Música y folclor
El amor en la vida de Luis Enrique Martínez.
Luis Enrique Martínez se volvió mujeriego a morir con eso de la música, para donde agarraba tenía una mujer. Quien lo señala es Rosalbina Sierra, la esposa de este juglar fundamental de la música vallenata. Información que coincide con la del sobrino del acordeonero, Sebastián “Chan “Martínez, quien desde los quince años fue su guacharaquero.
Este indica que, a su tío, debido a su fama de acordeonista, las mujeres lo buscaban o él se interesaba por ellas y las conquistaba. Sin embargo, por su condición de trotamundos no tendía sus raíces en lugar alguno detrás de un amor, lo suyo no iba más allá de un momento de pasión, porque su vuelo era el de un chupaflor que va de flor en flor. A él le gustaba era tocar acordeón, encontrarle los secretos al instrumento, revolucionar la música vallenata.
En la obra musical del afamado acordeonero encontramos varias canciones de su autoría dedicadas a distintas mujeres. En el listado de temas aparecen nombres como: Marta Elena, Marisela, Alcirita, Crucita.
Al mencionarle a “Chan” estas canciones, echa mano a sus recuerdos y encuentra en ellos la explicación de quiénes eran y la relación que tenían con el compositor.
“A Marta Elena la conoció allá por Las Palmas, un pueblo que queda de San Jacinto, Bolívar para adentro. Ella era entusiasta, organizaba las parrandas. A él le cayó en gracia y le hizo la canción, sin que entre ellos existiera nada amoroso”.
“De Maricela puedo decir que la conoció cuando le tocábamos una parranda, a orillas del mar, a Lucky Cotes, allá en Riohacha. Ella era de Chiriguaná y trabajaba en un almacén en Maicao”.
“Alcirita, si mal no estoy, era de Malabrigo, vivía en la casa donde bajábamos cuando íbamos a las fiestas de ese pueblo, ahí la conoció y le compuso esa canción para congraciarse con ella”.
“Lo mismo pasó con Crucita, que era de Buenavista, Bolívar, nunca tuvieron amores a pesar de todo lo que dice en la canción. Es que él hacía composiciones cuando una mujer le caía en gracia, o cuando un amigo se lo pedía, sin estar enamorado”.
Entonces, frente al nombre de otras canciones como: Goyita, Sol Marina, Pachita, admite que no recordaba lo que motivó al Pollo vallenato a cantarles. Sin embargo, al mencionar otras con nombre de mujer o dedicadas a estas, que no han sido grabadas, recordó la historia de una, a la que Luís Enrique llamó Muchachas Balsameras.
Muchachas Balsameras
Esta composición, que data de los años cincuenta del siglo pasado, se la dedicó a siete jóvenes que estaban entrelazadas por el lazo sanguíneo Támara, las que conoció en Bálsamo, ubicada en el área de influencia de la ciénaga de Zapayán, donde cada año iba a amenizar parrandas en el marco de las fiestas patronales en honor a la Santa Cruz.
Estas eran: Dori, Rosa, Salvadora, Hortensia, Gilma, Luisa y Mélida, las que, según la pariente de estas, Libia Támara Martínez, estaban unidas por el interés de organizar reuniones sociales, bailes de salas, las fiestas patronales, así como participar en velorios y misas.
Quien recuerda la letra de la canción es el acordeonista oriundo de esa población, Martín Camacho, la que canta con dificultad e interpreta con su acordeón, conservando, al hacerlo, el marcado estilo de su compositor.
“Les toco a las siete primas
Porque ya llegó la hora
Ay yo le canto a Luisa, a Gilma y a Salvadora”.
La amistad entre el compositor y ellas fue el vehículo para que este llegara al corazón de Luisa Movilla Támara, conocida como “La niña Lucha Movilla”, a la que enamoró e hizo su pareja. Sebastián Martínez da su testimonio sobre esta relación:
“Yo la conocí, ella era una mujer que tenía un cuerpo bonito, pelo ondulado. Se enamoró de Luis Enrique, él le correspondió, por eso se la llevó para El Copey, para donde su mamá Anatividad Argote. Pero, con ella sucedió lo que vengo diciendo de él con las mujeres, ahí la dejó y se fue de correduría y volvió meses después”.
De este hecho Martín Camacho también tiene su versión:
“Ella se aburrió de esperarlo y le dijo a Anatividad que quería regresar a su pueblo. Así fue. Rosalbina, la esposa de Luis Enrique, la acompañó hasta Fundación. De ahí salió para Salamina, donde la esperó mi papá, Rafita Camacho. Y aunque Luis Enrique siguió viniendo a Bálsamo, ellos no volvieron a tener ningún tipo de relación”.
Álvaro de Jesús Rojano Osorio
Sobre el autor
Álvaro Rojano Osorio
El telégrafo del río
Autor de los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).
Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).
Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.
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