Ocio y sociedad
Un cuarto de siglo sin la fea más bella de Colombia
Sin temor a equivocarme, la célebre imagen y semejanza de “Beatriz Aurora Pinzón Solano” interpretada por la talentosa y bellísima actriz, Ana María Orozco, fue la impoluta representación de si se me permite el término “salvadora de la patria” de la época en momentos crueles en que la franja roja de nuestra bandera nacional pasó de ser alimentada de la sangre que derramaron nuestros próceres en la Independencia por las lágrimas de sangre que miles de compatriotas desgajaban por intermedio de sus lacerados ojos al vislumbrar un fin de siglo en penurias; y, en extremo, simplemente en guerra.
Era 1999 y las malas noticias pululaban como aves de mal agüero deambulando por entre el oscuro ambiente: unido a un fin de siglo en guerra, prácticamente endémica, con 402 masacres registradas en las que perecieron 1.863 personas conexo lo anterior a los activos enfrentamientos entre la guerrilla que imponía la extorsión y el secuestro en las carreteras a través de las denominadas “pescas milagrosas” y los paramilitares regados por lo largo y ancho del país con más de 500 asesinatos de civiles a cuestas (incluyendo la práctica del desplazamiento forzado en varias poblaciones), Colombia atravesaba la peor crisis económica de su historia; un ilusorio proceso de paz acompañado por el suceso de la “Silla vacía” (7 de enero) protagonizado por el entonces comandante de las Farc, Pedro Antonio Marín, -alias “Manuel Marulanda Vélez” o “Tirofijo”-; un terremoto de 6.0 grados en la escala de Richter asoló el Eje Cafetero dejando como saldo mil muertos y 200 mil damnificados (25 de enero); mataron el humor nacional (13 de agosto) personificado por el inolvidable, Jaime Garzón, y cuya frase lapidaria prorrumpida por el presentador de deportes de ese tiempo, Cesar Augusto Londoño, fue más que digna para tan lamentable suceso: “país de mierda”; de igual modo, asesinaron al consejero de paz Jesús Antonio Bejarano (15 de septiembre) e, insoslayable, la movilización organizada por la Fundación “País Libre” contra la violencia (24 de octubre) que aglomeró a 12 millones de personas que marcharon en 600 municipios del país y 24 del exterior para exigir el fin de la desaparición forzada, de las masacres, del desplazamiento y del secuestro.
Qué panorama, ¿no? Sumido en la desolación, el país, entonces, reía, en algo, con “Sábados felices” o con la tan bien lograda propuesta humorística de mediados de la década de los años noventa, “Ordóñese de la risa”, pero no cabe menor duda que la llegada, -de paso, propicia-, de esa denominada “salvadora de la patria” (y de “Ecomoda”, valga resaltar), sacó del marasmo y de la monotonía a un sinfín de almas, heridas de muerte, que resucitaron con su historia, la mundialmente conocida “Yo soy Betty, la fea”: obra maestra propiedad del ya fenecido Fernando Gaitán (1960 – 2019) quien, a través de su sapiente pluma, se encargó de darle vida a una muchacha fea que, caída como “mosco en leche” al interior del mundo de la moda y de las bellas, terminó, en definitiva, por cautivar no solo a la audiencia de su propia patria sino a la del mundo entero al punto de ser emitida en más de 180 países, doblada a más de 25 idiomas e incluida en 2010 en el Libro Guinness de los récords como la “telenovela más exitosa de la historia de la televisión”.
Así pues, “Yo soy Betty, la fea” fue el bálsamo para que la nación se distrajera del apesadumbrado panorama noticioso de la época gracias a la magnífica creación de Gaitán: ilustrísimo contador de historias para televisión, primero, en calidad de libretista de la recordada teleserie “La fuerza del poder” (Coestrellas, 1993); inspirador de “Hasta que la plata nos separe” (RCN, 2006) y, a la postre, el también artífice por excelencia de la exitosa producción “Café con aroma de mujer” (RCN, 1994) (y que no se nos haga extraño que ese mismo canal esté planeando su retransmisión para celebrar sus primeros treinta años), protagonizada por la esbelta Margarita Rosa de Francisco (“Gaviota”) y el galán brasileño Guy Ecker (“Sebastián Vallejo”) y hasta con la respectiva opinión del caso, -por cierto, sesuda y atinada-, por parte del señor ex presidente de la República, Dr. Alfonso López Michelsen (1974 – 1978), por medio de la columna titulada “Café con aroma de Colombia” (El Tiempo, 1995).
