Ocio y sociedad

Lubitz, ¿un psicótico encapsulado?‬‬

Natalia Gnecco

06/04/2015 - 06:45

 

Andreas Lubitz / Foto: Bild

El mundo entero sigue convulsionado por el caso de Andreas Lubitz, copiloto del vuelo 9525 de Germanwings, quien mantuvo en secreto su enfermedad tanto ante su empleador como en su entorno profesional, y sorpresivamente decidió acabar con la vida de 150 pasajeros que  volaban  en la ruta Barcelona, España, con destino a Dusseldorf, Alemania.

¿Este joven de veintisiete años era depresivo, ansioso o quizás un psicópata? ¿Qué tanto tiene que ver el ambiente laboral con la salud mental de los individuos? Todos estos interrogantes nos los ayuda a despejar Juliana Villate Quevedo, médico psiquiatra de la Universidad Javeriana y Psiquiatra de Colsanitas durante 15 años, pues definitivamente este trágico episodio es un “wake up call” (llamada de alarma), tanto para los empleadores como para quienes desconocemos los tipos de trastornos psicológicos que pueden estar ocultos en un ser humano.

Juliana, en su concepto, ¿cuál sería el diagnóstico de Lubitz?

Según mi experiencia  una persona que se encierra en una cabina y decide acabar con su vida y con la de 150 pasajeros  más, es psicótica. Para establecer un diagnóstico más cercano sería indispensable conocer detalladamente características de su personalidad, de su infancia, antecedentes personales y familiares de enfermedad mental, funcionamiento previo a nivel emocional y en todas las áreas, etc. Pero, de lo que no hay ninguna duda es que estaba psicótico, o sea que en ese momento -por lo menos- había perdido la capacidad de analizar lucidamente la realidad, lo cual se vio reflejado en su conducta.

¿Qué síntomas podría estar presentando? 

Posiblemente tenía algún tipo de ideación delirante megalomaniaca dentro de una personalidad con rasgos paranoides o esquizoides o esquizotípicos. Los delirios, si están muy bien encapsulados, como puede ser éste el caso, pueden pasar desapercibidos para las personas que conocen  al enfermo o aún para un médico y aún para un psiquiatra. Muchas veces permanecen ocultos (los ocultan por lo que son paranoicos), los van estructurando durante mucho tiempo, y un día los llevan a cabo. Es el típico caso del que entra en una cafetería y mata a decenas de personas, o de muchos de los que salen a la calle con un arma de fuego  asesinan a un número de personas antes de matarse ellos mismos.

¿Pero los psicóticos buscan algún tipo de reconocimiento?

Son personas que por alguna razón de su infancia (eso es muy difícil de establecer, pero casi siempre tiene que ver con una relación severa de conflicto o represión o abandono o maltrato emocional por parte de uno de los padres) guardan dentro de sí una rabia severa contra el mundo, que, poco a poco, en su mente enferma, van organizando hasta llegar a la planeación de un  acto con el que piensan que van a dejar “una huella” en el mundo, o con el que creen que van a dejar determinado mensaje a nivel universal. Es el mismo caso de los que comenten crímenes  masivos contra grupos de una religión diferente, en este caso, la idea delirante es el “salvar” al mundo de los impíos o de determinada nación enemiga. En cualquiera de los casos anteriores hay un trastorno severo del pensamiento que impide que estas personas se den cuenta de la irracionalidad de sus actos.

¿Cómo es la personalidad de un psicótico?

En general son personas muy inteligentes, introvertidas, sin mucha vida social, solitarios o que viven aún con sus madres en relaciones de dependencia emocional, adictos al deporte o a la tecnología o al mundo virtual o a la televisión,  individuos casi transparentes, de los cuales nadie sospecharía ningún tipo de padecimiento mental. La psicosis tiene tratamiento farmacológico, lo que pasa es que es muy difícil diagnosticar un delirio encapsulado en una persona que funciona normalmente.

¿Pero Lubitz entra dentro de la categoría de los sociopatas?

Yo descartaría una personalidad de tipo sociopático en él, ya que no cumple ninguno de los criterios. Los sociopatas son personas que carecen de sentido moral o sentido de culpa a lo largo de toda su vida. Por lo tanto tienen una larga historia como delincuentes en diferentes niveles. Tienen también una agresión masiva dentro de ellos, pero mucho más primaria y más desorganizada que el caso anterior, por esa razón son sádicos, asesinos en serie, torturadores, violadores, maltratantes con animales y personas, disfrutan proporcionando sufrimiento y rara vez se suicidan.

¿Los  sociópatas pueden ser tratados?

No existe tratamiento porque es la estructura completa de la personalidad la que está alterada desde la infancia. La personalidad se conformó de una manera desorganizada, aberrante y sádica, y como no tienen súper yo o consciencia moral  (que se conforma en los primeros años de vida) jamás van a sentir culpa por nada de lo que hagan. Es el caso de los asesinos en serie, de los genocidas, o aún de cualquier persona que sistemáticamente hace sufrir a los demás o delinque sin tener conciencia de sus actos. No tiene tratamiento.

Lubitz tenía antecedentes depresivos. ¿Puede una depresión causar semejante tragedia?

La depresión por sí sola no. Ningún depresivo mata 150 personas por su depresión, a no ser que además de estar deprimido, también tenga un trastorno de personalidad severo  (sociopatía, personalidades limítrofes, etc)  que haga brotes psicóticos, o sea un persona con trastornos en el pensamiento (esquizofrenia, trastorno paranoide, esquizoide, esquizotípico de la personalidad) o que tenga  una depresión complicada con síntomas psicóticos delirantes, o que tenga una personalidad débil  (límite o pasivodependiente severa) influenciada por determinada secta o grupo que introduzcan en su mente la idea de que su muerte y la de muchos es necesaria para salvar al mundo de determinado enemigo o flagelo. Pero una persona depresiva con unos rasgos de personalidad sanos de base, como son la mayoría, jamás harían algo para dañar así mismos o a los demás. Digamos que la depresión ni la ansiedad, ni el estrés, tienen nada que ver con asesinar a personas. Lo que  lleva a eso son  rasgos inadecuados de personalidad (trastornos severos de personalidad) o estados psicóticos delirantes.

Pero entonces, ¿qué tanto influye un  trabajo severamente estresante para llegar a cometer un acto como el de Lubitz?

Si la persona tiene una estructura base de personalidad adecuada, la respuesta sería no influye. Pero si tiene fallas en la estructuración de su personalidad, y pensamientos delirantes psicóticos ocultos o trastornos en el pensamiento de base, cualquier  estresor podría llevar a que fuera organizando su delirio hasta culminar en una tragedia personal o colectiva.

¿Cómo se deprimen o se estresan las personas con estructura de personalidad normal que están expuestos a altos niveles de estrés laboral o familiar?

Cada persona hace sintomatología diferente, hay algunos que se sienten sin fuerzas, sin energía, con llanto fácil, reactividad al entorno, o simplemente se comienzan a enfermar recurrentemente de diferentes cosas. Pueden llegar a presentar enfermedades incapacitantes o crónicas por estrés familiar o laboral, como por ejemplo enfermedades articulares, dolores crónicos, vértigos, migrañas, problemas gastrointestinales, enfermedades autoinmunes como el lupus , incapacitantes como la fibromialgia, etc.

¿Qué tanto afecta el entorno?  

El ambiente familiar y laboral es el punto fundamental para que los seres humanos podamos o no tener una vida tranquila y sin problemas mentales o físicos. Un ambiente laboral con exceso de exigencias, con  descalificación permanente, sin motivaciones a nivel económico y emocional adecuadas, es un caldo de cultivo para enfermedades de todo tipo, tanto en el ámbito psicológico como en el físico.

¿Los empleadores están teniendo en cuenta estos factores? 

Si los dueños de empresas, y la gente en general fuese levemente consciente de la importancia de tratar bien a los empleados , de darles una justa remuneración y alicientes apropiados a nivel de calidad de vida, las enfermedades mentales y físicas disminuirían en una proporción exhorbitante. Pero parece que nadie es consciente de esta verdad, que es simple y elemental a primera vista.

¿Se han incrementado los casos?

En los últimos años, los que trabajamos en el área de salud mental hemos ido observando un incremento alarmante de enfermedades psicosomáticas por estrés laboral. Los ejecutivos de las grandes multinacionales y los obreros de las fábricas, las empleadas del servicio o los jornaleros, los médicos o los abogados, todos están siendo explotados por sus empleadores, con jornadas laborales de más de diez horas, sin garantías laborales coherentes. Las horas de trabajo cada vez aumentan más, los sueldos disminuyen y las condiciones laborales empeoran. Todo esto ha llevado a que cada vez sean más los problemas emocionales causados por sobre exigencia laboral y por frustración severa, por malos sueldos, por ausencia de trabajo digno para los recién egresados  y en general para  todos.

Finalmente, ¿existe alguna manera de detectar problemas mentales, bien sea a nivel de psicosis o de estrés o depresión o ansiedad laboral?

Sí. En las empresas, podrían contratarse, tanto para selección de personal como para seguimiento de los empleados,  psicólogos especializados en pruebas proyectivas de personalidad, específicas para detectar síntomas psicóticos encapsulados, y pruebas a nivel general para estrés, depresión y ansiedad. Lo que yo he visto es que los empresarios hacen las pruebas, después hacen dos o tres talleres anuales de jueguitos de fin de semana para quitarles el “estrés” a sus empleados, quedan muy orgullosos y satisfechos de sí mismos. Sin embargo, eso no sirve para nada.

 

Natalia Gnecco

@NataliaGnecco 

Sobre el autor

Natalia Gnecco

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Natalia Gnecco Blog

Natalia Gnecco es una periodista y comunicadora social independiente. Ganadora del Premio Literario y Periodístico Cesar Vallejo 2011 (Caracas, Venezuela). Su columna “Natalia Gnecco Blog” contiene su trabajo periodístico producido en Canadá y en Colombia sobre personajes interesantes, temas culturales, sociales y turísticos.

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