Música y folclor
Adolfo Pacheco, el último juglar
“El último juglar”, así titulé la crónica que hice en homenaje a la vida y obra del finado maestro Adolfo Rafael pacheco anillo, y que presenté en el conversatorio que se llevó a cabo en la pasada XXII versión de la fiesta del pensamiento en San Jacinto, Bolívar, del 17 al 19 de marzo 2023.
No quisiera estar con ustedes viviendo éste momento tan nostálgico donde estaremos recordando la memoria de nuestro querido e inolvidable maestro Adolfo Rafael Pacheco Anillo, pero tengo que cumplir con una enseñanza que aprendí en la escuela de la vida, y es aceptar las cosas que pasan, y ahora me toca aceptar, que ya, mi hermano, amigo, paisano, y colega, no está personalmente con nosotros, pero nosotros si estamos con él espiritualmente en éste momento, y en todos los momentos donde nos toque poner en alto, el inmortal legado que nos dejó ese juglar de los Montes de María, al que cariñosamente le decíamos Ado, o el Pachequero.
“Adolfo Pacheco Anillo, es orgullo nacional, es mi hermano y es mi amigo, y lo tengo que homenajear”
Este verso hace parte de una canción de mi autoría titulada “Adolfo Pacheco y el padre Linero”, que hice a petición del finado, y siempre recordado maestro Adolfo Rafael Pacheco Anillo, a raíz, de que el padre Linero, se retiró del sacerdocio, porque como él mismo lo dijo, fue influenciado por la canción “Me rindo majestad”, de la autoría del maestro Adolfo Pacheco, y aconteció, que un día, estando con Ado, en el consultorio del doctor Javier Vásquez Ramírez, me pidió, que hiciera una canción jocosa en ritmo de merengue sobre el caso del padre Linero, y le dije que sí, aunque a mí, nunca me ha gustado hacer canciones por encargo, pero como le iba a decir que no, a Ado, como le decíamos cariñosamente.
Así que compuse la canción, se la mostré, le gustó, y me dijo, que la grabara con Ramoncito Vargas, y así fue, la grabé con el maestro él, en los estudios del maestro Romy Molina, y a mis amistades también les gustó la temática de dicha canción.
Los recuerdos y anécdotas que tengo con el Pachequero, como también le decíamos, quedaron impregnados para siempre en mi vida sentimental y espiritual. Nuestra amistad inició en la década de los sesenta, en nuestra tierra natal San Jacinto Bolívar, y la aprovechamos para darnos cuenta que la música es el alimento que fortalece el alma, que a través de la música también se podía vivir honrada, digna, y honestamente, y nos propusimos seguir adelante con la misión que dios nos encomendó “hacer canciones, para engrandecer nuestro folclor”.
Fue un defensor de la “cultura del corronchismo”, y decía, “que se sentía orgulloso de ser un “corroncho, pero un corroncho culto”. le grabamos canciones a muchos compositores, para que no estuvieran en el anonimato y los orientábamos, para que se afiliaran a la sociedad de autores y compositores de Colombia (sayco), donde el maestro Adolfo Pacheco fue elegido viceprecidente de dicha sociedad, y yo, me desempeñé como coordinador de la regional del departamento de Bolívar, en el período de 1989 a 1995. actualmente sayco, presidida por el maestro Rafael Manjarrez, le brinda protección a mas de diez mil compositores de nuestro país, y es conciderada como la mejor sociedad de gestión colectiva de derecho de autor de América latina.
Al maestro Adolfo Pacheco, le hice con mucho cariño, aprecio, y respeto, dos canciones donde resalto su grandeza, humildad, y amor por su San Jacinto querido. La primera fue “El mejor pintor”, en la década de los 70, y cuando se la canté por primera vez en un cumpleaños de Obed Díaz, me dijo: “eso es una poesía hecha canción”. Después de ocho años, la grabé con la guitarra del maestro Estivenson Arnedo, y la segunda lleva por título “Adolfo Pacheco y el padre linero”, y la grabé hace cuatro años con el acordeón del maestro Ramoncito Vargas.