El país de la época, expectante, frente a su televisor familiar; o en una cafetería; o en un restaurante; o en un centro comercial; o, donde fuese, no perdía el hilo en cuanto a la trama de la historia: una fea e inteligente mujer que, inmersa en los conciertos de los números y de las finanzas, logró ingresar al mundo de las modas y de las bellas con el impasse de debatirse entre “Hugo Lombardi” (sensacionalmente interpretado por Julián Arango), la bella, aunque arrogante, “Marcela Valencia” (Natalia Ramírez), -prometida de “don Armando” (Jorge Enrique Abello)- y la despampanante y sensual fémina, “Patricia Fernández”, que, en últimas, “triste y vacía” como el clásico de Héctor Lavoe, su personificación estuvo a cargo de la musa cartagenera, Lorna Paz. (O “La reina de Cartagena” como la canción de Diomedes Díaz).
Adicional, aparte de las burlas de estos hacia su inocente y serena persona, debía soportar los desprecios de los banales “Daniel Valencia” (Luis Mesa), -hermano de Marcela y rival acérrimo de “don Armando” por aquello de la presidencia de “Ecomoda”-, “Mario Calderón” (Ricardo Vélez), -mejor amigo de “don Armando” y vicepresidente comercial de “Ecomoda”- y hasta del mismísimo inefable, “don Armando”, presidente de la compañía con fracaso de sus metas a bordo a pesar de que este termina enamorándose perdidamente de “Betty” y, al final de la novela, se ella lo perdona y se casan (“el amor es ciego”, ¿no?); indistintamente de la recordada carta de instrucciones suscrita por “Mario” (más leída que “El quijote de la mancha”, prorrumpen algunos, a modo de chiste) para que emprendiese un prácticamente siniestro plan de conquista hacia ella, valga recordar, apoderada de “Ecomoda” (cuasi sumida en una quiebra de gran magnitud por el fracaso de la primera colección y el antecedente de los insumos caídos en contrabando con pérdidas dinerarias estimadas en 4 millones de dólares) por intermedio de “Terramoda” gerenciada por su mejor amigo y colega, el genial “Nicolás Mora” (Mario Duarte).
El punto álgido de la telenovela tiene que ver con que “Betty” enterada del contenido de la siniestra carta de instrucciones firmada por “Mario”, decide vengarse de “don Armando” en la junta de septiembre donde se descubre la verdad: el estado real de “Ecomoda”. Capítulo que paralizó sino a medio país entonces a todo y en el que, entre otras cosas, “Marcela”, de forma lacónica, concluye: “…Armando: la mujer que tanto amas te ha entregado en esta junta…”; en referencia al acontecimiento que dejó estupefacto a los demás miembros partícipes de la misma empezando por “don Roberto Mendoza y Cifuentes”, padre de “don Armando”, interpretado por el eminentísimo maestro Kepa Amuchástegui cuyo preciso y precioso uso de la lengua castellana se puede evidenciar, incluso, en su sobrio canal de YouTube, @kepamu, en calidad de gestor cultural colgando en su espacio vídeos de cuentos, poesías, anécdotas personales y audiolibros, destacándose la lectura de “El quijote de la mancha” de Miguel de Cervantes Saavedra (1547 – 1616) y “El otoño del patriarca” de Gabriel García Márquez (1927 – 2014).
Pero no todo fueron problemas en el mundo de “Betty”: no podemos dejar atrás el risible “Cuartel de las feas” integrado por la asimismo despampanante, coqueta y sensual recepcionista “Aura María Fuentes” en la piel de la también musa, pero ibaguereña, Stefanía Gómez, a la que no tendría problema en dedicarle un pedazo del vallenato “Mis amores” de Diomedes que reza: “…Yo siento dentro de mí una cosa extraña; mi corazón se enfurece y me regaña; preguntándome por qué no ve a su dueña. Quisiera cristalizar esas montañas; que me impiden que yo vea a mi ibaguereña…”. (Bis); la chiquitina, “Sofía López”, interpretada por la afamada actriz, Paula Peña, con participaciones especiales en “Dejémonos de vainas” (Coestrellas, 1984) y “Don Chinche” (RTI, 1982) y recordada por sus altercados con su ex marido “Efraín Rodríguez” (Raúl Santa, ya fenecido), -alias “el Cheque”-, y quien de paso sostenía amoríos con la otra despampanante, coqueta y sensual “Pupuchurra” (Martha Isabel Bolaños); la divertida gordita, “Bertha Muñoz”, personificada por la también afamada actriz, Luces Velásquez; “la Jirafa Solterona”, “Sandra Patiño” (Marcela Posada); la querida y pícara morena “Mariana Valdés” (María Eugenia Arboleda) y la primerísima actriz, ya fallecida, Dora Cadavid, en el rol de doña “Inesita Ramírez”, la modista de Hugo Lombardi.
