Ocio y sociedad

La historia de Don Jacob Luque García y La Nueva Paciencia

Andrés Villarroel

21/06/2013 - 19:20

 

Jacob Luque GarcíaJacob Moisés Luque García –el gran homenajeado del Mundial de Músicas de Acordeón 2013–, nació en Atánquez el 8 de febrero de 1894 y falleció en Valledupar el 27 de junio de 1992. Fueron sus padres Otoniel García y Josefa Luque Rumbo. El 7 de febrero de 1937 contrajo matrimonio con doña Rosa América Fuentes.

Desde muy temprana edad demostró sus habilidades para el comercio, iniciándose como tal en 1913 cuando se radicó en Valledupar para dedicarse a sus actividades comerciales y agropecuarias y fundar con su hermano José María un almacén llamado “La Paciencia”. En 1922 la sociedad limitada se disolvió y el 22 de octubre de 1922 fundó su muy recordado almacén “La Nueva Paciencia”, que funcionó, hasta un año después de su muerte, en la esquina de la Calle del Cesar o carrera séptima con la Calle Santo Domingo (hoy calle 15), sede, en la actualidad, de la Fundación AVIVA (Amigos del Viejo Valle de Upar), creada y presidida por su hija Alba Luz Luque.

El almacén “La Nueva Paciencia” fue pionero del comercio en la región. Allí se vendían mercancías importadas de Europa y de Estados Unidos, transportadas de Barranquilla hasta Valledupar en recuas de 22 mulas y sus correspondientes arrieros. El legendario cajero Cirino Castilla fue uno de ellos.

En forma regular, desde el año 1922, comenzaron a vender los acordeones Höhner, y por sus puertas entraron los maestros legendarios del vallenato a “probar” las acordeones “tornillo de máquina” y todos los otros que fueron apareciendo y con los que se engrandeció el folclor de la región.

Con un sistema contable sumamente organizado y un abastecimiento permanente de todos los productos usados en la región, el almacén “La Nueva Paciencia” fue el punto de compra no sólo para los vallenatos, sino para toda la región, pues allí se vendían tanto etaminas y opales suizos, como tijeras y cuchillos de Solingen de Alemania, cotones, palas, machetes de Estados Unidos, anilinas y medicamentos de la Bayer, bacinillas o micas, poncheras y jarras para aguamaniles y todo lo que en esa sociedad, que no era de consumo, sino de necesidad, podía comprar de contado o al fiado. También se vendían las famosas panelas, panelones y alfandoques de su afamada finca “Sevilla” en Atánquez, que fueron muy apetecidas porque eran las mejores de la región.

Don Jacob fue, sin lugar a dudas, un pionero del comercio regional, de la ganadería y de la producción de frutales, café y caña de azúcar.

Sus libros contables demuestran la pulcritud de sus actividades comerciales, libros que eran registrados y rubricados hoja por hoja por el Juez Municipal, reflejando la acrisolada honradez de Jacob Moisés Luque, cualidad que rigió siempre su patrón de conducta. Fue un estricto patrón, pagando el salario justo y las prestaciones sociales a sus trabajadores, de acuerdo al Código Sustantivo del Trabajo, que siempre lo acompañaba con la edición más moderna. En esa época esta justicia social, que se demuestra en sus libros, era en la zona una rareza.

A pesar de no haber tenido una educación superior logró tener una exquisita cultura al haber sido un lector apasionado, un autodidacta y sobre todo un hombre sabio y prudente.

Con sus vestidos impecables de lino blanco o beige, hechos a la medida en la Casa Vargas de Barranquilla, sombrero de cañita, oliendo a Agua de Colonia Marie Farinne “Gegenüber” y su abanico, es recordado por quienes lo conocieron como un hombre que dio siempre un buen ejemplo con su vida, practicando hasta su muerte una filosofía tan profunda y tan sabia que sorprende aún hoy día a personas eruditas.

Don Jacob Luque fue en realidad un filósofo natural de la vida, con una inteligencia superior, siempre a la búsqueda de aprender algo nuevo y de crear algo productivo.

De su boca jamás se escuchó una maledicencia, una palabra soez, un maltrato verbal contra nadie y cuando no tenía algo bueno que decir de alguien, entonces guardaba silencio.

Ya en la ancianidad fue perseguido por los cuatreros que menguaron fuertemente su capital, por los rateros que lo engañaban con la compra de ganado y cuyos descendientes soy hoy día millonarios. Todo, absolutamente todo, está documentado en sus libros de contabilidad, de Registro de Ganados, de Peonaje, los cuales, silenciosos, guardan aquellos secretos y reposan, perfectamente restaurados, en la sala de la Casa Luque, donde también se conservan otras memorias del Viejo Valle de Upar y del viejo Jacó, el del abanico, el que contestaba al teléfono, exactamente igual a como se contesta en Alemania: -Jacob Luque am apparat- solo que él lo tradujo al español y decía: -Jacob Luque al aparato.

Andrés Villarroel

Fundación Reyes y Juglares Vallenatos

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Rafael Villarreal, un chimichagüero que busca la gloria a guayo limpio en el fútbol de Albania

Rafael Villarreal, un chimichagüero que busca la gloria a guayo limpio en el fútbol de Albania

  Dar un salto largo desde Chimichagua, la tierra de La Piragua, donde los abuelos se la pasaban contando historias nacidas en ese pu...

Zambrano, tierra de vocación agropecuaria y algodonera en la Guajira

Zambrano, tierra de vocación agropecuaria y algodonera en la Guajira

  Zambrano es un corregimiento del municipio de San Juan del Cesar (Guajira), ubicado a 10 minutos de la cabecera municipal. En las d...

Todo lo que necesitas saber sobre las apuestas deportivas en un sólo lugar

Todo lo que necesitas saber sobre las apuestas deportivas en un sólo lugar

  Si quieres comenzar a realizar apuestas deportivas o quieres ser un mejor jugador –porque las estrategias que usas no te están d...

Contra los pronósticos: Juan Manuel Santos, estrella del Festival

Contra los pronósticos: Juan Manuel Santos, estrella del Festival

La noche de inauguración del 47 Festival Vallenato, el rostro de Diomedes Díaz brilló constantemente en el escenario del Parque de L...

Un día para reconciliarse [temporalmente] con la policía

Un día para reconciliarse [temporalmente] con la policía

El uniforme no engaña, por lo menos durante el desfile del 20 de julio. En la avenida Simón Bolívar, a pocos metros del supermerca...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados