Música y folclor

Mensaje de Amor: filosofía, poesía y música en la historia de una canción

Roberto Carlos Cassiani Arias

02/04/2024 - 05:50

 

Mensaje de Amor: filosofía, poesía y música en la historia de una canción

 

En la antigua Grecia, en el periodo de los años 1200 a.C. a 146 a.C, tuvo génesis y desarrollo práctico la Homofonía, esa forma de la textura musical interpretada por dos o más voces en una sola melodía, al unísono o a distancia de octavas. En ella, la voz o melodía principal se destaca sobre las demás, que acompañan con acordes o notas de relleno.

En sí, la homofonía, más que una modalidad musical es un tipo de textura donde dos o más voces se mueven armónicamente de forma simultánea siguiendo la misma línea melódica y rítmica, dando la sensación de unidad musical. Y en este contexto, esa relación entre las voces va formando acordes, pero en diferente altura de las voces, que se mueven simultáneamente. En otras palabras, hay homofonía, cuando dos o más voces musicales ejecutan una melodía, al mismo ritmo, pero en diferentes alturas vocales formando acordes.

Inicialmente no se le conoció con este nombre, pues el término como tal, para denominar esta forma de la música. Solo apareció en el año 1776, con el musicólogo británico Charles Bruney, autor del libro “Historia General de la Música (1776-1789)”. Y le dio ese nombre, tomando las raíces griegas homo (uno, el mismo) y fonos (sonido), que traduciría “sonidos iguales”.

Actualmente, la homofonía es utilizada en la música como una técnica en donde dos o más notas se ubican de tal forma, que producen una textura musical basada en movimientos paralelos, que son los que dan forma a los acordes. Algunos autores también la describen como Homorítmica, en cuanto todas las voces siguen el mismo ritmo o ritmos parecidos entre sí.

Pero la música es un lenguaje universal y sus sonidos son como las palabras, que, en distintos idiomas los mismos sonidos forman distintas palabras que se usan en diferentes circunstancias, a veces desconociendo sus significados y valores. Igual ocurre con la Homofonía musical, que se puede usar en las creaciones de los distintos géneros de la llamada música culta, pero también puede aparecer en la música folclórica y popular, cuyos creadores ignoran que lo que están haciendo se llama así.

Así ocurre en el plano autóctono del Vallenato, en el cual, las formas corales, especialmente del repertorio de los últimos 50 años, trae innumerables ejemplos de homofonía, aunque los coristas desconozcan que lo que están haciendo se llama así.

Un caso especial de canción homofónica en el vallenato, es el de la composición grabada con esa textura por el maestro Calixto Ochoa, en al año 1975, cuando sacó al público el álbum “Mensaje de Amor”, título de la canción del compositor Simón Martínez Ubárnez que, precisamente, se titula de la misma manera; canción que marcará la historia al ser la primera cuyo texto fue grabado íntegramente con textura musical homofónica, en las voces de Calixto Ochoa y Hugo Rivera, con los coros de Jhony Cervantes y Hugo Rivera, cuyas voces, se

acoplaron de tal manera, que, con distinta altura, le dieron a la canción ese tono melódico especial que la caracteriza, el cual complementaron con silbidos homofónicos, haciendo onomatopeya del arrullo que usan las palomas en su apareamiento o para comunicarse entre ellas.

El autor de la canción, oriundo de Rincón Hondo, municipio de Chiriguaná, Cesar, la compuso en 1973, durante su época de estudiante en Bogotá, mientras observaba el entrenamiento de palomas mensajeras desde la azotea del edificio donde vivía, y en una azotea cercana había una estación de colombofilia, en donde criaban y entrenaban estas palomas. Y como él narra en la primera estrofa de la canción “en una tarde fresca y serena que recordaba mi gran amor...” fue precisamente en una tarde dominical, mientras observaba el accionar de entrenadores y palomas, que le llegó la musa.

