Ocio y sociedad
Jugadoras no invitadas: el derecho de las mujeres a ocupar el campo y hacerlo propio

El fútbol femenino no es una concesión. No es una moda, ni un anexo del deporte masculino. Es una lucha. Una afirmación política de que las mujeres no están “invitadas” a la cancha: están allí porque tienen derecho. A jugar, a liderar, a ser vistas, a ser respetadas. Y, sobre todo, a transformar ese espacio históricamente masculinizado en uno más justo, más igualitario y libre.
Desde el año 2015 por iniciativa de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (CONCACAF), se crea el Día Internacional del Fútbol Femenino que se celebra cada 23 de mayo, para fomentar la práctica del fútbol en niñas y mujeres en todo el mundo, así como promover la igualdad de género en este deporte.
No celebramos una fecha sin historia. Celebramos la resistencia de miles de mujeres que, durante décadas, han desafiado prohibiciones, burlas, invisibilización institucional y violencia estructural para patear una pelota. Mujeres que se organizaron cuando les negaban estadios. Que entrenaron en parques, que usaron camisetas heredadas de varones, que jugaron sin cobertura mediática y sin sueldos dignos. Que lo hicieron, aún sabiendo que muchas veces el reconocimiento no llegaría. Lo hicieron porque el fútbol también es suyo.
Un terreno históricamente negado
El fútbol, como muchos otros espacios, ha sido un símbolo de masculinidad hegemónica. En numerosos países, incluida América Latina, las mujeres no solo fueron desalentadas de jugar: se les prohibió abiertamente. En Brasil, por ejemplo, el fútbol femenino fue ilegal entre 1941 y 1979. En Argentina, las jugadoras enfrentaron décadas de abandono institucional. Los antecedentes en Colombia se remontan a la década de 1970, cuando el deporte se practicaba informalmente en diversas ciudades del país. Sin embargo, la primera aparición internacional de la selección femenina de Colombia fue en el Campeonato Sudamericano Femenino de 1998 en Mar del Plata. Y en muchos rincones del mundo, aún hoy, ser mujer y querer jugar al fútbol sigue siendo un acto de transgresión.
Este silenciamiento histórico no es casual: responde a un sistema patriarcal que ha relegado a las mujeres a la esfera privada, mientras asigna a los hombres el espacio público, la representación, el espectáculo. El fútbol, como fenómeno cultural, reproduce esas desigualdades. Lo vemos en la brecha salarial abismal entre jugadores y jugadoras profesionales, en la falta de cobertura mediática, en la escasa inversión, en los comentarios sexistas, y en las barreras de acceso desde la infancia.
Más que un deporte: una plataforma de lucha
Las mujeres no solo juegan al fútbol: lo están revolucionando. Desde Megan Rapinoe exigiendo igualdad salarial en Estados Unidos, hasta las selecciones femeninas de Colombia, Chile, México o España que han denunciado públicamente maltratos, acoso y condiciones indignas. Las jugadoras están hablando, organizándose, demandando cambios y visibilizando violencias que antes se callaban.
No se trata solo de dinero —aunque la brecha económica sea una clara forma de discriminación—. Se trata de condiciones dignas para entrenar, de ligas estables, de contratos formales, de salud física y mental, de respeto en los medios y en las tribunas. Se trata de erradicar el acoso sexual y la violencia machista dentro y fuera de los clubes. Se trata de poder vivir del deporte sin ser deslegitimadas constantemente.
Cada vez que una niña entra a una cancha sin pedir permiso, cada vez que una jugadora denuncia un abuso, cada vez que un equipo femenino llena un estadio, se desafía una estructura profundamente desigual. Y eso es profundamente político.
El rol de las instituciones y los medios
La igualdad no se logra con discursos. Se necesita voluntad política. Las federaciones deportivas deben asumir un compromiso real con el desarrollo del fútbol femenino: no como un “brazo social”, sino como una parte central de su estructura. Esto incluye inversión, planificación a largo plazo, y representación de mujeres en los espacios de toma de decisiones.
Los medios de comunicación, por su parte, tienen una enorme responsabilidad. Cubrir el fútbol femenino no debe ser una excepción ni una “curiosidad de color”. Es parte del deber informativo y de la construcción de una cultura deportiva más equitativa. Visibilizar a las jugadoras, narrar sus historias, transmitir sus partidos con la misma calidad que los del fútbol masculino es un paso fundamental para romper con el círculo de invisibilidad.
Un cambio cultural urgente
El fútbol femenino crece no solo por talento, sino por lucha. Pero no puede seguir creciendo a costa de la precariedad y la resistencia constante. Es hora de que la sociedad acompañe ese crecimiento con una transformación profunda de las estructuras culturales que siguen ubicando a las mujeres como "invitadas" en un deporte que también les pertenece.
