Música y folclor
Jorge Oñate: el cantante inmarcesible de la música vallenata
"Nuestra voz es la música que hace el viento al atravesar nuestro cuerpo": Daniel Pennac (escritor y docente francés).
"Un cantante es un artista que produce melodías con su voz, normalmente utilizando palabras que pueden rimar, o también acompañado de música instrumental ".
El compositor y cantante de jazz estadounidense Roy Ayers dijo alguna vez: "la verdadera belleza de la música es que conecta a la gente, lleva un mensaje y nosotros los músicos somos los mensajeros".
La anterior definición y concepto se aplica perfectamente a uno de los cantantes más representativos y trascendentales de la música vallenata. Les hablo de Jorge Antonio Oñate González, quien le abrió los ojos a este mundo terrenal un jueves 31 de marzo de 1949 en La Paz (Cesar), uno de esos pueblos bellos, apacibles, tranquilos, de gente humilde y trabajadora, que transpira música y alegría por cada poro de su cuerpo. Hijo de Delfina Oñate oriunda de esta tierra y Daniel González oriundo del interior del país.
En este ambiente tranquilo y musical se fue desarrollando el pequeño Jorge, quien, como todos los de su edad, se dedicaba a los juegos infantiles y travesuras que son características de los moradores de la provincia. El joven, desde muy temprana edad, sintió el llamado celestial de la música, asunto que no fue del agrado de su progenitora, porque este arte en ese tiempo era sinónimo de tragos y parrandas y ella, como toda madre, soñaba verlo con un título profesional.
Fue entonces cuando su tía Julia Martínez que, en contravía de la señora Delfina, aupó las dotes artísticas del joven precoz, y lo impulsó a cantar a escondidas en parrandas y reuniones de amigos.
Otras de las pasiones de Oñate era el fútbol, deporte que practicaba y en el que sobresalía, razón por la cual llegó a jugar en las inferiores del equipo Unión Magdalena de "la bahía más linda de América", la ciudad de Santa Marta. Sin embargo, su otra pasión -"ser cantante"- hizo que renunciara a su naciente carrera como futbolista; es decir que el llamado de la música estaba por encima de todo. Su voz estaba predestinada de manera irreversible a alegrar los corazones de la gente, algo que hizo por más de cinco décadas ininterrumpidas.
Fue un mensajero portador de diversión, música, folclor, entretenimiento, con la que muchas generaciones y amantes de esta música se sintieron identificadas. Desde sus inicios sorprendió con la tesitura de su voz: nítida, afinada, firme, potente y melodiosa, algo que causaba alegría y admiración en sus coterráneos, como se tituló uno de sus trabajos discográficos "Nací para cantar".
A la edad de 14 años ya era muy solicitado para deleitar con su voz a los pobladores de su terruño y, poco a poco, fue calando y ganándose un espacio entre los seguidores de la música vallenata y conociendo a maestros y representantes de esta expresión musical como: Rafael Escalona, Leandro Díaz, Emiliano Zuleta Baquero, sus paisanos Miguel y Pablo integrantes de la dinastía "Los López", así como al compositor Emiro Zuleta Calderón, entre muchos más. Motivo por el cual su señora madre Doña Delfina lo llevó a Bogotá y lo inscribió en el colegio de la Universidad Libre para que continuara con sus estudios. Pero, como dice el viejo y sabio adagio popular, "al que no le gusta el caldo le dan dos tazas", en la fría capital colombiana tuvo un acercamiento con el Dr. Alonso Fernández Oñate, abogado, compositor y político, además de ser pariente de su madre, quien, en el año 1968, le propone grabar un trabajo discográfico con la agrupación "Los Guatapurí", con el acompañamiento en el acordeón del maestro Emilio Oviedo Corrales, donde, curiosamente todas las canciones fueron de la autoría del Dr. Alonso Fernández y así nació el álbum titulado "Festival Vallenato", donde vinieron temas como: 'Campesina Vallenata', 'Lavandera', 'María Eugenia', 'La Negrita del Ají', entre otros. Los amantes de la música vallenata comenzaron a conocer y deleitarse con una voz fresca y distinta que partiría en dos la historia de la música de Francisco el Hombre.