El furor poético de Martínez fue un cultivo de añoranzas por el amor pueblerino separado por la distancia, que generaba la necesidad del estudio. Y al observar la actividad del colombófilo y sus animales, aprovechó el momento para enviar con sus palomas “Un Mensaje de Amor”, a aquella enamorada que anhelante lo esperaba en vacaciones. Ante la imposibilidad de comunicarle el sentir a su musa, creó, imaginariamente, el heraldo donde plasmó cuánto la quería y cuánto la iba a querer. Consciente de que su carta no tendría respuesta, al menos con la mensajera en entrenamiento, la dejó en manos del ser supremo, utilizando de soporte la filosofía cartesiana:

En la distancia se fue perdiendo poquito a poco en el infinito/

llevó contigo grandes anhelos frutos de un pobre corazón herido”.

La canción llegó de manera casual y fortuita a oídos del gran Calixto Ochoa, quien, para el año de 1974 conformaba con Alfredo Gutiérrez el dúo que ocupaba los primeros lugares del escalafón de popularidad en la música vallenata en Colombia y el exterior. Ambos podían tocar simultáneamente en el mismo pueblo durante fiestas patronales y carnavales, y llenaban casetas; espacios tan de boga en las décadas de los años 70 y 80, como lugares de esparcimiento popular. Ambos llenaban las casetas en un mismo pueblo a donde llegaban seguidores de los pueblos vecinos, algunos de los cuales pagaban boletas de entrada a ambas casetas y mientras había descanso de un conjunto se iban a la caseta donde tocaba el otro artista deleitando a su gente.

El caso ocurrió en las fiestas patronales de la Virgen de Chiquinquirá de 1984 en Chiriguaná. Calixto había tocado en la Caseta la Revolucionaria y Alfredo Gutiérrez en La Palenquerita, distantes media cuadra, una de la otra; y al terminar sus presentaciones hacia las cuatro de la madrugada, mucha fue la gente que quedó “picada”, y buscando dónde continuar la farra o aterrizar para un des enguayabe.

Martínez Ubárnez, que ya acumulaba varias composiciones, tenía en el pueblo un combo de compinches musicales, muchos de ellos compositores y otros músicos y guitarristas, que amenizaban sus reuniones cantando las composiciones de todos. Esa madrugada, al salir de la caseta, el grupito se enfrentó al reto de darle fin a una garrafa de aguardiente que aún tenía la mitad del contenido por consumir; y no habiendo más alternativa se hicieron en torno a una de las bancas del parque central, en donde, homofónicamente iban cantando a capela sus propias canciones, con los coros que todos se hacían, mientras daban fin a la etílica tarea.

Estaban en esas, cuando, después de cuadrar cuentas con el empresario de la caseta, Calixto Ochoa cruzaba en diagonal el parque, iba solitario, rumbo al hotel donde se alojaba; al escuchar las voces, se detuvo a relativa distancia bajo la sombra de una acacia, observando y escuchando al grupo que parrandeaba con sus propias canciones. En ese preciso momento cantaba Martínez, el poema que tanto había esperado cantarle a su novia del pueblo. Al terminar la canción, el transeúnte, aún no reconocido por el grupo, se acercó preguntando: ¿De quién es esa canción? Martínez le respondió: MIA. Calixto le dijo “yo te la grabo”. Dicho esto, uno de los parranderos lo reconoció y gritó “¡Nojoda… si es Calixto…!”, quien después de la euforia que suscitó su identificación, preguntó si tenía otras canciones y, con esa demanda, de inmediato le cantaron dos más.

Él recibió un trago del inagotable garrafón que le ofreció uno de los contertulios y se despidió, aduciendo el cansancio que a esa hora lo agobiaba, después de una jornada agotadora; pero les pidió que se fueran a recoger, para que a las 10 de la mañana lo visitaran en el hostal, con el texto escrito de las tres canciones, una grabadora, casete en blanco y el mismo grupo con sus voces.

