Música y folclor
Oye, los “vajodé” Miguel López
Increíble: cincuenta y dos años han transcurrido desde que la inmensa fanaticada de la música vallenata se deleitaba en exceso oyendo las hermosas canciones interpretadas por el “Conjunto de los Hermanos López”, acompañados con la insuperable voz de Jorge Oñate, considerado desde entonces como el mejor vocalista vallenato de todos los tiempos. El recordado conjunto, integrado por los hermanos Pablo, Miguel, Elberto y Alfonso, oriundos de la Paz, Cesar, había surgido con todo su esplendor a comienzos de 1970, y podemos afirmar que “entró por la puerta grande”, pues, apenas publicaron su primer elepé, se entronizó con tanta firmeza en el sentimiento colectivo, que, prácticamente, no había lugar para oír a las otras mini agrupaciones musicales que existían en esos momentos. Fue, a todas luces, una entrada triunfal del aclamado conjunto, cuyos integrantes demostraron, desde un comienzo, la maestría en el manejo de todos los instrumentos que entran en la ejecución de los ritmos vallenatos. Y se acompañaron con el cantante Jorge Oñate, también de La Paz, quien ya se había hecho merecedor de muchísimos elogios por la melodiosa voz con que interpretaba las canciones de moda.
Desde los primeros discos que pusieron a deleite del público, la expresión “oye, los vajodé Miguel López”, entonada por uno de los integrantes del conjunto, comenzó a familiarizarse con la tremenda fanaticada, que terminó convirtiéndose en un estribillo cantando constantemente por todos los admiradores del conjunto. Era una especie de ‘calambur’, que es un fenómeno lingüístico que se produce cuando las silabas de una o más palabras, agrupadas de otro modo, producen o sugieren un sentido radicalmente diverso. En las canciones lopistas, la expresión, iniciada con el vocativo “oye”, genera dos significados: el primero se refiere a los bajos que digita el acordeonista: “oye, los bajos de Miguel López”. El segundo, resulta de agrupar o pronunciar las sílabas de manera diferente, dando a entender que el acordeonista va a joder a los oyentes: “oye los va a joder Miguel López”, que pronunciada normalmente origina el calambur: los vajodé Migue López”, en la pronunciación habitual, se funden la ele de Miguel con la ele de López. El calambur, como recurso expresivo, es muy utilizado en la música para darles a las expresiones un doble sentido. Excelente calamburista siempre ha sido el cantante Dolcey Gutiérrez.
La época de oro del recordado “Conjunto de los Hermanos López con Jorge Oñate”, se inicia en 1970, cuando lanzaron al público su primer larga duración, que titularon “Lo último en vallenato”, y culmina en 1975, cuando grabaron el último elepé, llamado “Canto a mi tierra”. Fueron casi cinco años de entusiasmo y alegría que vivió la inmensa fanaticada vallenata, la cual desde un comienzo quedó cautivada con la melodiosa voz de Jorge Oñate, quien apenas cantó la primera canción no tuvo inconvenientes para adueñarse del sentimiento emocional que rodea a todos los amantes de la música vallenata. En el elepé “Lo último en vallenatos”, el despliegue musical estuvo integrado por doce canciones, consideradas trascendentales en nuestro repertorio musical: “Berta Caldera”, “Recuerdos”, “Diciembre Alegre”, “Vámonos compañera”, “Secreto raro”, “Gallo viejo”, “Mis viejos”, El siniestro de Ovejas”, “La paz”, “Me quisiste y me olvidaste”, “Ligia” y “Mi morenita”. Es innegable afirmar que, en esta primera aparición de Jorge Oñate, las canciones, “Recuerdos”, “El siniestro de Ovejas” y “Mis viejos”, se consagraron como las más escuchadas, las más apetecidas y las cantadas por el favoritismo que rodea al universo vallenato.
En el segundo álbum, titulado “La Diosa divina”, publicado en 1971, marcaron una línea de esplendor para la fama oñatista, doce temas de impecable factura: “Diosa divina”, “Dina López”, “Triste recuerdo”, “Por qué eres así”, “Gratitud”, “Serenata vallenata”, “Amor de callejera”, “Recordándote, “Amor a dos Manos”, “Los tiempos cambian” y “Barranquillera”. En esta antología sobresale el tema “Los tiempos cambian”, una canción fuera de serie que motiva y paraliza a los oyentes, quienes quedan cautivados por la hermosura del concierto musical que le imprime Miguel López al manejo del acordeón. El tercer long play, titulado “El jardincito”, publicado en 1972, en la antesala de la celebración del Festival Vallenato de ese año, constituye el clímax de la vocalización de Jorge Oñate, quien, en ese momento, ya ostentaba, con supremo orgullo, el bien merecido calificativo de “El ruiseñor del Cesar”, doce temas de factura impecable, donde sobresalen por su inmortalidad tres canciones: “Amor sensible”, “Campesino” y “Mi gran amigo”, las cuales están acompañadas por “Déjame gozar”, Flor de durania”, “Jenny”, “Qué dolor”, “Querer o aborrecer”, “Amor de quinceañera”, “El jardincito”, “Fuente cristalina” y “El colibrí”.