Si bien es cierto que antes de la aparición de Jorge Oñate en el panorama artístico hubo algunas grabaciones donde el cantante se separaba del acordeonista, que por esa época eran los llamados músicos completos (tocaban, componían y cantaban), fue Oñate la voz que más trascendió y abrió la compuerta: marcó la senda de grandes vocalistas del vallenato como: Poncho Zuleta, Rafael Orozco, Diomedes Díaz, Beto Zabaleta, Silvio Brito, Daniel Celedón, Iván Villazón, etc.
Al año siguiente en 1969, graba un nuevo trabajo discográfico titulado "Conmigo es el baile" al lado del músico natural de San Juan Nepomuceno (Bolívar), Nelson Díaz, en formato de música tropical. De esta manera, comenzó a correr el rumor que había nacido una voz con un timbre distinto a las que hasta ese momento se habían escuchado en el género musical vallenato.
Luego de aquel difícil debut, Jorge Oñate se unió a la agrupación de Los Hermanos López, sus paisanos pacíficos, naturales de La Paz (Cesar), con quienes escribió algunas de las páginas más recordadas de la historia de la música vallenata, que en ese momento tuvo un cambio significativo, ya que le imprimieron un toque de modernidad por así llamarlo, pero manteniendo su esencia original y provinciana.
Junto a Miguel y Pablo López Gutiérrez retoman un formato que había sido instaurado por el tres veces rey vallenato Alfredo de Jesús Gutiérrez Vital, con guacharaca, caja, cencerro, tumbadora, bajo, guitarra, acordeón y acompañamientos de primera y segunda voz, algo que le dio mucho realce a los coristas e innovaron en el canto, amalgamando la influencia que venía del bolero, la balada y la ranchera, mezclándolos magistralmente con el estilo de vallenato auténtico del maestro Luis Enrique Martínez Argote conocido musicalmente como "El Pollo Vallenato", considerado como el creador de la escuela más grande en la ejecución del acordeón vallenato.
Podríamos decir que fue la agrupación de Los Hermanos López la encargada de abrirle un campo muy importante a un cantante, que a la postre terminó convirtiéndose en la voz líder y figura representativa de la música vallenata, una idea de evolución sana y atractiva para el folclor.
La primera producción musical al lado de Los Hermanos López se convertiría en una mancomunada fábrica de éxitos que llevó por título "Lo último en vallenato", publicado por la disquera CBS en el año 1970; a este trabajo discográfico le siguieron "Diosa divina", 1971; "El jardincito", 1972 y seis más para un total de nueve publicados entre 1970 y 1975, dejando una estela de éxitos que se convirtieron en verdaderos clásicos de la música vallenata.
Los reconocimientos y calificativos por tan exitosa carrera musical no se hicieron esperar y es cuando es apodado como "Ruiseñor del Cesar" y "El Jilguero de América", los responsables de estos bautizos son el periodista y escritor cordobés Juan Gossain y el locutor y animador cesarense Jaime Pérez Parodi.
El canto de estas dos aves cantoras, el Ruiseñor y el Jilguero, se caracterizan por tener un gorgeo agudo y prolongado, con cambios de tonos, alegres, melodiosos, sonoros y potentes que resultan agradables para el oído, algo que percibimos cuando escuchamos al cantor de La Paz, a quien le quedaron bien puestos los mencionados apodos.
Luego de ese paso fructífero musical al lado de Los López, se une con Emiliano Alcides Zuleta Díaz, miembro de otra dinastía que ha marcado con letras indelebles la historia de nuestra música vallenata, con quien grabó un solo álbum titulado "La parranda y la mujer" donde se desprendieron éxitos que quedaron para la posteridad. Este trabajo discográfico fue predecesor del álbum "Los dos amigos" junto al gran Nicolás Elías "Colacho" Mendoza Daza con el que grabó cuatro álbumes clásicos y como era costumbre en el Jilguero fueron exitosos y se quedaron para siempre en la memoria de sus seguidores. La racha de éxitos y trabajos discográficos del Ruiseñor del Cesar aumentó y se le unieron nuevas figuras en la ejecución del acordeón; tales como, Raúl "Chiche" Martínez y Juan Humberto Rois Zúñiga, jóvenes que alimentaron más su trayectoria con nuevos arreglos melódicos, notas más briosas y finas, producto de sus juventudes, que sirvieron como un bálsamo y una reinvención en Jorge que lo llevaron a consolidarse como el cantante inmarcesible de la música vallenata y para todas las generaciones día tras día. De esa fructífera simbiosis quedaron discos muy recordados, por su altísima factura literaria y compases melódicos, algo en lo que Oñate demostró su sapiencia: la visión que tuvo en seleccionar las canciones para sus discos, asesorado y rodeado siempre de los mejores compositores en distintos estilos, pero fiel a su peculiaridad, siempre ceñido a los cánones del vallenato añejo.
