Música y folclor
La virginidad y el honor en canciones de Andrés Landero, Abel Antonio Villa, El Chiche Maestre y Rafa Manjarrez
La virginidad, como construcción social, hace parte de los símbolos utilizados por el hombre para controlar la sexualidad de la mujer. Su existencia en América ha estado asociada, a partir de la época colonial, con la tradición indígena y la cristiana, última que le dio la categoría de forma sublime de la vida religiosa, pues, mediante la existencia del himen, se podía justificar un dogma: la virginidad de María, que para constituirse como milagrosa, debía desafiar la materialidad.
La cadena de mi piel,
Consuélate, niña mía, con el ejemplo de Dios
Y sueña que te pasó como a la virgen María,
Y sueña que te pasó como a la virgen María.
Andrés Landero
La figura de la virginidad tiene su exégesis en los principios y valores cristianos, que exigen que la mujer debe llegar virgen al matrimonio, por lo que, no se admiten las relaciones sexuales prematrimoniales. Mientras que, el honor femenino es un concepto estrechamente vinculado a la noción de castidad, de pureza y de fidelidad (Chamorro, 2005).
La virginidad y el honor han servido como argumento en algunas composiciones musicales de la música vallenata, y en una canción en ritmo de cumbia interpretada por Andrés Landero. Abel Antonio Villa lo hace en la canción Mujer ingrata, en la que menciona que “del hombre queda el dicho”, mientras que “la mujer es la que pierde su criterio.” Lo dice recordando sus relaciones sentimentales con Ana María, que, tras escaparse con él de Plato para Moler, su familia la fue a buscar. Lo canta recordando que ella, en esa relación, perdió el mayor atributo que para entonces podía tener una mujer, la virginidad, lo que implicaba, incluso, ser vista como carente de una garantía moral.
También lo hace Andrés Landero en el tema: Cuando lo negro sea bello, en el que el narrador le pide a José que agarre su machete y salga a recuperar la honra perdida de su hija María, luego de que Tin, el niño del pueblo, se burlara de ella. Así mismo la de su familia, no olvidemos que la reputación de esta dependía de la pureza sexual de sus miembros femeninos.
Es tu destino, María, como tu piel y la mía
Es tu destino, María, como tu piel y la mía
Pero, según la canción, ella no solo perdió la virginidad, también quedó embarazada, lo que se notaba en su cadera, en sus cachetes, que le crecían, en su pecho, que brillaba como una vela prendida. La solución era el casamiento porque solo él reparaba el daño causado, y aunque Tin, fuera hijo de rico, debía hacerlo porque:
La toma por matrimonio,
aunque descienda de rey
Y yo le aplico mi ley,
O se lo lleva el demonio,
Y yo le aplico mi ley
Y se lo lleva el demonio.
El matrimonio, como hecho reparador de la reputación perdida, tiene su sustento en el concilio de Trento (1545-1563), y en normas del derecho canónico que indicaban:
Así, el que desflora a una virgen bajo la promesa fingida de matrimonio, está definitivamente obligado a casarse con ella, si la misma no pudo fácilmente percibir la intención falaz y el daño no puede ser resarcido de otra manera. Si no puede repararse de otro modo, el que así desflora está obligado a constituir una dote o a tomarla por esposa.
Otro que le canta a la virginidad, al embarazo, al honor, al matrimonio reparador es José Alfonso, el Chiche Maestre, en la canción Melodía para Dios, que fue grabada por Farid Ortiz, en 1992, al lado del acordeonero Emilio Oviedo. En esta el narrador cuenta su historial, la de un hombre a la que una mujer, que no es la que ama, le notifica que es el padre de la criatura que ella llevaba en su vientre. Conmovido por la noticia, dudó de la paternidad; sin embargo, nada impidió el matrimonio, lo hizo por cubrir una falta de una mujer coqueta que lo escogió entre todos para esconder su verdad. Además, porque todo el mundo le dijo: “muchacho, tienes que responder”; obligado por lo que denominó falsa sociedad y por los que le preguntaban ¿Dónde está tu moral?
