colombiano / Foto: créditos a su autor

 

La juglaría vallenata elogia y valora con frenesí a los más connotados exponentes de la composición vallenata, pero de igual manera se comporta despectivo y prescinde de algunos otros.

Los Montes de María exportaron al mundo el talento inmaculado de un hombre polifacético, capaz de interactuar de manera coherente, sencilla y con profundo amor por sus convicciones y raíces. Adolfo Pacheco Anillo, con sus ochenta y dos años, sigue dándole frutos a las páginas que engalanan el vallenato folclórico y tradicional. Personalmente, debo reconocerlo, aun siendo yo de una generación poética y melódicamente escaza, crecí escuchando la música imperecedera del maestro Pacheco.

Las primeras canciones llegaron a mí como un alud de poesía en mis noveles años gracias a mi padre, que con dedicación fraterna y exhortado por su afición vallenata, cantaba para mí las piezas musicales grabadas en la voz de Andrés Landero, en su mayoría. Desde el primer momento, esos cantos repletos de poesía, melodía, métrica y sentimiento, despertaron, en mi aún sentir de niño, además de curiosidad por sus letras, admiración y ganas de llegar a ser, tal vez, un pálido reflejo de su inmortal memoria.

Canciones de Adolfo Pacheco hay de todas las capas, románticas, alegres, narrativas y protestas, como no. Cuando hablamos de este portentoso compositor costeño, casi por arte de magia nos transportamos de ipso facto a la época pretérita en el preludio del mal llamado “conflicto” cultural entre la Sabana y el Cesar, narrado en las intimidades de “La hamaca grande”, que emerge en medio de la controversia como un aporte a la unión del folclore vallenato, y que, además, promete unificar las culturas entorno a la música de acordeón. Quien diría que la voz alzada de un sanjacintero llegaría a darle la vuelta al mundo y consagrada, en la voz de Carlos Vives, como una de las más recordadas melodías vallenatas.

Como detrás de toda mansión hay un cobertizo, en el caso de Adolfo Pacheco el cobertizo debería estar en la sala principal. La obra de este gran maestro no se limita a las comerciales canciones grabadas en las más reconocidas voces, su obra se extiende (si hablamos de distancias) desde la Guajira hasta el Amazonas, pero lo más interesante, es que cada una de ellas poseen las más excelsas virtudes sentimentales y poéticas. “Gallo bueno”, “Mercedes”, “El mochuelo”, “La babilla de Altamira”, “El cordobés” y “Cuando lo negro sea bello”, entre otras canciones que desgraciadamente han quedado en el olvido de los consumidores.

Luego de muchos años de trayectoria musical, la obra de Pacheco sigue vigente. Aficionado a los gallos de pelea, de poncho, abarcas y sombrero, Adolfo ha recorrido detrás de sus cantos (que hablan por sí solos) las más altas esferas musicales y culturales del país y del mundo. Pintó al óleo el amor, sin pincel y sin paleta, buscando como el poeta, la armonía en el color. La dulzura pinceló con Mercedes y el mochuelo y pintó la hamaca grande con magníficos colores. Este es el canto del ultimo juglar, el gallo bueno de san Jacinto, que pinta lo que no se ve como Leandro el ciego y que sigue pintando, por los siglos de los siglos, amén.

 

Hernán de la Ossa

Sobre el autor

Hernán De La Ossa Benítez

Hernán De La Ossa Benítez

La bitácora del naufrago

Hernán Duley De La Ossa Benítez, nacido en Sincé, departamento de Sucre el 7 de agosto del 2000. Actual estudiante de la facultad de Ciencias jurídicas de la Universidad del Sinú, sede Montería. Escritor por vocación desde sus primeros años. Autor del libro “¿A dónde van las gaviotas?”, publicado por la editorial Torcaza en 2021. Asiduo lector de prensa, literatura contemporánea y amante de la poesía clásica. Poeta y columnista, refiere en sus líneas inquietudes sociales y exalta la cultura de la región sabanera con un ambiente raizal y espontáneo, sencillo y atrapante para el lector. Cursó bachillerato en el Liceo Panamericano campestre de la ciudad de Sincelejo, donde reafirmó su vocación de escritor.

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Jimi Hendrix, sus últimos discos y su muerte

Jimi Hendrix, sus últimos discos y su muerte

A consecuencia de la actuación en el Festival de Monterrey y la grabación de un documental del mismo, “The Jimi Hendrix Experienc...

Valledupar, a ritmo de rock

Valledupar, a ritmo de rock

  Lo que hace apenas una década parecía improbable, paulatinamente se está configurando. La “capital mundial del vallenato”,...

Ovejea: una invitación a gozarse la música de gaitas

Ovejea: una invitación a gozarse la música de gaitas

“Los invito a un festival de gaitas que Ovejas tiene… Para que oigan hablar del maestro Pacho Llirene” Rafael García   Rend...

Dos grandes unidos en una canción vallenata

Dos grandes unidos en una canción vallenata

Desde que se encontraron y se abrazaron en el estudio de grabación de Leo Gómez en Valledupar, Alfredo Gutiérrez Vital y Jorge Oñat...

Fernando Meneses, el poeta del amor y la coherencia entre ser y parecer

Fernando Meneses, el poeta del amor y la coherencia entre ser y parecer

  El amor como ley motiv ha sido, es y será el insumo más poderoso para que los poetas puedan amalgamar sus versos y crear obras de...

Lo más leído

¿Qué es la oralidad?

Javier Zamudio | Patrimonio

Vida y trayectoria de Rafael Pombo

Redacción | Literatura

La Cultura y el laberinto del poder

Omar Castillo | Pensamiento

La parranda vallenata como un ritual de amistad

María Ruth Mosquera | Música y folclor

Vallenato clásico

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Música y folclor

Sanar con árboles

Rosa Cintas | Medio ambiente

La feria de Magangué

Álvaro Rojano Osorio | Patrimonio

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados