Ocio y sociedad
Las apuestas en la historia universal
En la civilización griega, donde se cultivaba el amor a las disciplinas deportivas y la imagen del atleta, hace ya más de dos mil años, comenzó esta larga tradición de apostar. Los espectadores de los Juegos de la Antigua Grecia ya apostaban. De hecho, existían claras condiciones para las apuestas y, en las competiciones, los atletas recibían premios apreciables como 50 ánforas de aceite (en aquel entonces, muy valiosas).
Luego, los romanos continuaron esta tradición lúdica hasta convertirla en un negocio vinculado a los circos romanos con los gladiadores como grandes protagonistas. Numerosas evidencias escritas hablan de las apuestas deportivas que se realizaban en Roma. El escritor Juvenal menciona a los gritones y audaces que jalean las carreras de cuadrigas en compañía de “jóvenes hermosas”. Y Tertuliano describe el nerviosismo de los apostantes.
Sin embargo, la gran expansión (y formalización) de las apuestas deportivas se realizó muchos siglos más tarde. A partir de 1780 podemos encontrar modalidades de apuestas más similares a las de nuestros días. Los protagonistas en estos años fueron las carreras de caballos y galgos en Inglaterra, la verdadera cuna de las apuestas deportivas en la era moderna.
Harry Ogden se convirtió en aquella época en el primer corredor de apuestas de la historia. Operaba desde un hipódromo. Las apuestas en las carreras de caballos causaban furor y contagiaban a otros deportes como el remo muy presente en zonas como Oxford o Cambridge. El Gobierno inglés aprobó una ley del juego muy restrictiva en 1845.
En 1961, el Gobierno inglés optó por legalizar las casas de apuestas, adscribiéndoles un espacio y una lista de condiciones de funcionamiento estrictas (horarios, prohibiciones para menores, etc…), y así la industria se disparó. Se abrieron más de 15.000 locales en el Reino Unido, y más tarde se extenderían por toda Europa y occidente, donde proliferaron como setas en la última década.
El crecimiento exponencial de las casas de apuestas obligó a vincularlas a todo tipo de deportes. Sin embargo, su gran revolución económica tuvo lugar a principios de la primera década del siglo XXI con la llegada de Internet al sector de apuestas.
A lo largo de la historia, otras civilizaciones como la china o la rusa también demostraron la importancia de la apuesta en su cultura. La novela “El jugador” de Dostoievski, escrita en 1866, es una clara muestra de la adicción que pueden generar las apuestas, aunque en este caso no se trate claramente de apuestas deportivas.
En la costa Caribe de Colombia, ciertos lugares como la gallera ganaban protagonismo a la hora de apostar. La obra “El coronel no tiene quien lo escriba” del premio Nobel Gabriel García Márquez, publicada en 1961, hace amplia referencia al cuidado que se le ponía a los gallos antes de lanzarlos en una pelea.
El boom de Internet
Desde el año 2002 ha habido una gran una expansión de las casas de apuestas virtuales, especialmente las vinculadas a apuestas deportivas y el póker, que están llegando a todos los rincones del planeta a través de dispositivos como los smartphones. En ese periodo se han fortalecido algunas de las páginas más conocidas hoy en día, como Bet365.
Esta proliferación se debe sobre todo a las facilidades que ofrece Internet (privacidad, extensión de horarios…), además de que cada país ha ido adaptándose a los gustos de la audiencia. En Estados Unidos, por ejemplo, el rey es el boxeo. En Colombia, España y muchos otros países latinos, el fútbol es imbatible.
A partir del año 2010, el uso de bonos, los algoritmos y la tecnología del streaming permiten apuestas mucho más sofisticadas. Internet ha superado con creces el lugar de las casas apuestas oficiales. Algunas páginas como Apuestas-Bonos.com ofrecen noticias, distintas modalidades de apuestas y funcionan como auténticos directorios de lugares de apuestas que facilitan la labor del usuario.
PanoramaCultural.com.co
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