Después de la realización del Festival Vallenato de 1972, donde el “Conjunto de los Hermanos López con Jorge Oñate” fue coronado ganador, a finales de año, la agrupación sorprendió a la monumental fanaticada con su cuarto álbum musical, titulado “Reyes vallenato”, y en esta antología de doce canciones, los temas “Recordando mi niñez” y “Tiempos de la cometa”, se consagraron enseguida como las dos mejores composiciones. Y, actualmente, después de 50 años, se siguen cantando casi con la misma intensidad de sus años juveniles. “Estas canciones le alegran a uno el alma”, me dijo un señor que pasaba ocasionalmente por mi residencia, justo, en el momento en que yo estaba escuchando “Recordando mi niñez”. Además, otros diez temas, también inolvidables, figuraron en este álbum: “Soy estudiante”, Preguntas y respuestas”, “Estelita González”, “La casita”, “Mujeres que me dejaron”, “Bajo el palo e mango”, “El cambio”, “El puente María Angola”, “Amparito” y “La vieja Gabriela”, una puya que es infaltable en la realización del Festival. Creo que, desde que la grabaron los Hermanos López con Oñate, no ha habido un solo año en que cualquiera de los participantes, inclusive finalistas, hayan dejado de cantarla.
“Las bodas de plata” fue el título del quinto larga duración del “Conjunto de los Hermanos López con Jorge Oñate”, lanzado a comienzos de 1973. En ese momento, la gente esperaba ansiosa los discos del conjunto, segura de que sus elepés traerían temas impactantes y conmovedores. Como todos los álbumes anteriores, doce temas entraron a enriquecer el cosmos vallenato y a calmar la sed musical de la inmensa fanaticada jorgeoñatista: “Las bodas de plata”, “El libre”, “La niña educada”, Corazón Vallenato”, “Saludo cordial”, “Si hay caras sucias”, “Carmen Gómez”, “La margentina”, “Pensando en ti”, “Mi canto sentimental”, “Toda mujer no es igual” y “La cordobesa”. En este álbum sobresalieron cuatro canciones, que se disputaron el primer puesto en favoritismo popular, y que, como caso curioso, quedaron empatadas en esta posición: “Las bodas de plata”, “Corazón vallenato”, “La margentina”, un disco cuyo fondo musical sirve para piquerear, y “Mi canto sentimental”, un hermoso paseo que, ese mismo año, fue interpretado por Emilianito y Poncho Zuleta. La crítica especializada en vallenatología siempre catalogó la vocalización de Jorge Oñate superior a la Poncho, quien, curiosamente, es el célebre autor de la canción.
El final de 1973 fue sorprendido y embellecido con el álbum “El cantor de Fonseca”, el long play número seis del “Conjunto de los Hermanos López y el Ruiseñor del Cesar”, compuesto por doce temas que todos quedaron en primer puesto, y, actualmente, después de 50 años de su aparición, siguen ocupando la misma posición. Los doce temas continúan con el mismo favoritismo e idéntico entusiasmo dentro inmenso concierto popular vallenatofilo: “El cantor de Fonseca”, “El contrabandista”, “Palabras al viento”, “El compadre”, “Si la vieres”, “Los tres hermanos”, “No voy a Patillal”, “No te vayas”, “Razón y olvido”, “Hermosos tiempos”, “Mi huerto” y “Despedida al festival”. En realidad, la historia que se va tejiendo en los conjuntos vallenatos y en las numerosas canciones que van marcando la parábola preferencial entre la fanaticada, siempre han considerado que “El cantor de Fonseca” es un álbum extraordinario, fuera de serie, que puede catalogarse como el mejor de toda la vasta producción de Jorge Oñate, la cual alcanzó a superar los 50 álbumes con los distintos acordeonistas que lo acompañaron durante su fecunda trayectoria musical, que culminó el 28 de febrero de 2021, cuando partió para la Eternidad.
Dos fabulosos álbumes, publicados en 1974, iluminaron la existencia del famoso “Conjunto de los Hermanos López con el Ruiseñor del Cesar”. El long play número 7, titulado “Fuera de Concurso”, al igual que los anteriores, también incluyó doce temas, todos de una belleza insuperable que fueron calificados "fuera de concurso" por la ferviente fanaticada: “La loma”, “Dos rosas”, “A través de los años”, “Mala suerte”, “Amor ardiente”, “Días del ayer”, “Aracataca espera”, El historiador”, “El compadre Tomás”, “Adiós amor”, “El compositor” y “Desde la capital”. En este álbum, tres temas alcanzaron un alto favoritismo: la primera: “Dos rosas”, hermosa canción romántica de Freddy Molina, que también la grabó Alfredo Gutiérrez, pero no la alcanzó a escuchar el autor, quien había fallecido en octubre de 1972. La segunda: “Aracataca espera”, canción que se hizo célebre por presentar una ligera crítica que le hacía Armando Zabaleta Guevara, su autor, al destacado escritor Gabriel García Márquez. Y la tercera: “Adiós amor”, un tema liricoelegiaco, donde su autor Emiro Zuleta Calderón, compositor estelar de la agrupación, narra “el vacío y el tormento” que le ocasionó el fallecimiento repentino de su querida esposa.