El maestro Adolfo Pacheco me grabó 2 canciones. La primera fue “El encuentro”, esa canción en ritmo de paseo se la hice al finado Roberto García, en la década de los 70, y la grabó con el acordeón del maestro Ramón Vargas Tapia (qepd) en el sello Codiscos. Cuando le mostré esa canción, me dijo “me ha gustado tanto, que parece que la hubiera hecho yo”, y segunda “El resbalón”, se la hice a mi suegra sin que me lo pidiera, y la grabó con el acordeón del maestro Rafael Ricardo Barrios, en el sello Fuentes, también en la década de los 70. Estas dos canciones, también abordan el jardín del pentagrama musical de la República de Colombia.
A el maestro Adolfo pacheco, solamente le grabé dos canciones. La primera fue “Tigre farandulero”, en ritmo de chandé alusivo a las festividades del carnaval, y en uno de los apartes de esa canción dice así: “Tigre farandulero figurín del carnaval, ya te sacaron el cuero se acabó tu faceta, ya llegó el carnaval, y lo vamos a disfruta” (década de los 70), y me acompaña en el acordeón, el finado acordeonero Arjonero Adel Castro, y la segunda fue “La coleta”, una de las primeras cumbias que hizo cuando empezó a componer canciones, y donde dice, en uno de sus apartes: “Que se quita las tres putá, la coleta, el concha e jobo, se pone la alminodá, su sombrero caña e flecha, sus abarcas enrejás, y se va para la fiesta, porque el fandango está empezando, y la gaita quiere llorá”. En esa bella cumbia sabanera, me acompaña en el acordeón, el maestro rodrigo rodríguez lora, Grammy latino 2.012.
A pesar de que le decía, que a mí, los gallos me gustaban, pero en el sancocho, me pedía, que lo acompañara a las galleras donde ponía a peliar a sus gallos, y yo, cómo iba a decirle que no a Ado, si ese era mi amigo del alma, y en el año 2001, en la gallera de Galapa, municipio del departamento del Atlántico, estando con Régulo Matera, me dijo: “Herna, como a ti te ven conmigo en las galleras, y parrandiamos con los galleros después que se terminan las riñas de gallo, me están preguntando, si tú eres gallero, y yo les digo que sí, que tú también eres gallero, pero un gallero loco, así que tienes que hacer una canción que se llame “El gallero loco”.”
No podía decirle que no, y el día menos pensao´, me llegó la inspiración, y acompañado de media botella de ñeque hice la canción “El gallero loco” en ritmo de merengue, y el primer verso dice así:
“Me las voy a tirar de loco, para pasar la fiesta encuero, para así vivir más sabroso, y poder meterme a gallero, para así vivir más sabroso, y beber con el Pachequero.
seré un gallero diferente, y andaré por donde quiera, y le cantaré a la gente, en toditas las galleras”.
Una vez, parrandiando en la gallera de Fundación Magdalena, después de cantar el gallero loco, el doctor Victor Lombana, que también es un buen gallero, dijo: “Esa canción ta´ buena, yo creo, que ese gallero no es tan loco”. Esa canción, todavía está inédita, pero algún día, si mi dios lo permite, la grabaré.
Después que el viejo Miguel se fuera para barranquilla, en el año 1967, estaba con Ado en San Jacinto Bolívar, y le dije “Ado, le estoy haciendo una canción al viejo Miguel, y ya llevo el primer verso, y me dijo: “Vuelve viejo migue a tu tierra natal, como va a ser posible que siempre nos vayas a olvidar, si eres sanjacintero, fiel y trabajador, te juistey se acabó el gurufrro, pero dejaste un compositor, tus hijos quieren verte, y tu pueblo también, ahora que estás ausente, de ti quieren saber”.