Su sólida y ascendente carrera artística continúa con Álvaro López Carrillo, hijo de Miguel y digno representante de su dinastía con quien también cosechó éxitos que sus seguidores guardan en su memorias y corazones. También hizo pareja musical con Gonzalo Arturo "Cocha" Molina, Julián Rojas Teherán, Cristian Camilo Peña, Fernando Rangel, etc.
El Ruiseñor del Cesar hasta la fecha ha sido el cantante que más ha grabado con Reyes Vallenatos, incluyendo tres de los cinco Reyes de Reyes que hay hasta el momento. Siempre se consideró un aprendiz de los juglares, a quienes les profesó un inmenso cariño, admiración y respeto, un cantante que siempre fue fiel a su estilo en todo ese trasegar que tuvo por más de cinco décadas, fue un hombre muy sencillo en el escenario, siempre se rehusó a usar demasiado espectáculo visual y prefería que su voz y la música hicieran el efecto.
Galardonado con muchos premios y reconocimientos en su larga trayectoria musical: 25 discos de Oro, 7 de Platino, 6 dobles de Platino, varios Congos de Oro en el carnaval de Barranquilla, además de un premio Grammy a la excelencia musical, entre muchos reconocimientos más.
Jorge Oñate, como lo dijo el maestro Roberto Calderón Cujia en su canción "Patrimonio Cultural" -que le dio título al último trabajo discográfico del Jilguero de América al lado de Álvaro López Carrillo, citando la frase de Julio César, el militar y político de la antigua Roma después de ganar una de sus batallas "Veni, vidi, vici"-. nos recuerda que el cantante inmarcesible "vino, vio y venció" y que la música vallenata encontró en él una de las mejores voces, que con su canto dio a conocer las historias cotidianas e inspiraciones narrativas, costumbristas, poéticas y filosóficas que han sido recibidas con beneplácito de esta expresión musical, folclórica y cultural.
El domingo 28 de febrero del año 2021 la voz de Jorge Antonio Oñate González se apagó, pero su eco sonoro perdurará eternamente en los amantes de la música vallenata.
Ramiro Elías Álvarez Mercado
Sobre el autor
Ramiro Elías Álvarez Mercado
Una copa de folclor
Nacido en Planeta Rica, Córdoba, el 14 de octubre de 1974, radicado en Bogotá hace casi tres décadas. Amante de la lectura, los deportes, la escritura, investigador nato de las tradiciones, costumbres, cultura, música, folclor y gastronomía del Caribe colombiano.
Estudió coctelería, bar, etiqueta y protocolo con dos diplomados en vinos y certificación de sommelier, campo profesional en el que tiene más de 20 años de experiencia.
Escribe de manera empírica, sobre fútbol y otros deportes, vinos y todo lo relacionado con el tema, así como publicaciones en distintos medios sobre cultores de la música vallenata y de otras expresiones musicales que se dan en el Caribe colombiano. Sus escritos han sido publicados en distintos medios virtuales.
Desde temprana edad le ha gustado escribir, sin embargo, fue en Bogotá, muy lejos de su terruño, que se le despertó ese deseo incesante de recrear las semblanzas de personajes que han hecho un aporte significativo al vallenato y otras expresiones musicales de la Costa Atlántica de Colombia.
3 Comentarios
Felicitaciones compadre por tan excelso escrito,una pluma inspirada por la pasión y el querer por esta música que algunos llevamos en la sangre.
Mi amigo del alma !! Felicitaciones
No lo conozco a usted. Pero lo felicito por excelente escrito. Fui una fiel admiradora del Ruiseñor del Cesar y Jilguero de America. Ahora soy una fiel seguidora de sus canciones. Gracias por estas historias que enriquecen nuestra cultura.
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