Música y folclor

Las canciones vallenatas que hablan de los hijos

Luis Carlos Guerra Ávila

22/02/2023 - 04:40

 

Las canciones vallenatas que hablan de los hijos

“Corona de los viejos son los nietos,

Y la honra de los hijos, sus padres.”

(Proverbios 17,6)

El sentimiento del compositor vallenato también toca la parte humana y familiar de sus seres queridos, por eso le compone a los amigos, al compadre, a la esposa, a la madre y, por supuesto, a los hijos. En este gran libro vallenato encontramos varias canciones dedicadas a los hijos, donde el compositor expresa el amor por su familia dedicando un espacio de ese amor paternal. Estas canciones a través del tiempo son dedicadas en una reunión familiar o en una parranda, no se hace extraño que alguien las coloque o pida que se la pongan para escucharla, sobre todo en esa etapa de crecimiento cuando el niño se va convirtiendo en hombre o la niña en mujer.

José Ignacio Díaz Pérez, compuso la canción “A mi hijo” grabada por Daniel Celedón. En ella presenta el consejo de un padre a su hijo y resalta sobre todo los valores que debe tener todo ser humano sin descuidar a nuestro creador.

Siento alegría y tristeza. / Cuando veo que te has crecido / Los años van de prisa / y ya no eres aquel niño / Hijo cuanto te quiero / Estás a un paso del camino / Donde eres libre de actos / Que van marcando tu destino / Recuerda que todas tus metas / Son Alcanzadas por tus acciones / Vendrán momentos de tristeza

Ponle más fuerza a tus pasiones / Y te pido perdón con el corazón / Si en algo te he fallado / Quise darte lo mejor / Lo mejor de mi / Pero el tiempo, no me ha alcanzado / Y a mí me duele, / cuando te reprendo, cuando te regaño / Pero mañana, ese será tu premio, / Tu mejor regalo / Cuando la vida te toque el hombro / Te acordaras de mí, / En ese mañana / Allí comprenderás / En ese momento / Porque te corregía y te aconsejaba  / Ay ven dame un abrazo / No esperes mañana / Yo te quiero hijo / Con toda mi alma (bis)

Voy a repartir la herencia, / La entregó en vida, disfruta de ella / Es algo tan valioso, / No son tesoros, tampoco tierras / La disciplina te entrego, / Pa’ que consigas lo que sueñas, / Mi Dios te ha dado, talentos / Aunque tropieces, el mundo espera / Recuerda la vida se pasa / Sin darnos cuenta envejecemos / Disfruta las cosas que hagas / Lleva en tu alma estos consejos / Cuida bien de la mujer / Que te va a tocar por compañera / Dale todo el querer / Que te dimos a ti / Qué no esperamos, que devolvieras / Y los momentos de felicidad dependen de ti / Nunca los busques en lo material te puedes herir / Y no los busques en otras personas / Ábrele las puertas / A Dios sin medidas / Y así veras que la vida es más linda / Escucha soy tu padre, / soy más que un amigo / Ay ven dame un abrazo / No esperes mañana / Yo te quiero hijo / Con toda mi alma (bis)

Calixto Ochoa se inspira en un hijo que todavía no ha nacido, y, en forma jocosa, anuncia los preparativos para el nacimiento de la criatura. De esta manera interpreta lo que ese niño podría ser. Lo titula “El niño inteligente”.

Ya yo compré la cartilla abecedario / Porque muy pronto voy a tener un niño / Y yo he sabido que va ha hacer abogado / Y antes que nazca ya yo estoy prevenido / Porque ese niño aún no ha nacido / Y está muy resentido pidiéndole a la madre / Que lo eche pa’fuera / Y a mi me dice que lo compre los libros / Que no lo eche al olvido / Porque él apenas nazca se va para la escuela.

Cuando ese niño tenga la edad de un año / Ya ha recibido diploma de bachiller / Porque es tan sabido que él, antes de nacer / Ya deletrea la cartilla abecedario / Apenas nazca ese niño inteligente / Hay que tener presente de darle todos los gustos / Al hijo de nostros / Será hasta el presidente / De todo el continente / Porque su inteligencia / se presta para todo.

Gustavo Gutiérrez en su canción “Mi niño se creció” grabada por Poncho Zuleta y Beto Villa, refleja la melancolía de la ausencia del niño o el despegue de esa parte afectiva cuando ellos comienzan a andar con sus amigos y se van alejando del entorno del calor de la casa paterna. En la redacción del texto literario augura lo que su hijo podría ser en un futuro.

