Ocio y sociedad

Primeros días de confinamiento

Diego Niño

22/03/2021 - 04:55

 

Primeros días de confinamiento

 

Este fin de semana se cumplió el primer aniversario del inicio del confinamiento en Bogotá. Al “Simulacro vital” (como lo denominó la alcaldesa) se unió la cuarentena decretada por el presidente Duque el 21 de marzo y que concluía inicialmente el 12 de abril, pero se fue alargando hasta llegar al 31 de agosto.

En los primeros días de confinamiento tomé un conjunto de notas que compartiré con ustedes para conmemorar el aniversario del inicio de la zozobra y el abatimiento.

19 de marzo

Acaba de iniciar el simulacro vital. Cae una llovizna delgada sobre los techos, las copas de los árboles y el pavimento. El último carro pasó al filo de la medianoche. Cruzó a toda velocidad, como si escapara de la llovizna y el contagio. El rumor del carro dio paso a un silencio denso y oscuro como el miedo.

Subí a mi cuarto. No se oía nada, lo que era asombroso en una ciudad tan ruidosa como Bogotá. Incluso era un milagro en el barrio que está habitado por personas que llegaron a estas casas en los años sesenta y que hoy esperan la muerte con la sonrisa de quien siente que cumplió con sus obligaciones.

A la una y media de la mañana escuché el primer sonido: la voz de mi vecina. Me asombró que la escuchara a través de las paredes porque no había sucedido en los diez años que he vivido en esta casa. Estamos acostumbrados al ruido que ensordece, que aleja, que nos hace indiferentes. Gastamos la vida y la salud para embutirnos en ciudades ruidosas que envenenan el aire y el agua. ¿Valieron la pena guerras, hambrunas, migraciones, para llegar a este momento?

*

La Covid-19 no es una gripa: el Coronavirus tiene un índice de contagio cercano al 2,5 y la gripa tiene un índice de 1,3. Si partimos de 20 contagiados y asumimos que tienen ciclos de siete días (que no los tienen), en 12 semanas habría 466 infectados de gripa y 30 mil infectados por coronavirus. Tampoco son igual de letales: el índice de letalidad del coronavirus está por el orden del 3% y el de la gripa del 0,13%. Esas cifras indican que morirían 3 mil de los 100 mil infectados de coronavirus, en tanto que morirían 130 de los 100 mil infectados de gripe.

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Miedo. Por ahora es miedo. Más adelante será pánico. No quiero imaginar a los colombianos entregados al pánico si desabastecieron los supermercados por la simple sospecha de lo que vendrá. El miedo sacará lo peor de los colombianos, que siempre tenemos la ira al borde del acto y de la palabra.  

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En el decreto 417 del 17 de marzo de 2020 (decreto de emergencia social y económica), el gobierno estableció que habrá 3’989.853 casos de contagio de coronavirus en todos los segmentos poblacionales. De ellos, 550.600 serán catalogados como “severos” y 187.523 estarán en la condición de “críticos”. ¿Colombia está en capacidad de atender este volumen de pacientes? Basta pesar que si tuviéramos la misma letalidad de China, estamos hablando de 79.797 muertos. ¿Estaremos preparados para esa tragedia?

20 de Marzo

El 13 de marzo, cuando aún podíamos movilizarnos por la ciudad, subí a un articulado de Transmilenio. Siete personas llevábamos tapabocas pero sólo dos nos cubríamos la nariz (los otros llevaban el tapabocas en el mentón). Una señora se bajó el tapabocas para toser en el hueco de su mano. Volvió a subirlo y se aferró al tubo que tocaron todos los que entraron en la Estación Ferias. La última fue una muchacha que se aferró al tubo mientras examinaba su celular. En la estación de la Calle 76 tomó un mechón de cabello con la mano que se aferraba al tubo y olió el mechón con concentración.

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Ayer se vieron pavos reales caminando por las calles de Madrid, anoche se avistó un zorro deambulando por un barrio de Bogotá y hoy se vieron delfines jugueteando en la bahía de Cartagena. Si desapareciera la humanidad, los animales y las plantas retomarían el planeta celebrando la vida entre saltos y piruetas.  

