Ocio y sociedad
Guillermo Arrieta “Perra Flaca”: fiesta, amistad y risas
En todos los pueblos, sin excepción, existen personajes que marcan la historia de cada uno de sus habitantes y se convierten en íconos que, con el tiempo, enriquecen la cultura. Esto se debe a que, con sus actos peculiares, van formando una leyenda y se transforman, al igual que las fiestas patronales, en símbolos de afecto y cariño. Esto es aún más cierto cuando desempeñan un oficio que beneficia a los moradores del pueblo.
"Perra Flaca", como cariñosamente le decíamos, no se inmutaba ni se sentía incómodo por su apodo. Aunque pudiera parecer despectivo, él se sentía a gusto con que sus amigos lo llamaran así. Pienso que, en la actualidad, esa jocosidad de los pueblos sería catalogada como "bullying".
Lo cierto es que tenía una camioneta Ford F-100, de esas que la Federación Nacional de Algodoneros trajo para los federados. Era de color azul. En un tiempo, con esa camioneta, se dedicaba a llevar niños a las escuelas, y lograba acomodar unos veinte, si no más.
Recuerdo que mi hermana María utilizaba sus servicios. Él era una persona alegre y bulliciosa; llegaba a las casas donde tenía confianza, entraba hasta la cocina y se servía el café. Cuando no lo habían preparado, decía: “¡Carajo, dejen la flojera! ¿A mí me guardan tinto o no recojo más a los pelaos?”.
Por supuesto, solo era un decir, ya que con esas palabras nos hacía reír. Luego salía muerto de la risa, dejando un ambiente de alegría tras su paso. Una vez, mi sobrino Eduardo José, quien lo recuerda con mucho cariño, llegó furioso al medio día de la escuela y le dijo a mi hermana:
—¡Mamá, que no me hagas más Fresco Royal! Prepárame jugo de lulo o de frutas, o si no, Milo con leche.
—Hijo —le respondió mi hermana—, yo te hago eso rápido cuando Guillermo llega temprano y no me queda tiempo. Bueno, ¿y quién te dijo eso? ¿La profesora?
—No —contestó mi sobrino—, fue Perra Flaca, porque nosotros le damos un poquito de lo que sobra.
Desde ese día, mi hermana siempre le echaba un adicional para que Guille pudiera disfrutar también.
Esa camioneta se convirtió en el transporte del pueblo. Nunca le negaba un "chance" o un favor a nadie. Algo que recuerdo mucho de él era su cumpleaños: celebraba el 15 de agosto, el mismo día de la fiesta de la Divina Pastora.
Y bueno… Llenaba la camioneta con todos sus amigos y recorría toda la población de Codazzi. A las cinco de la mañana pasaba por mi hermano, "el Negro", y por mí.
Las guitarras no podían faltar. Cuando mi papá se encontraba con él a esa hora de la madrugada, buscándonos, le decía:
—¡Pa’ eso es que servíí, pa’ emborracharme a los pelaos!
Y él le respondía:
—¡Ve, José Camilo, ya tú bebiste bastante! Déjanos disfrutar a nosotros--.
Nos íbamos riendo, y al final mi papá le decía:
—Me los cuidai--.
Luego seguía por Fernando Gómez, Jairo Hinojosa, Silvio Herrera, César González (Q.E.P.D.), quien casualmente cumplía años ese mismo día.
Asistíamos juntos a la alborada mientras recogía a todos los amigos que encontrábamos en el camino. Nos brindaba desayuno y almuerzo, y pasábamos el día parrandeando. Garrafas de aguardiente iban y venían. ¡Qué momentos aquellos que nos regalaba la vida, llenos de su amistad sincera!
Jamás lo vi disgustado; siempre estaba alegre, jocoso, contando cuentos y chistes. Amaba profundamente a su familia y transmitía esa alegría a todos los que lo rodeaban.
Tenía un taller de soldadura con el cual contribuyó al desarrollo del pueblo, ya que su oficio fue parte importante de la industria de fabricación local. Todos lo conocían, y todos eran amigos de “Perra Flaca”.
Al igual que muchos de mis amigos, yo esperaba con ansias el 15 de agosto para celebrar dos fiestas: la de nuestra patrona, la Divina Pastora, y el cumpleaños del "patrón", Guillermo Arrieta.
Guillermo Arrieta, o "Perra Flaca", no solo fue una figura querida y respetada en el pueblo, sino un ejemplo de generosidad y alegría. Su taller de soldadura, su camioneta que se convirtió en un símbolo de la comunidad y su carácter alegre dejaron una huella imborrable en todos los que lo conocimos. Cada 15 de agosto, celebrábamos no solo la fiesta de la Divina Pastora, sino también el cumpleaños de un amigo que, con su sencillez y buen humor, hizo de Codazzi un lugar más cálido y unido. Su amistad sincera, su amor por la familia, su liderazgo cívico y su dedicación al pueblo seguirán siendo recordados por todos los que tuvimos el privilegio de compartir momentos junto a él.
Luis Carlos Guerra Ávila
Tachi Guerra
Sobre el autor
Luis Carlos Guerra Ávila
Magiriaimo Literario
Luis Carlos "El tachi" Guerra Avila nació en Codazzi, Cesar, un 09-04-62. Escritor, compositor y poeta. Entre sus obras tiene dos producciones musicales: "Auténtico", comercial, y "Misa vallenata", cristiana. Un poemario: "Nadie sabe que soy poeta". Varios ensayos y crónicas: "Origen de la música de acordeón”, “El ultimo juglar”, y análisis literarios de Juancho Polo Valencia, Doña Petra, Hijo de José Camilo, Hígado encebollado, entre otros. Actualmente se dedica a defender el río Magiriamo en Codazzi, como presidente de la Fundación Somos Codazzi y reside en Valledupar (Cesar).
4 Comentarios
Excelente. Qué bella historia la de Perra Flaca. Esas son las historias que enriquecen a un pueblo y lo llenan de bendiciones. Guillermo Arrieta: siempre vivirás en nuestros corazones. Amén.
Que buenos momentos vividos y que bella forma de recordarlos.
Excelente narración de un personaje pintoresco de nuestro municipio.
No sabìa del fallecimiento de mi compadre , Guillermito Arrieta , gran amigo , siempre lo llevarè en mi corazòn . Al igual que mi gran amigo William Padrò , q.e.p.d , a pesar de que fuimos grandes amigos , nunca les supe la edad y nunca les vi la cédula , para ellos era un problema decir la edad . Que pesar siento , tengo muchos recuerdos agradables con ellos , Dios los tenga en su santo reino .
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