Ocio y sociedad

El poder de decidir: autonomía y libertad en la vida de las mujeres

Beatriz Ramírez David

07/04/2025 - 05:35

 

El poder de decidir: autonomía y libertad en la vida de las mujeres
Manifestaciones a favor de los de derechos de las mujeres / Foto: créditos a su autor

 

El derecho a decidir sobre nuestras vidas, cuerpos y futuros es un pilar fundamental de la igualdad de género y la justicia social. Sin embargo, en pleno siglo XXI, millones de mujeres en el mundo aún enfrentan barreras estructurales, culturales y políticas que limitan su autonomía.

Desde el acceso a la educación y el trabajo digno hasta la toma de decisiones sobre la maternidad y la participación en la esfera pública, el poder de decidir sigue siendo un privilegio para algunas en lugar de un derecho universal. Este artículo explora la importancia de garantizar la autonomía de las mujeres como una estrategia clave para la construcción de sociedades más justas, inclusivas y sostenibles.

La autonomía como base de la igualdad

La autonomía de las mujeres se expresa en múltiples dimensiones: económica, política, física y social. Cada una de ellas es esencial para que podamos ejercer plenamente nuestra ciudadanía y desarrollar nuestras vidas sin restricciones impuestas por el patriarcado. La autonomía económica, por ejemplo, permite que las mujeres accedan a empleo digno, salario justo y oportunidades de crecimiento profesional, rompiendo con la dependencia que perpetúa la violencia de género y la desigualdad.

En el ámbito político, la participación de las mujeres en la toma de decisiones sigue siendo limitada. A pesar de los avances en representación política, en muchos países sigue habiendo una brecha significativa en el acceso a cargos de liderazgo. La autonomía física, por otro lado, está directamente relacionada con el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos: el acceso a la salud sexual y reproductiva, la lucha contra la violencia de género y la erradicación de prácticas nocivas como el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina.

Barreras que persisten

A pesar de los avances normativos y de las luchas feministas que han conseguido grandes conquistas, las mujeres aún enfrentamos barreras estructurales que limitan nuestra autonomía. La falta de políticas públicas efectivas, la resistencia cultural a la igualdad y equidad de género y la violencia institucional son algunos de los principales obstáculos.

Uno de los mayores retos sigue siendo la brecha salarial y la falta de corresponsabilidad en el trabajo de cuidados. Las mujeres continúan realizando la mayor parte del trabajo no remunerado en los hogares, lo que dificulta su inserción y permanencia en el mercado laboral en igualdad de condiciones. Además, la violencia de género sigue siendo una pandemia global que afecta la capacidad de las mujeres para decidir libremente sobre sus vidas.

El papel de la educación en el poder de decidir

La educación con perspectiva de género es una herramienta fundamental para el empoderamiento de las mujeres. Desde la infancia, es necesario desmontar los roles y estereotipos que limitan las aspiraciones de niñas y adolescentes. Los sistemas educativos deben garantizar contenidos libres de sesgos de género, promoviendo la igualdad de oportunidades y fomentando la participación equitativa en todas las áreas del conocimiento, incluyendo la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.

La educación no solo abre puertas al mundo laboral, sino que también brinda herramientas para el ejercicio de los derechos. Una mujer informada conoce sus derechos y tiene más posibilidades de defenderlos frente a la discriminación y la violencia. Por ello, es urgente que los Estados inviertan en programas educativos que integren la igualdad de género de manera transversal en los planes de estudio.

La sororidad y la acción colectiva

El poder de decidir no es solo una lucha individual, sino un proceso colectivo. La sororidad y el activismo han sido claves en la conquista de derechos para las mujeres a lo largo de la historia. Movimientos feministas, organizaciones de mujeres y redes de apoyo han logrado avances significativos en la promoción de leyes y políticas públicas que garantizan la autonomía femenina.

Es fundamental que sigamos generando espacios de debate, formación y movilización para exigir que nuestros derechos sean una prioridad en la agenda política y social. La lucha por la igualdad no puede depender únicamente de las mujeres; es necesario el compromiso de toda la sociedad, incluyendo a los hombres como aliados en la transformación de estructuras patriarcales.

Para finalizar, comparto con ustedes unas preguntas que me realizaron respecto a este tema que me parecen oportunas.

1°- ¿Qué significa realmente tener autonomía sobre nuestro cuerpo y cuáles son las principales barreras que enfrentamos para ejercerla?

Tener autonomía sobre nuestro cuerpo significa que las mujeres tenemos el derecho inalienable de tomar decisiones libres, informadas y sin coerción sobre nuestra salud, nuestra sexualidad, nuestra maternidad y nuestra apariencia. Es poder decir "sí" o "no" sin miedo, sin culpa y sin que nadie más imponga su voluntad sobre nosotras.

2°- ¿Cómo influye la sociedad, la cultura y la familia en las decisiones que tomamos sobre nuestro cuerpo y nuestras vidas?