Y ni qué decir del jefe de personal de la compañía, don “Saúl Gutiérrez”, “Guti-Gut”, interpretado por el reconocido actor, Alberto León Jaramillo; o de los abogados de “Betty”, en especial, el “cachaquísimo” “Doctor Antonio Sánchez” desentrañado por el también eminentísimo, Cesar Mora, el recordable “Cascarita” o “Pepito Mamoré” en la ingeniosa “¡Música Maestro!” (Caracol, 1990); o del “Don Juan” de “Ecomoda” Freddy Stewart Contreras (Julio Cesar Herrera) o de los auténticos padres de “Betty”, doña “Julia Solano de Pinzón” (Adriana Franco) y don “Hermes Pinzón Galarza” encarnado en la insigne persona actoral del maestro Jorge Herrera; memorable por su papel de “Tío Júpiter” en la legendaria serie “N. N.” (Colombiana de Televisión, 1990).
Aparte de haber sido incluida en 2010 en el Libro Guinness de los récords como la “telenovela más exitosa de la historia de la televisión”, cabe resaltar que, en 2001, se llevó 10 premios TvyNovelas (Colombia); 3 premios TvyNovelas (México) y 4 premios India Catalina en la edición del año 2000.
***
Si bien es cierto que el cuarto de siglo de la icónica telenovela -que, sin exagerar, posa como la mejor de todos los tiempos o la que “partió” en dos la historia de la televisión nacional-, se celebra en octubre (mes en el cual se estrenó de un año de 1999 bajo la operación de transmisiones por parte del entonces recién naciente canal privado, RCN), cabe recordar que, nuevamente, ese mismo canal en uso de la tarjeta de invitación “‘Yo soy Betty, la fea’ regresa al Canal RCN para celebrar su primer cuarto de siglo” le apostó a su cuarta retransmisión (2009, 2016, 2019 y 2024) en ocasión de, valga la redundancia, ir celebrando por adelantado sus primeros 25 años de vigencia uniendo a lo anterior su nueva temporada que a partir del pasado, 19 de julio, estrenó el servicio de streaming, Prime Video, bajo el mote: “Betty, la fea: la historia continua”.
Y como la historia continua:
“Si fea soy, pongámosle
Que de eso ya yo me enteré
Mas la fealdad que Dios me dio
Mucha mujer me la envidió
Y no dirán que me creí
Porque modesta siempre fui”.
¡Yo soy así!
Nicolás Fernando Ceballos Galvis
Sobre el autor
Nicolás Fernando Ceballos Galvis
Comunicación sin fronteras
Comunicador social egresado de la Fundación Universitaria San Alfonso (Bogotá, 2015), destacó, allí, por su informe especial relativo al XII Congreso de teología moral: “La objeción de conciencia: ¿un derecho de la persona?” (Bogotá, 2012), y, en 2014, siendo monitor del Centro de Producción Multimedia y Audiovisual, colaborando, principalmente, en el Boletín Institucional, “Máxima Alfonsiana”, en calidad de redactor. En 2015, fue ponente del Primer Encuentro Interinstitucional sobre Investigación Interdisciplinar, base para la realización del trabajo de grado grupal a efecto de optar el correspondiente grado bajo el título “La investigación interdisciplinaria en la Fundación Universitaria San Alfonso”.
Asimismo, participó, en sus tiempos de bachiller, en el “Primer Concurso de Cuento, Poesía y Dibujo Infantil y Juvenil por la Paz de Colombia” promovido por el Grupo Editorial EDUCAR (2006) y ya en calidad de periodista independiente, obtuvo, en 2022, el primer puesto (categoría crónica corta) por el escrito de su autoría, “Diario de ‘Villa Imperial’”, expuesto al interior del concurso “La realidad de nuestro territorio a través de tus ojos” promovido por la Secretaría de Mujer y Juventud de la Alcaldía del municipio de Funza, Cundinamarca.
Participante en diversos simposios y capacitaciones académicas relacionadas con su carrera tanto a nivel nacional como internacional, desde 2019 cuenta con una amplia experiencia en el sector de las publicaciones periodísticas independientes a través de su blog personal, “Comunicación Sin Fronteras”, bajo la elaboración de artículos de interés general con énfasis, principalmente, en asuntos culturales o de reflexión social; musicales (en especial, sobre su admirado folclor vallenato, asuntos netamente salseros y rancheros) y temas futbolísticos, “a sol y sombra”, en remembranza del título del libro que evoca este deporte de la autoría del extraordinario, ya fenecido, cronista uruguayo, Eduardo Galeano.
Ahora, este joven bogotano, “con corazón costeño”, pretende cultivar un constructo social que, desde diversas temáticas, logre cautivar al público lector mayoritario de PanoramaCultural.com.co a través de sus opiniones reflejadas al interior de su tribuna la cual ha decidido titular, igualmente, con el mote de su blog personal en honor a su trabajo periodístico independiente.
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