A la hora fijada el grupo estaba en el hotel y fueron recibidos en la misma habitación pues aún Calixto no se había levantado. Allí escuchó nuevamente las tres canciones, que fueron grabadas a capela y guardó el casete, con la promesa de que, a través de Cesar Bustamante Vides, el empresario de la caseta que lo había llevado a Chiriguaná, mandaría razón de lo que hubiera decidido.

En efecto, un día del primer semestre de 1975, el joven compositor llegó a la cafetería que Bustamante tenía en la misma plaza, a pocos metros de donde había ocurrido el encuentro de esa madrugada con Calixto; el propietario le dijo: “le tengo buenas noticias. Le mandó a decir Papá Calixto que esté pendiente de su próximo disco que sale en estos días, porque ahí viene una canción suya”.

No había imaginado Martínez, que su composición Mensaje de Amor, le daría nombre al LP del famoso artista o fuera la primera canción en el lado 1.

En junio de ese año, estando en Manaure Balcón del Cesar, el compositor escuchó por las emisoras de Valledupar que había salido el nuevo disco de Calixto Ochoa, a quien los medios radiales le daban toda la publicidad del caso, pues se trataba del tercer rey del Festival Vallenato que estaba en el curubito de su carrera musical. Al bajar de Manaure, no siguió a Rinconhondo o a Chiriguaná, lugar de la casa paterna. Se fue directo a la tienda Discolombia de Valledupar; allí, pidió la carátula del LP y solicitó al vendedor que le permitiera escuchar el No. 1 del lado A, como en realidad ocurrió; pero rápido lo interrumpió para reiterarle que quería escuchar era el No1 del lado A, a lo que el interlocutor le respondió que era el que estaba sonando.

Los arreglos instrumentales de la introducción le hicieron extrañar su propia canción, su opera prima, hasta cuando empezaron a escucharse las voces de Calixto Ochoa con Hugo Rivera cantando homofónicamente las estrofas y de la misma forma, Hugo Rivera con Johnny Cervantes los coros. Era la primera canción vallenata que se interpretaba de esa manera. Su emoción fue tan grande que sacó todo lo que había en sus bolsillos, reservó los costos del pasaje y el restó lo compró en discos, que llevó a las tiendas y cantinas de Rinconhondo y de Chiriguaná.

En adelante, le quedaría además de la gratitud, una bonita amistad con el Cantor de Valencia. Y aunque su vida poco bohemia ha estado centrada más que todo en la actividad académica, por lo que es poco conocida su faceta de compositor; después de Mensaje de Amor vendrían otras oportunidades de grabación, con artistas que les dieron acogida a sus creaciones, como Noel Petro, Gali Galiano, Alfredo Vaños, Adalberto Ariño, Oscar Negrete con Rubén Argote, el Grupo Macondo, el Pollo López y otros. Pero aún son más de 100 sus composiciones inéditas en una diversidad de géneros además del vallenato, que esperan a que algún día, aunque sea de forma fortuita, otro famoso se entere de ellas y las quiera grabar.

 

Roberto Carlos Cassiani Arias

4 Comentarios


Ana María Arias 06-04-2024 03:02 PM

Excelente crónica

Eliecer Arias 06-04-2024 03:15 PM

Execelente

Paola Lopez Rangel 06-04-2024 03:40 PM

Excelente escrito, no sabía que era la homofonía y como lo dice el escrito, ni los coristas lo saben, así como la música es un lenguaje universal, la escritura y sobre todo si es poesía también lo es, Felicidades Roberto Carlos por esta gran interpretación

Galo Mendoza Ortiz 06-04-2024 05:42 PM

Roberto hijo te felicito por ese documental fabuloso la verdad que cada día me siento más orgulloso de usted por ese talento inquieto investigativo, con la bendición de Dios tú humildad y tu capacidad te llevarán lejos. Un abrazo fuerte te quiero mucho sobrino

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