La sociedad, la cultura y la familia tienen una influencia profunda en las decisiones que tomamos sobre nuestro cuerpo y nuestras vidas, muchas veces imponiéndonos normas y limitaciones que restringen nuestra autonomía. Desde que nacemos, se nos enseña qué es “correcto” para una mujer según los valores patriarcales, moldeando nuestras elecciones y haciéndonos creer que debemos complacer a los demás antes que a nosotras mismas. ¿El resultado? Mujeres que crecen con miedo a decidir por sí mismas, con la sensación de que su cuerpo y su vida son de interés público y no propio. Pero estamos cambiando eso. Al cuestionar estas imposiciones y exigir nuestro derecho a decidir, rompemos con un sistema que nos quiere sumisas. Nuestro cuerpo no es un objeto de control social, es nuestro. Y tenemos derecho a vivir, decidir y existir en libertad.

3°- ¿Por qué es importante que la educación sexual y los derechos reproductivos sean parte del debate sobre la autonomía de las mujeres?

La educación sexual y los derechos reproductivos son pilares fundamentales en la lucha por la autonomía de las mujeres porque sin información ni acceso a servicios de salud sexual, nuestras decisiones no son realmente libres, sino limitadas por la ignorancia, el miedo y la falta de opciones. La autonomía de las mujeres no es real si seguimos dependiendo de otros para conocer y ejercer nuestros derechos sobre nuestro propio cuerpo. Por eso, exigir educación sexual integral y acceso a derechos reproductivos no es un capricho, es un acto de justicia y de resistencia.  Porque decidir no es un privilegio, es un derecho. Y nadie debería arrebatárnoslo.

4°- ¿De qué manera podemos apoyar a otras mujeres para que tomen decisiones libres y sin presiones sobre su cuerpo y su vida?

Apoyar a otras mujeres para que tomen decisiones libres y sin presiones es un acto de resistencia y sororidad. En una sociedad que constantemente nos dice qué hacer con nuestro cuerpo y nuestra vida, es fundamental acompañarnos, informarnos y empoderarnos mutuamente.

-Escuchar sin juzgar
Cada mujer tiene su propio camino y sus propias circunstancias. No debemos imponer nuestras ideas, sino brindar un espacio seguro donde pueda expresar sus dudas y miedos sin temor a ser criticada.

-Informar y compartir conocimiento
Muchas mujeres desconocen sus derechos porque el sistema no quiere que los conozcamos. Es nuestra responsabilidad difundir información sobre educación sexual, salud reproductiva, derechos laborales y mecanismos de denuncia ante la violencia de género.

-Denunciar la violencia y el control sobre nuestros cuerpos
No podemos callar cuando vemos que una mujer está siendo presionada, manipulada o violentada. Acompañarlas en el proceso de salir de relaciones tóxicas, acceder a servicios de salud o exigir justicia es clave para que puedan tomar decisiones sin miedo.

-Crear redes de apoyo entre mujeres
El patriarcado nos ha enseñado a competir y desconfiar unas de otras, pero la verdadera revolución está en unirnos, apoyarnos y fortalecernos juntas. Si una mujer está en riesgo o en una situación vulnerable, debemos estar ahí para ella.

-Exigir políticas públicas que garanticen nuestra autonomía
No basta con cambiar mentalidades, también hay que cambiar estructuras. Luchar por leyes que protejan nuestros derechos, por acceso universal a la salud y la educación sexual, es garantizar que todas las mujeres puedan decidir sin obstáculos.

Cuando una mujer decide en libertad, todas avanzamos. Porque el feminismo no es solo individual, es colectivo. Y juntas somos imparables.

5°- ¿Cómo podemos convertir este diálogo en acciones concretas para fortalecer el derecho a decidir de todas las mujeres?

El diálogo es el primer paso, pero el cambio real ocurre cuando pasamos de la reflexión a la acción. Para fortalecer el derecho a decidir de todas las mujeres, debemos transformar nuestras palabras en estrategias concretas que desafíen las estructuras de opresión y garanticen nuestra autonomía. Aquí comparto algunas acciones concretas:

-Exigir educación sexual integral y acceso a derechos reproductivos

-Denunciar la violencia y acompañar a quienes la sufren

-Organizar espacios de formación y debate como tertulias, talleres, conversatorios y campañas de sensibilización.

-Crear redes de apoyo y sororidad

-Movilizarnos y hacer presión social

-Hablar es necesario, pero actuar es urgente. Nuestro derecho a decidir no se pide, se exige y se ejerce.

-Garantizar el poder de decidir a todas las mujeres no es solo un asunto de derechos humanos, sino una condición indispensable para el desarrollo sostenible. Cuando las mujeres tienen autonomía, las sociedades avanzan en equidad, justicia y bienestar colectivo. El desafío es grande, pero la historia nos ha demostrado que los cambios son posibles cuando hay voluntad política y acción colectiva.

El llamado es claro: debemos seguir exigiendo nuestro derecho a decidir, sin restricciones ni imposiciones. La igualdad no es un privilegio, es un derecho. Y la lucha continúa hasta que todas las mujeres, sin excepción, puedan ejercer su autonomía plena.

 

Beatriz Ramírez David

Sobre el autor

Beatriz Ramírez David

Beatriz Ramírez David

Mundo en femenino

Consultora en temas de Mujer y Género, facilitadora social y comunitaria, conferencista, online speaker y escritora. Embajadora de mujeres liderando América Latina y Global Ambassador NERDS RULE INC. Página web: https://beatrizramirezdavid.wordpress.com/

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