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La expresión del presidente Duque era de profundo miedo. Sus acompañantes tienen movimientos repetitivos o no cambian de expresión durante los 12 minutos que tardó en anunciar que todo el país inicia cuarentena preventiva a las cero horas del martes 24 de marzo y termina a las 23:59 del 12 de abril (hasta el momento Bogotá era la única ciudad en cuarentena). Parece que el video fue editado para que los colombianos no veamos que el presidente estaba solo. ¿Por qué estaba solo? ¿Estaba enfermo? ¿Tiene coronavirus? De ser así, es entendible que mienta para evitar el pánico en los colombianos. Ahora, si estaba sano, su expresión demuestra que él comparte lo que sentimos la mayoría de colombianos: el temor de ver miles de muertos que salen en camiones militares para ser incinerados (como sucede en Italia); el terror de ver a los familiares entre los muertos que dejará la pandemia; la presión de ser responsable de la salud y vida de otros.

*

Somos ceniza que se hace fango en las lágrimas de la pandemia.

*

A esta hora (9:47 p.m.) sólo se escucha la tos de mi papá. Tose de día y de noche porque tiene los pulmones congestionados del humo de exhostos y del humo del cigarrillo. Tose porque toda su familia ha sufrido de asma (yo también la padecí). Tose porque no tiene nada más que hacer a esta hora de la noche, en medio de una pandemia y de una cuarentena.  

21 de Marzo

No salía de la casa desde la tarde del jueves 19 de marzo. Hoy acompañé a mi mamá para arrojarle comida a los buitres. Sé que suena extraño, pero ese acto que mejor la define: no desperdicia comida y ama a todos los animales, no existe especie que le disguste, salvo las ratas (pero no los ratones de campo). En los últimos años reúne la piel y los gordos del pollo y las peores partes de la carne de res para lanzárselo a los buitres que aguardaban en los árboles vecinos de un caño de aguas oscuras. Aterrizaron diez segundos después de que cayeran los desechos al piso. Se arrebataron la comida entre graznidos y golpes de alas. En menos de un minuto no quedaba nada sobre el cemento. Deambularon en busca de los residuos y alzaron vuelo para acomodarse en las farolas y en las copas de los árboles.

Mi mamá regresó a la casa, pero yo me quedé para contemplar la soledad interrumpida por mensajeros de Rappi que pedaleaban como si prefirieran estar en la casa a llevar la maleta en la espalda. Al rato apareció un señor que paseaba a su perro (vestía piyama y saco de paño). Otra señora salió para lanzar una bolsa a la caneca de basura. Me miró con recelo y se fue con pasos indignados. Minutos después apareció una mujer que parecía una alucinación: alta, cabello rojo y ondulado, piernas larguísimas, cintura pequeña, piel tan blanca que parecía brillar bajo el sol. Venía en piyama. Pero no era una piyama de materiales gruesos que se usan en estas tierras, sino de tela ligera que se aferraba a sus nalgas. En la mano izquierda llevaba una lata de cerveza y en la derecha un porro de marihuana que fumaba con elegancia. Transitaba el silencio y la soledad de la ciclorruta con un pie delante del otro. Nos miramos a los ojos y sonreímos con una sonrisa cortes y curiosa. Ella continuó caminando hasta que se transformó en una mancha que se desvaneció en la última curva de la ciclorruta.

*

El miércoles 4 de marzo, Arnold de Jesús Ricardo Iregui recogió dos turistas italianos. Le dijo a su hermana Liliana que los pasajeros estornudaron varias veces y que no se les veía bien de salud. El sábado 7 de marzo Arnold fue a la Eps Salud Total acompañado de su hermana. El médico le dio tratamiento con azitromicina. El lunes salió a trabajar, pero regresó más cansado de lo habitual. El martes amaneció con fiebre, se tomó un acetaminofén y salió a ganarse la vida. El miércoles fue a urgencias. El médico tratante le dijo: “Esto no me gusta, pero a ese coronavirus no hay que tenerle miedo”. A pesar de la sospecha de contagio, Arnold no fue internado: sólo le dieron una incapacidad por tres días que no usó porque debía trabajar para llevar pan a la mesa. El viernes 13 se fue a urgencias de la clínica Cartagena Mar. Iba acompañado de su hermana. “Yo salí a comer algo y cuando regreso al mediodía ya no me permitieron ingresar. Lo aislaron y me avisaron que entraba a cuarentena como sospechoso portador del coronavirus”. Debían suministrarle un antibiótico al medio día, pero se lo dieron a las 8 de la noche y al siguiente día se le administró a las 6 de la tarde. “La última vez que hablamos fue el lunes en la madrugada, cuando me dijo que se sentía muy mal”, recuerda Liliana, quien está aislada porque dio positivo para coronavirus. Arnold murió a las seis de la mañana del lunes, pero le avisaron a su hermana al medio día del día siguiente.  

