Ocio y sociedad

El tatuaje de los 9 millones de pesos en homenaje a Diomedes Díaz

Adela Katherine Moya Mora y Antonio José De León

25/03/2014 - 10:10

 

Fernando Castillo y su tatuaje de Diomedes Díaz“Y el día que se acabe mi vida les dejo mi canto y mi fama”. En la memoria de todos queda la célebre frase de nuestro más grande representante de la cultura vallenata.

No obstante, en tierras lejanas, donde no es ajena la música vallenata, Monterrey México; un fiel oyente –lo llamaría muy humildemente admirador, porque fanáticos hay muchos–, Fernando Castillo, ha marcado la pauta mezclando en una pieza de arte –no para el agrado de muchos, que por cuestiones que no nos interesan discutir como lo son los tatuajes, no se quiere enfatizar–: el valor (el que llevamos todos al rendirle con pasión nuestras más sinceras muestras de cariño), el aprecio (a quien con su jocosidad y espontaneidad supo ganarse nuestra admiración), el talento que de sobra le dio el creador, y su carisma que despertaba hasta el más tieso de los incrédulos… Cante, cante Cacique.

4.500 dólares tiene como precio esta pieza única y autentica, elaborada con todo el amor, la pasión y el esmero de un artista creador como es Adolfo Rubio, un regiomontano al igual que Fernando Castillo y Gabriel Belmares (modificador).

“Para nosotros significa mucho más que eso. El empeño y las ganas de decirle al mundo; no son 9 millones de pesos los que me hacen más fanático, es mi pasión hacia una parte del mundo: “Valledupar” –se refiere Fernando–.  En 9 millones está valuado, nos mueve el sentimiento y el amor a una cultura que no sólo nos ha  regalado lindas melodías, sino también dos grandes mujeres de allá, la esposa de Adolfo y la mía en lo personal; que nos han sabido nutrir con el encanto y la magia del Vallenato, la fuerza que representa para quien realizó el tatuaje, quien desde niño supo que su paso por la vida sería teñir con tinta la piel de muchos; con grandes obras de arte porque a eso le llamo yo arte, una de tal tamaño como la que yo tengo”.

El tatuaje está inspirado principalmente en el rostro de Diomedes Díaz con un tipo collage donde se entrelazan dos culturas: la mexicana y la colombiana, para luego resaltar una pieza emblemática como lo es la sirena del rio Guatapuri, con un fondo de luces desenfocadas y una noche de luceros, a lo lejos se oye “Muchas Gracias”, disco que representa nuestro gusto más propio como fieles seguidores, y unas mariposas del rio Badillo con una escala grande de migración y un toque romántico, que en este caso sería la de mi esposa Adela Katherine Moya, una vallenata en tierras mexicanas.

De este mismo modo, se plasma con una mariposa monarca el largo camino que recorren los seres humanos por la vida. Las mariposas viajan desde lejos decidiendo morir en un santuario en Michoacán.

El significado es más propio de una remembranza que un conjunto de ideas llevadas a cabo en una misma pieza. El tatuaje finaliza con un epígrafe del cual ya todos hemos hablado: “Y el día que se acabe mi vida les dejo mi canto y mi fama”; y como pieza original un microdermal –ósea una incrustación quirúrgica que hace alusión a un diamante que fue la cereza en el pastel–, como lo han llamado muchos el papá de los Diomedistas, su firma Diomedes Díaz.

Así queda claro una idea con un trasfondo artístico; y con mucho respeto para quienes saben apreciar un trabajo bien hecho y con muchísimo cariño, para llevarlo con postura hasta el resto de sus días, y como decía el jefe de la tribu… Pero con mucho gusto.

 

Adela Katherine Moya Mora y Antonio José De León

@AntonioJDeleon

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