Ocio y sociedad
Eugenio Baena y Rafael Orozco: crónica de un reencuentro en el cielo

En la eternidad no hay prisa, pero hay encuentros que parecen ensayados desde siempre. Eugenio Baena cruzó la puerta de luz como quien entra al estadio Jaime Morón antes de un partido, acreditación al cuello y grabadora en mano, buscando un buen ángulo para narrar la historia.
Del otro lado no lo recibió el bullicio de una tribuna enardecida, sino un acordeón afinado y una voz que, aunque lejana en los años, le era tan familiar como el murmullo de la brisa que llegaba a su apartamento en Bocagrande.
Rafael Orozco sonrió antes de que Eugenio dijera palabra. Se acercó con paso seguro, como cuando bajaba del bus de la agrupación en los toques en Cartagena, llevando todavía en la camisa el perfume de la tarima. No necesitaban saludos largos; la amistad, como las canciones que viajan de pueblo en pueblo, nunca se oxida.
En la tierra habían compartido más que entrevistas. Cuando el Binomio de Oro llegaba a la ciudad amurallada, Rafael no buscaba hotel. Tocaba la puerta de la casa de Eugenio, y allí lo esperaba un cuarto listo, la mesa servida después del concierto, y una conversación que se prolongaba hasta que el amanecer asomaba por el patio. Entre tazas de café y chistes de madrugada, se forjó un cariño que no entendía de compromisos ni agendas.
En el cielo, Rafael le tendió la mano y, como si la banda celestial tuviera el repertorio aprendido de memoria, sonaron los primeros compases de “El hombre caribeño”. Aquella canción que había nacido como un retrato de la esencia costeña, llevaba escondido el guiño a su amigo periodista. Rafael entonó, sin perderle la mirada:
“Tiene el alma alegre, y la sonrisa franca,
lleva el mar en los ojos, y el calor en la voz…”.
Eugenio, que en vida tantas veces contó en la radio y en la televisión la historia de ese homenaje, esta vez no tomó notas. Se limitó a escuchar, dejando que cada verso se mezclara con sus propios recuerdos: los camerinos, las crónicas escritas a contrarreloj, sus programas en Caracol Radio y sus aventuras para cubrir grandes eventos deportivos.
Y en ese cielo sin partidos pendientes ni giras apretadas, se reconocieron de nuevo: el cronista que puso palabras a las hazañas deportivas por más de medio siglo y el cantante que puso música a la amistad.
Cartagena, abajo, seguiría con sus tardes de brisa y calor, con Real Cartagena sufriendo en la B y sus hinchas y contertulios de Baena soñando con un regreso a primera. Pero allá arriba, Eugenio y Rafael tenían la certeza de que su concierto y su partido van a continuar, ahora sin ninguna despedida.
Augusto César Puello Mestre
Sobre el autor

Augusto César Puello Mestre
Entre cantos y caminos
Augusto César Puello Mestre es periodista deportivo y codirector de PrimerTiempo.co, medio especializado en deportes con un espacio para la cultura y las tradiciones del Caribe. Enamorado del vallenato y su historia, combina su experiencia en la crónica deportiva con relatos sobre el folclor, sus protagonistas y el contexto que los rodea, buscando conservar y difundir la memoria de nuestra música.
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