Y me dijo, está muy bueno el verso, cuando termines de hacer la canción, me la muestras, y después de haber pasado como cinco años, me dijo, ¿y la terminaste?, y le dije. “Todavía no”, entonces ponle “Canción de un solo verso”, “jajajaaaaaaa, y todavía no la he terminado de hacer. caccula tu!”
Estábamos parrandiando en San Jacinto, en la casa de Juancho Roy, con Landero, Licho Anillo, Héctor Vásquez, y otros parranderos, cuando de pronto me dijo en la madrugada: “Herna, de mis canciones cuál es la que más te gusta para cantártela enseguida”, y le dije “Mi canto de cisne”, y de las mías cuál te gusta, “ajá cual más que “yuca con suero”, y le dije: “Carajo, Ado, a ti esa jambre nunca se te ha quitao”.
El cardiólogo sanjacintero Edinson Morinson García Torres, era el que atendía a Ado en su consultorio en Cartagena, y él me pedía que lo acompañara a sus citas médicas, y Édinson le separaba la última cita en el horario de 6 de la tarde a 10 de la noche, para echar cuentos, cantar, tomar tinto con galletas de las Vásquez y mamar gallo. La última vez que lo atendió Morinson, terminamos bailando en el consultorio sin haber música, y haciendo del paseito que a él le gustaba “parece que se fuera a caer, pero no se cae”.
En algunas ocasiones, cuando estaba en una parranda, para despedirse decía: “me voy de aquí con el dolor del ama, pero me toca ya emprender mi retirada”, y el año pasado en el cumpleaños de mi amigo Juancho Ro (que no es roy, sino Juan Meléndrez), pero en San Jacinto, lo bautizaron Juancho Roy, porque se dieron cuenta de que estaba aprendiendo a tocar el acordeón.
En ese festejo, hablamos de todo un poco, y vino (del verbo venir), que antes de irse, me dijo esas palabras recitadas, “me voy de aquí con el dolor del alma, pero me toca ya emprender mi retirada”, pero cuando me iba a imaginar, de que más tarde iba a emprender su retirada para no volver a vernos más.
Ahora, solamente nos queda recordar sus anécdotas, su música, el Adolfo Pacheco que conocimos, el amigo, el cuentero, el gallero, el cumbiambero, el parrandero, el dicharachero, el compositor de los Montes de María que nos dejó canciones inmortales que cuando las escuchamos parece, que Ado, no se ha ido, sino que está con nosotros. Cuando yo veía un artículo que le podía interesar, se lo enviaba a su correo, y me decía, lo recibí, pero ese manjar me lo tiro antes de acostarme.
En una ocasión, lo invitaron a Valledupar a una reunión para debatir sobre la controversia que hay sobre la música vallenata y sabanera, y donde iban a estar grandes personalidades conocedores de esa temática, y le dije: “Ado, no te vayas a dejar coger abajo”, y me respondió: “me ganaran en fuerza, pero no en inteligencia”.
En una parranda, le peguntaron, que porqué al Corroncho villa, le gustaba tanto el suero, y dijo: ”Lo que pasa, es que a herna, lo crio su abuela Fauta, pero era muy necio, y comelón, y una vez que estaba esgalillao, llorando por la jambre que tenía, la vieja Fauta, para aquietarlo, salió corriendo a darle el tetero, pero en vez de llenarlo de leche, lo llenó fue de suero, se lo dio, y se lo tomó todo, y apenas tenía 2 meses. (era, que su abuela Fauta, vendía leche, y vendía suero), y en vez de meter el tetero en el cántaro de leche, lo metió en el calabazo de suero, y todos los que estaban en esa parranda quedaron convencidos de que eso fue verdad”.
