Música y folclor

Enrique Díaz Tovar, un querido y auténtico juglar

Ramiro Elías Álvarez Mercado

03/04/2023 - 00:12

 

Enrique Díaz Tovar, un querido y auténtico juglar
Enrique Díaz llegó a ser proclamado Rey Sabanero del Acordeón en la ciudad de Sincelejo en 1986 / Foto: créditos a su autor

 

"Todo el mundo debería perseguir lo que es auténtico en uno mismo; esa es la manera de tener una larga vida en la música": Björn Ulvaenus (músico y letrista sueco).

Un músico no es sólo aquel que toca un instrumento: es también aquel que, a través de su instrumento, toca el alma y el corazón de la gente; cuando a un músico le fluye la armonía, la melodía, es capaz de expresar sin palabras las razones que dicta su corazón. Con el arte musical lleva vida, emoción y alegría que transmite a quienes lo escuchan.

La autenticidad es sinónimo de originalidad y de expresar la propia personalidad sin complejos. Es por medio de esta cualidad que podemos mostrarnos como realmente somos.

Uno de esos grandes valores de la música sabanera y vallenata que nunca renunció a esa autenticidad que lo caracterizó fue el gran Enrique Díaz Tovar, quien nació en un humilde hogar de extracción campesina, conformado por Pablo Díaz y Martina Tovar; niño que con el correr del tiempo vendría a ser el artista de mayor popularidad en ese inmenso corredor de sabanas, montañas y ríos, que cruza desde el Atlántico hasta el Urabá antioqueño.

Este varón, nacido en Palo Alto Hicotea, corregimiento de María La Baja (Bolívar), un martes 3 de abril de 1945, fue conocido popularmente como "El Tigre de María La Baja" o "El Compae Quique". Un campesino natural y elemental como el agua; su vida transcurrió como la de cualquier joven criado en el campo, rodeado por los efluvios de la naturaleza, seducido por los sonidos, olores y hermosos paisajes que lo rodeaban, aprendiendo algunas labores agrícolas y pesqueras, actividad que hace parte de la vida cotidiana de esa pintoresca región y con poca formación académica.

Este músico empírico creó un estilo particular y costumbrista en la forma de ejecutar el acordeón con sus primitivas y magistrales notas lo cual complementaba con una voz recia, bien fuerte, con sabor a tierra y a negro rebelde.

Después de una difícil infancia por los limitados recursos de sus padres, su estilo de vida dio un giro sorprendente: siendo un adolescente de 14 años, cuando junto a su madre optaron por radicarse en Nueva Estación, un corregimiento del municipio de Buena Vista (Córdoba), puesto que la situación económica de su entorno familiar dio un giro sustancial, lo cual le permitió un mejor modus vivendi. Y fue a partir de ese instante, cuando Díaz Tovar, se comenzó a interesar por los asuntos de la música realmente.

Inicialmente, Enrique Díaz aprendió a tocar la violina, con la cual amenizaba pequeñas reuniones entre amigos y vecinos y fue a raíz de ese interés que algunos allegados tuvieron a bien comentarle a Doña Martina, su progenitora, acerca de las virtudes musicales de su hijo por lo cual ella decidió obsequiarle un acordeón sencillo de dos teclados, cuando Enrique ya contaba con 16 años de edad. Su encuentro con el instrumento arrugado fue amor a primera vista y desde el mismo instante en que lo tuvo en sus manos empezaron a brotar mágicas y embrujadoras melodías que lo enamoraron por siempre.

El “Compae Quique”, como algunos solían llamarlo, era un fiel seguidor de aquellos viejos  juglares, que marcaron una época de oro con su valioso legado, tales como los maestros Alejandro Durán, Luis Enrique Martínez y Andrés Landero, exponentes de tres grandes escuelas o estilos, acordes a los lugares de  donde eran oriundos o procedían: El Paso (Cesar), Fonseca (La Guajira) y San Jacinto (Bolívar) de los cuales aprendió, le sirvieron de guía, fueron su faro musical, pero también desarrollando un estilo propio en la ejecución del instrumento y el canto algo que caló profundamente en aquellas masas que veían en las crónicas y relatos que él vocalizaba, con su dejo muy acentuado, un reflejo de sus propias vivencias.

Es por ello que este músico sabanero con el correr de los días iba teniendo más adeptos, por su originalidad, ya que como el mismo constantemente lo decía: “nací musicalmente con mi estilo".

Fue en Planeta Rica (Córdoba) donde Enrique Díaz se vino a consolidar musicalmente y, al igual que el primer Rey Vallenato Alejandro Durán, se radicó hasta en ese pueblo los últimos días de su existencia. Allí se convirtió en uno de sus hijos adoptivos predilecto más ilustre.

En sus años de andariego y trovador ambulante, recorriendo los extensos caminos de la Costa Norte colombiana, se le veía a su fanaticada cada día más grande y fiel. Fueron muchos los logros musicales optenidos por Enrique, como el de Rey Sabanero del Acordeón en la ciudad de Sincelejo (Sucre) en el año 1986 e igualmente en las poblaciones antioqueñas de San Pedro de Urabá y Caucasia. En su prolífica carrera musical, cuenta con más de cincuenta trabajos discográficos, cosechó numerosas simpatías por su forma de ser: auténtica, extrovertida y por donde llegaba la gente lo seguía, con fervor y pasión porque de sus cantos brotaban la esencia y el alma de ese pueblo que lo amaba y con el cual se identificaba.

Se destacó en la composición e interpretación de distintos géneros musicales del Caribe colombiano como el vallenato, la cumbia, el porro, la guaracha o la charanga, y se caracterizó por ese agudo sentido que tuvo para expresar de manera jocosa, alegre, costumbrista, propia de los moradores de los pueblos de la Costa Atlántica.

Clásicos como: 'La Caja Negra', 'El Rico Cují', 'Las Cuatro Velas', 'Si La Plata Se Acaba', 'Don Fulano', 'La Circular', 'El Merequetengue', 'La Pensión', 'Flor de La Habana', 'Charanga Díaz', hacen parte de sus grandes éxitos, con los que deleitó a sus seguidores. Sin dejar de lado la famosa piqueria o contienda musical que sostuvo con su compadre de sacramento Rugero Suárez, otro destacado músico sabanero, donde quedaron éxitos para la posteridad.

Enrique Díaz, tal como lo hiciera el Maestro Alejo Durán, no claudicó en su originalidad, lo cual le dio la ventaja de tener un público propio y leal, sin necesidad de acudir a las modas pasajeras o a las extravagancias de hoy en día para mantenerse vigente y vivir cómodamente en Planeta Rica (Córdoba) al lado de su esposa Elvira Peña, con la cual convivió hasta que la muerte los separó el jueves 18 de septiembre del 2014. Su voz y acordeón se callaron, pero su música y legado quedarán por siempre en la mente de los amantes de esta expresión musical.

Cuando la música de acordeón (vallenata y sabanera) viene atravesando una crisis de valores porque cantantes acordeonistas y compositores se han alejado de sus raíces, mirando sólo el dinero y desconociendo el folclor verdadero, hoy le rindo un homenaje sincero al “Tigre de María La Baja” porque nunca buscó acomodarse, como hoy en día lo hacen los nuevos músicos que ignoran deliberadamente esa huella que marcaron nuestros juglares para siempre.

Ante la memoria de “Quique”, me agacho, me quito el sombrero y digo: “Gracias te damos, viejo querido, porque tu nombre ha quedado metido, en lo más profundo de nuestros corazones. Fuiste un varón de muchos kilates, el vocero más auténtico y raizal de todos los juglares”.

 

Ramiro Elías Álvarez Mercado

Sobre el autor

Ramiro Elías Álvarez Mercado

Ramiro Elías Álvarez Mercado

Una copa de folclor

Nacido en Planeta Rica, Córdoba, el 14 de octubre de 1974, radicado en Bogotá hace casi tres décadas. Amante de la lectura, los deportes, la escritura, investigador nato de las tradiciones, costumbres, cultura, música, folclor y gastronomía del Caribe colombiano. 

Estudió coctelería, bar, etiqueta y protocolo con dos diplomados en vinos y certificación de sommelier, campo profesional en el que tiene más de 20 años de experiencia. 

Escribe de manera empírica, sobre fútbol y otros deportes, vinos y todo lo relacionado con el tema, así como publicaciones en distintos medios sobre cultores de la música vallenata y de otras expresiones musicales que se dan en el Caribe colombiano. Sus escritos han sido publicados en distintos medios virtuales.

Desde temprana edad le ha gustado escribir, sin embargo, fue en Bogotá, muy lejos de su terruño, que se le despertó ese deseo incesante de recrear las semblanzas de personajes que han hecho un aporte significativo al vallenato y otras expresiones musicales de la Costa Atlántica de Colombia.

@RamiroEAM

3 Comentarios


Mauricio Capacho Contreras 03-04-2023 12:38 PM

Felicitaciones una ves más A nuestro Amigo y referente Ramiro Alvarez, soy de los que agradeceré siempre esa labor de escribir a el Amigo Ramiro ,ya que de todo lo que he leído sobre sus escritos me dato y como comunicador social me sirve al hacer locucion en mi programa de Radio, netamente Folklor .un abrazo Ramiro..

Manuel Gregorio Paternina Álvarez 03-04-2023 05:39 PM

Hace justicia esta crónica al Juglar inigualable que fue amigo de mi familia en San Pedro de Urabá. Recuerdo sobremanera "La Pintosa" cuya letra cantaba hasta la saciedad en el campo cortando arroz, y cuyo autor, decían los míos era de Carmelo Guerra, un cantautor de San Pedro de Urabá y que está entre los 43 campesinos que los Castaño hicieron desaparecer de Pueblo Bello hasta el sol de hoy. Gracia Ramiro Álvarez Mercado por haber elaborado esta nota linda sobre el maestro Enrique Díaz Tovar.

Hochiminh Vanegas Bermúdez 04-04-2023 07:24 AM

Merecido homenaje y maravilloso reconocimiento al Gran Enrique Díaz, auténtico Juglar del Folklore. Gracias amigo Ramiro Elías Álvarez Mercado, destacó tus palabras *Ante la memoria de “Quique”, me agacho, me quito el sombrero y digo: “Gracias te damos, viejo querido, porque tu nombre ha quedado metido, en lo más profundo de nuestros corazones. Fuiste un varón de muchos kilates, el vocero más auténtico y raizal de todos los juglares”.* #NoLoDudesMasHazlo @hochimusik

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