En los colegios, es necesario fomentar la práctica del fútbol sin sesgo de género. En los clubes, asegurar igualdad de oportunidades desde las categorías formativas. En las tribunas, erradicar el machismo. En las casas, dejar de repetir que "el fútbol es para varones". Las niñas deben crecer sabiendo que pueden ser jugadoras, entrenadoras, dirigentes o periodistas deportivas. Que tienen derecho a ocupar el campo y hacerlo suyo.
Conclusión: ocupar la cancha es cambiar el mundo
Las mujeres no han llegado al fútbol “para sumar”. Han estado siempre. Y están para quedarse. Cada vez que una mujer patea una pelota en igualdad de condiciones, se desafía una idea de poder. Cada vez que una jugadora exige sus derechos, se abre una grieta en el patriarcado.
Como activista por la equidad en todos los ámbitos y en esta ocasión en el deporte, es imprescindible exaltar la valentía y determinación de las jugadoras colombianas, quienes han sido verdaderas pioneras en un terreno históricamente negado para las mujeres. A pesar del abandono institucional, la desigualdad salarial y la invisibilización mediática, estas futbolistas han elevado el nombre de Colombia en escenarios mundiales, rompiendo estigmas y demostrando que el talento y la pasión no tienen género. Desde las canchas polvorientas hasta los estadios olímpicos, han sido ejemplo de resistencia, dignidad y poder femenino, abriendo camino para las nuevas generaciones que hoy sueñan sin límites gracias a su lucha incansable.
Este Día Internacional del Fútbol Femenino no es una celebración cómoda: es una jornada de reivindicación. Porque aún falta mucho. Pero estamos jugando. Estamos hablando. Estamos ganando terreno.
¿Por qué no somos invitadas? Somos jugadoras. Y el campo también es nuestro.
¿Sabías que…?
Conoce algunos datos curiosos e interesantes sobre el fútbol femenino:
- El primer club de fútbol formado por mujeres a nivel mundial se denominó British Ladies Football Club. Fue fundado en el año 1894 por Nettie Honeyball, una activista de los derechos de la mujer.
- En el año 1970 se llevó a cabo un torneo internacional (no oficial) de fútbol femenino, siendo Dinamarca el país ganador.
- Durante las dos Guerras Mundiales se impulsó la participación de mujeres en actividades y disciplinas deportivas como el fútbol, debido la ausencia de hombres desplazados al frente de guerra.
- Se estima que en el siglo XVIII existió una tradición en Escocia, que enfrentaba en partidos de fútbol a equipos de mujeres casadas contra equipos de mujeres solteras. Estos eventos eran considerados por los asistentes para escoger a futuras esposas, tomando en cuenta el desenvolvimiento de las jugadoras durante los partidos.
- La Copa Mundial de Fútbol Femenino de la FIFA fue fundada el 16 de noviembre de 1991. Es considerado el torneo internacional de fútbol femenino a nivel de selecciones nacionales más importante, a nivel mundial.
- La primera Copa Mundial de Fútbol Femenino se llevó a cabo en 1991, en la República Popular China. La selección de Estados Unidos resultó ganadora.
- El Comité Olímpico Internacional incluyó al fútbol femenino como disciplina deportiva en la programación de los Juegos de Atlanta, celebrado en el año 1996.
- A partir del año 1991 la FIFA incluyó un premio para futbolistas femeninas, que es el equivalente del premio masculino FIFA World Player.
- Existen otras competencias juveniles de fútbol femenino organizadas por la FIFA: la Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub-20 y la Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub-17.
- El primer partido de fútbol femenino oficial se celebró en Inglaterra, en 1895. Contó con la asistencia de unas 10.000 personas. En 1921 se extendió un decreto de suspensión, por considerarlo un deporte poco apropiado para las mujeres. 50 años después (en el año 1971) se levantó la prohibición.
- Abby Wambach es una exfutbolista estadounidense y medallista olímpica muy destacada en el fútbol a nivel internacional. Marcó 184 goles en 255 partidos y ganó el Balón de Oro en el año 2012.
*Datos tomados de https://www.diainternacionalde.com/ficha/dia-internacional-futbol-femenino
Beatriz Ramírez David
Sobre el autor

Beatriz Ramírez David
Mundo en femenino
Consultora en temas de Mujer y Género, facilitadora social y comunitaria, conferencista, online speaker y escritora. Embajadora de mujeres liderando América Latina y Global Ambassador NERDS RULE INC. Página web: https://beatrizramirezdavid.wordpress.com/
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