Una vez también tuvo un conversatorio sobre los aires musicales de la Sabana, Valledupar, y la Guajira en la Universidad de Cartagena, y me dijo: “Me vas a hacer una presentación con Rodrigo Rodríguez, y no te preocupes, porque nadie va a estar pendiente de si afinas o desafinas, van es a ver tus morisquetas, así, que arrancas con “yuca con suero “, y te tiras encima a la gente”.
Me decía: “El día que perdamos nuestra identidad, dejamos de ser lo que somos”. En una asamblea general de sayco, que se llevó a cabo en Bogotá, el finado maestro Rafael Escalona, nos invitó a su apartamento a cenar, y en medio de los wiskis, el maestro Escalona me llamó para decirme: “Pacheco se graduó de abogado para que yo le diga doctor, pero yo, le seguiré diciendo Adolfo”, y eso me causó risa, y le dije: “Ustedes si se quieren”.
Después que terminé de hablar con Escalona, Ado me llamó por aparte y me dijo: “qué estabas hablando con Escalona, te estaba convenciendo para que votaras por él en la asamblea”. Escalona era el actual presidente de Sayco, y aspiraba a la reelección, pero no consiguió los votos necesarios, y elegimos como presidente al maestro Raul Rosero Polo, y vicepresidente al maestro Adolfo Pacheco Anillo.
Cuando fui administrador de los teatros de Cine Colombia en Cartagena, en los años 70, me decía: “cuando vayan a dar una película buena, me avisas para ir a verla”, así, que todas las semanas le avisaba, porque a él, las películas que le gustaban eran las de sexo, y después dijo en un conversatorio en el club de leones, que yo lo había corrompido con esas películas... jajaja
A veces, cuando iba a hacer algo, me pedía un concepto, y yo se lo daba, pero me decía: “no me digas mucho porque me paso”. Una vez estábamos en paraco, debajo del aromo con Migue, el de eloy, con el doctor nocolasito Reyes, y otros ñequeros de esa inolvidable década de los 60, en la que Ado, entonando su guitarra nos alegraba con sus canciones inéditas, y, ya eran como las 3 dela tarde, y no habíamos almorzado, cuando de pronto se presentó Ligia, con los platos de yuca, y nos dijo: “Vayan comiendo mientras les traigo la liga” (la liga era vinagre, y yo, le echaba un poquito de sal… jejejejejejejejejeee).
Migue, el de Eloy, siempre tuvo la cuchara mala, pero aun así, casi todos los días, nos íbamos para el aromo a visitarlo, y un día, también estábamos sin almorzar, y ya, el estómago, lo teníamos pegao al espinazo, cuando me dijo Ado: “Ves donde el viejo juan (el viejo juan, era mi abuelo materno, juan ortega herrera), y dile, que me mande un poquito de suero”, enseguida el viejo Juan, me dio el bangaño de suero, pero todavía no le había sacado el espiche, y cuando llegué, le dijo, Ado está con el espiche, y me dijo, va con espiche o sin espeiche, y se lo abolió así a la blanca mona, estaba clarito y salao. jejejejejej
Este es un breve relato de algunos momentos vividos con mi hermano Adolfo Rafael Pacheco Anillo, que tanta falta, le hace a su familia, a sus amistades, y al folclor montemariano, pero nos deja un inmortal legado lleno de leyendas, de poesías, de décimas, de canciones, de cuentos, y de anécdotas, que cada vez que las recordemos, se nos alegrará el alma.
Dice el adagio popular, que recordar es vivir, y yo, seguiré viviendo, para recordar a cada momento los ratos felices que pasé con Ado.
“Se fue él último juglar
alegre, humilde, y sencillo
te vamos a recordar
Adolfo Pacheco Anillo.
¡Viva el legado del maestro Adolfo Rafael Pacheco Anillo!!
paz en la tumba del maestro Adolfo Rafael Pacheco Anillo.
un abrazo”.
Hernán José Villa Ortega
(el Corroncho Villa)
San jacinto, Bolívar, xvii versión de la fiesta del pensamiento.
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