“Y me comprometieron por aquella mentira. Y me comprometieron a mí: por aquella mentira.”
Me ha tocado casarme, lo ves
Esta cárcel de olvido y dolor
Consiguió separarme de ti
Pero juro que un día volveré
Sin embargo, el matrimonio no siempre fue la solución, tal como lo narra Rafael Manjarrez en Dios los sabe, que fue grabada por los Hermanos Zuleta en 1995, canción en la que señala que quien juega con candela: cualquier día se quema de algún modo. Lo dice para mencionar que un hombre al que llamaban Cupido, hijo bueno, buen amigo, dispuesto en el amor, sincero y buena gente, fue relacionado con un lío de falda, solucionable solo con la boda con una mujer que no era su novia.
¡Una familia cerrada a la banda que lo presionaba reclamando honra!
Pero, la respuesta de Cupido fue:
Yo no he sido, Dios la sabe.
Decía cuando lo asediaban.
No he mentido, ella sabe.
Por Dios que yo no he hecho nada
Entonces, producto de cizañas, mil recados y amenazas, el acusado y el hermano de la señorita del problema se desafiaron a un duelo, echaron mano de esta práctica que fue tradicional hasta parte del siglo XX, en que la utilizando armas mortales buscaban restablecer el honor perdido.
Y hubo un duelo aquella tarde negra,
Se tiraron los muchachos buenos,
No hay pelea buscada que no se pierda,
El adagio se cumplió de nuevo.
El fracaso terminó a dos hombres y dos tiros nobles
Fueron su cismados. (cismado)
Un sepelio y una silla ruedas, limitado queda el que al fin salvaron.
Pero, Manjarrez, con su estilo narrativo, también se refiere a otra víctima de lo que llama lío de falda, la novia de planta, la oficial, y de muchos años de relaciones amorosas con Cupido, a la que representa como una niña de su casa, las que por su confianza son tan seguras, la que guardaba su espalda y soportaba mil aventuras.
Sin embargo, también se le ha cantado a la perdida de la virginidad, sin que se narre que haya tenido las consecuencias antes mencionadas, tal como lo hace Luis Mora a través de la canción El secretico, que grabaron el rey vallenato Chema Ramos y Miguel Mora. “De lo que hicimos, mi morena, no hay testigo”, dice la canción, “No sé por qué te la pasas martirizada, guarda el secretico porque eso yo no lo digo, y el pajarito aquel tampoco dice nada.” En otra parte señala: “Despreocúpate morenita, yo respondo por lo perdido, y deja las cosas calladitas, para que no corras peligro.” La explicación de lo sucedido la da el autor al indicar que fue en una noche fría y serena en la que juntos compartían besos y caricias.
“Llegó un momento y te entregaste por completo, pero guárdame el secretico, nunca lo vayas a decir.”
Álvaro Rojano Osorio
Bibliografía:
Chamorro, E. (2005). La virginidad cuestión de honor en la obra Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez. Retrieved from https://ciencia.lasalle.edu.co/lic_lenguas/1020
Murillo Velarde, Pedro, Curso de derecho canónico hispano e indiano, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1791, libro cuarto, título primero: "De los esponsales y matrimonios", p. 2 (Edición en CD-ROM con la traducción de Alberto Carrillo Cazares). Consultado en Tzintzun. Rev. estud. históricos no.64 Michoacán jul./dic. 2016
Ramírez, J. https://doi.org/10.25054/16576799.545
Socolow, S. (2016). Las mujeres en la América Latina colonial, Prometeo libros.
Twinam, Ann. “Honor, sexualidad e ilegitimidad en la Hispanoamérica colonial.” En: Sexualidad y matrimonio en la América Hispánica: Siglos XVI-XVIII. Compilado por Lavrin. México. Grijalbo. 1991. Pág. 168.
Sobre el autor
Álvaro Rojano Osorio
El telégrafo del río
Autor de los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).
Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).
Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.
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