El hijo que tanto quiero / Me vino a endulzar la vida / Y con mi madre querida /  lo que más quiero lo que mas quiero / Son dos amores que tengo / El uno nuevo y el otro viejo / Cuando está triste siento compartir el dolor ajeno / Cuando está / alegre descubro en el mundo todo lo bello / Cuando jugamos me hace sentir niño ratos felices / El hijo alivia reconforta el alma en las horas tristes / Ay ay ay ay ya mi niño se crecio / Por el patio ya no está / Por la calle se alejó / Ay ay ay ay me gustaba su niñez / Su carita angelical y hoy un hombre se volvió / Todo cambia con el tiempo / Y hasta yo me siento extraño / Hoy el hijo que yo tengo / Cambió mi condición / Es lo hermoso de mi vida / Canta mi corazón

El tiempo se está pasando / Diez años lleva cumplido / Ya su mirada refleja las inquietudes de lo perdido / Mirada lejana y triste igual que el padre que es hombre herido / Mi fiel reflejo presiento que tiene mis sentimientos / Cuanto quisiera expresar al mundo sus ilusiones / Que sea cantante o escritor famoso para mi orgullo / Ya que no tuve el talento justo a mis pretensiones / Ay ay ay ay ya mi niño se crecio / Por el patio ya no esta / Por la calle se alejó / Ay ay ay ay me gustaba su niñez / Su carita angelical y hoy un hombre se volvió / Ay ay ay ay ya mi niño se crecio

Diomedes Díaz hizo una canción dedicada a su hijo Rafael Santos “Mi muchacho”, en ella expresa que su hijo era el reflejo de su abuelo, y logra resumir tres generaciones en una narración literaria explicando lo que su padre le hacía a él, y lo que Diomedes quería para su primogénito.

Ese muchacho que yo quiero tanto / Ese que yo regaño a cada rato / Me hizo acordar ayer / Que así era yo también cuando muchacho / Que sólo me aquietaban dos pencazos / Del viejo Rafael / Y se parece tanto a papá / Hombre del alma buena / Y se Se ponía triste al verme llorar / Y me daba un pedazo de panela / Y entraba en discusión con mi vieja / Por que la pobre le reclamaba / Que porque diablos me maltrataba / Que dejara al muchacho tranquilo / Y hoy veo en Rafael Santos mi hijo / Todavía las costumbres aquellas

Recuerdo la cartilla abecedario / El primer día que al pueblo me mandaron / Porque era día de fiesta / Recuerdo que iba tan entusiasmado / Por que desde que me habían bautizado / No llegaba a la iglesia / El 16 de Julio es la fiesta / De la virgen del Carmen / Ese fue el día que le escuche al padre / Que Dios a todos nos tiene en cuenta / Y con deseos también de quedarme / Pa' allá en la noche de la caseta / Y me tocó quedarme en la puerta / No tenía plata para pagarles / Por eso es que la vida es un baile / Que con el tiempo damos la vuelta / Pero el tiempo acaba la fiesta / Y me voy solito pa'l valle

Yo aprendí a trabajar desde pela'o / Por eso es que yo estoy acostumbra’o / Siempre a vivir con plata / Y con toda la plata que he gana’o / Cuantos problemas no he soluciona’o / Pero nunca me alcanza / Pa' pagarle a mi viejo la crianza / Que me dio con esmero / Porque en la vida hay cosas del alma / Que valen mucho más que el dinero / Por eso Rafael Santos yo quiero / Dejarte dicho en esta canción / Que si te inspira ser zapatero / Sólo quiero que seas el mejor / Por que de nada sirve el doctor / Si es el ejemplo malo del pueblo / Y el ejemplo mío es mi viejo / Y el ejemplo tuyo yo soy.

Hernando Marín expresó un sentimiento hecho canción al componer “Mis muchachitas”, grabada por los Hermanos Zuleta. En su letra, describe melancólicamente el crecimiento de sus hijas, y presiente la llegada de la juventud al ver a las hijas pensar diferente. Esa etapa de la vida no se puede detener, pues el amor paternal pasa a ser compartido.

Hay veces que yo estoy dormido / Y siento en mis mejillas / Una sutil caricia / Quisiera extasiar ese idilio / Porque son los labios de mis muchachitas / Despierto y miro sus caritas / Sonriéndome inocentemente / Quisiera detener el tiempo / Pero no se puede / Pero no se puede / Y crecen como si quisieran / Como si quisieran / Ser ya dos mujeres / Y siento que se pasa el tiempo / Quitándole a uno lo que uno más quiera / Y viendo el cristal de mis ojos / Ellas me preguntan / Papi tu que tienes / Y tengo el deseo que la vida / Me permita verlas cuando sean mujeres / Y siento que se pasa el tiempo / Quitándole a uno lo que uno más quiere.