“Rosa jardinera” fue el título del segundo long play lanzado en 1974, correspondiente al álbum número 8. El título del elepé corresponde a la canción “Rosa jardinera”, la cual desde su publicación ocupó el primer puesto de preferencia en el mundo vallenato. Se comenta que, en Villanueva, pueblo nativo de Ildefonso Ramírez Bula, su autor, hubo una parranda interminable, que demoró más de una semana, donde sólo se escuchaba “Rosa jardinera”. Dentro de los once temas restantes que incluyó el elepé, también aparecieron los títulos: “Secretos del alma”, “La muchachita”, “Entre placer y penas”, “Dos papeles”, “Inquietud”, “Patillalero de cepa”, “Las Bananeras”, “La primavera florecida” “Dubys Caballero”,” Marula” y “Cristina”. Entre estos, ocuparon un lugar de preferencia tres temas: “La muchachita”, un hermoso paseo cantado inicialmente por Alejandro Durán, “Las bananeras”, un tema fabuloso, donde el compositor Santander Durán Escalona, hace una narración histórico-crítica de la “Masacre de las bananeras”, ocurrida en la plaza principal de Ciénaga, Magdalena, en 1928, y “Marula” un paseo ligero, de corte costumbrista, que motiva a los oyentes por la llamativa digitación con que lo anima Miguel López.
La extraordinaria agrupación de los “Hermanos López y Jorge Oñate” marca punto final a su existencia en mayo de 1975, cuando el conjunto travesaba su mejor momento. Este mes lanzaron al mercado su noveno y último álbum, titulado “Canto a mi tierra”. El título del elepé honra la canción del mismo nombre, autoría del fallecido compositor Freddy Molina Daza, dedicada a Patillal, el pueblo donde había abierto los ojos el 4 de agosto de 1945. Diferente a los álbumes anteriores, “Canto a mi tierra”, sólo incluyó once temas. Los diez restantes fueron: “Tu enamorado”, “Alicia la campesina”, “Solo para ti”, “Alegre Vive”, “Rumor lejano”, “Delirio de acordeón”, “Cerro murillo”, “Déjala venir”, “Bello castillo” y “Remembranzas. Aunque “Canto a mi tierra”, la canción titular, no alcanzó una elevada posición en el favoritismo popular, y prácticamente pasó inadvertida, las composiciones que sí se ganaron el sentimiento colectivo fueron: “Rumor lejano”, un bellísimo paseo de tono elegíaco, autoría de Julio Oñate Martínez, y el paseolamento “Cerro Murillo”, un tema lírico del célebre compositor Santander Durán Escalona, que narra y describe la faceta histórica de este llamativo cerro, que flanquea los linderos bucólicos de Valledupar.
La terminación del “Conjunto de los Hermanos López con Jorge Oñate” causó mucha tristeza en la fanaticada vallenata, la cual esperaba que sus integrantes se reagruparan nuevamente, como había ocurrido con otros conjuntos. Por ejemplo, los Hermanos Zuleta, quienes se distanciaron a mediados de 1975, y al terminar el año lanzaron el elepé “El reencuentro”. Pero no sucedió así: la separación fue definitiva, y Jorge Oñate tuvo una agrupación fugaz con Emilianito Zuleta, de la cual nació el álbum, titulado “La parranda y la mujer”, que incluyó 12 canciones antológicas, las cuales, todas, ocuparon el primer puesto en favoritismo popular. Al culminar 1975, siguieron las sorpresas musicales, alegrando las navidades: Jorge Oñate se agrupa con Nicolás “Colacho” Mendoza y lanzan el álbum “Los dos amigos”, con 12 temas impecables y de infinita aceptación en el universo vallenato. Por otra parte, los Hermanos López se agrupan con Freddy Peralta y proclamaron el elepé “Acordeón bendito”, el cual incluyó 12 canciones, que, a pesar de ser autoría de excelentes compositores, no colmaron las expectativas de la fanaticada. Con este hecho, las esperanzas de un reencuentro se desvanecieron, y a la fanaticada entristecida no le quedó más remedio que conformarse, escuchando las canciones favoritas de los nueve álbumes, “hermanolopistas” que fueron y siguen siendo el orgullo de esta inolvidable agrupación.
Eddie José Daniels García
Sobre el autor
Eddie José Dániels García
Reflejos cotidianos
Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.
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