Quisiera dibujar el tiempo / Esculcar los años / Ser uno adivino / Para saber qué les depara / El día de mañana / Saber su destino / Quisiera regalar mi vida / Para que mis hijas / No sufran las penas / Intento devolver los años / Juntando mis manos como una barrera / Pero amanece mś temprano / Como si los años / Tuviesen carrera / Y siento que me están quitando / Todo lo que guardo / Pa’ dárselo a ellas / Y toco su puerta llorando / Y ellas jugueteando /  Vienen y me consuelan / Las miro del mismo tamaño / Pero sé que pronto / No irán a la escuela / Y siento que van quitando / Todo lo que guardo / Pa dárselo a ellas.

Hernán Urbina Joiro plasmó en su canción “Hija”, grabada por Diomedes Díaz, lo que todo padre observa en su niña, su sonrisa, su inocencia, y el pensar que algún día ya no se pueda estar con ella y tenga que enfrentar este mundo indeciso.

Como nace el viento / Como llega el verso / Apareciste tú llenándolo todo, / abarcando todo / De donde es la dicha, apareciste tú / Mi niña es tan bella / Que le dicen reina una multitud / Eso sienten otros, eso viven otros / Y más que su reina quiero que seas tú / Hija, tanto puedo amarte / Pero no puedo ordenarte, / toda tu felicidad / Aunque quisiera salvarte / Hay un mundo inevitable que por ti debes andar / Que linda es mi niña, sonriéndose / Hurgando la vida sonriéndose / Un abrazo tuyo, me hace olvidar / El pesar más grande abrazándome / Hay veces que temo / Que algún día sus sueños / Pueden ser frenados / Y no este a su lado para protegerla / Pero entonces canta / Y luego me habla / Y brilla su vida / Y ya sé que nada puede detenerla / Hija yo te quiero mucho / No lo olvides en el mundo / Que tú debes conquistar

Antes que llegarás / De besar tu cara, yo te amaba ya / Desde el infinito, desde lo más lindo / Y por muchas vidas yo te amaba ya / Yo podría esforzarme / Y a tus pies plantarte, lo que quieras tú / La vana existencia, la simple existencia / Como de una reina mejor hazla tú / Hija, nunca tengas miedo / De decir tu pensamiento, ni luchar por tu ilusión / Sabes de las cosas grandes que al final van a quedarte / Está el seguir tu corazón / Que linda es mi niña sonriéndose / Hurgando la vida sonriéndose / Un abrazo tuyo, me hace olvidar / El pesar más grande abrazándome / Hay veces que temo / Que algún día sus sueños / Puedan ser frenados / Y no esté a su lado para protegerla / Pero entonces canta / Y luego me habla / Y brilla su vida / Y ya sé que nada puede detenerla / Hija, yo te quiero mucho / No lo olvides en el mundo / Que tú debes conquistar.

 

Luis Carlos Guerra Avila

Tachi Guerra

Sobre el autor

Luis Carlos Guerra Ávila

Luis Carlos Guerra Ávila

Magiriaimo Literario

Luis Carlos "El tachi" Guerra Avila nació en Codazzi, Cesar, un 09-04-62. Escritor, compositor y poeta. Entre sus obras tiene dos producciones musicales: "Auténtico", comercial, y "Misa vallenata", cristiana. Un poemario: "Nadie sabe que soy poeta". Varios ensayos y crónicas: "Origen de la música de acordeón”, “El ultimo juglar”, y análisis literarios de Juancho Polo Valencia, Doña Petra, Hijo de José Camilo, Hígado encebollado, entre otros. Actualmente se dedica a defender el río Magiriamo en Codazzi, como presidente de la Fundación Somos Codazzi y reside en Valledupar (Cesar).

2 Comentarios


Hidalgo Velez Barranco 22-02-2023 08:08 AM

Excelente mi querido amigo. Usted sigue estando donde debe estar siempre. Reciba mis saludos y aprecios.

José Ignacio Díaz 12-04-2023 09:41 PM

Estimado colega y escritor Luis Carlos Guerra, gracias por tener en cuenta mi obra "a mi hijo". Si es un libro donde lo consigo. Sus palabras son muy motivantes

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