La clínica Cartagena del Mar se pronunció sobre el caso de Arnold: “El día 13 de marzo de 2020 se recibió paciente masculino de 58 años de edad, quien ingresó remitido de su EPS por cuadro respiratorio de neumonía adquirida en la comunidad y fallece el día de hoy (marzo 16 de 2020). Una vez identificado el nexo epidemiológico, se le dio manejo como sospecha de covid-19, activándose el protocolo establecido, en compañía de los entes de control”. Pero las dos pruebas dieron negativo (una se le realizó en vida y otra después de muerto). Sin embargo, dieron positivo su hermana, el médico tratante y una pasajera. Anoche el Instituto Nacional de Salud (INS) determinó que Arnold de Jesús Ricardo Iregui fue el primer muerto de Colombia a causa de la Covid-19. 

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La globalización incentivó el flujo de capitales hasta el punto de transformar al planeta en una membrana en la que el aleteo de un murciélago en Wuhan asesina un taxista en Cartagena. 

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A las ocho de la noche se escucharon disparos y algarabía en la mayoría de las cárceles del país. Los presos se amotinaron para protestar por el hacinamiento y las condiciones con las que deberán enfrentar la pandemia. En pocos minutos los guardias del Inpec se vieron sobrepasados, por lo que tuvieron que llamar al ejército y la policía. El saldo final fue de 23 muertos y 90 heridos.

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Desde enero del 2014 he pasado buena parte del tiempo encerrado en mi casa. He disfrutado estos años que he dedicado a dictar clase, leer y escribir. En los tres días de Simulacro Vital he hecho prácticamente lo mismo que haría un fin de semana normal, pero me han parecido una carga insufrible. Creí que se debía a la presión que supone una epidemia que puede asesinar a mis papás y mi hermana, pero me doy cuenta que es por la obligación de estar encerrado. El proceso creativo también ha cambiado: no escribo por placer sino para sobrellevar las horas que se acumulan como ratas muertas.

22 de marzo

1700 millones de personas encerradas en sus casas (50 países con medidas de confinamiento). Esta cifra contrasta con otra más alarmante: 2100 millones de personas sin agua potable. ¿Qué hemos hecho como humanidad?

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Hasta el más furioso de los vendavales empezó con una llovizna: el 3 de enero había 44 casos en China. Para el 23 de enero había 600 casos diseminados en China, Tailandia, Japón, Corea del sur, Singapur, Arabia Saudita y Estados Unidos. El 25 de enero había 1287 infectados de Covid-19 en el mundo y 15 muertos en China. El 26 de enero había más de 2700 infectados en el planeta y 80 muertos en China.

El 23 de febrero había 76.936 contagiados y 2442 muertos en China. Italia tenía 130 casos, lo que supuso un crecimiento acelerado: el primer paciente ingresó el 20 de febrero y al siguiente día Italia rebasó las 200 infecciones y murieron 7 pacientes. Ese día la bolsa se desplomó después de la noticia del número de muertos.   

Hoy tenemos más de 338 mil contagiados en 181 países y 14,602 muertos. Colombia tiene 306 casos y 3 muertos. 198 casos importados de Italia, España y Estados Unidos. De esos casos, 92 son asociados y 16 se encuentran en estudio.

*

De acuerdo a un informe de Reporteros Sin Fronteras, el 20 de diciembre de 2019 había 60 contagiados por Coronavirus en China. El 30 de diciembre los médicos del hospital Central de Wuhan lanzaron la alerta sobre un “coronavirus similar al SARS”. Ocho de los doctores fueron detenidos por hacer circular falsos rumores. El 11 de enero murió el primer paciente y los médicos filtraron la información en plataforma de código abierto. Al siguiente día el laboratorio fue cerrado y los médicos fueron puestos a disposición de las autoridades. El planeta conoció el primer caso de coronavirus gracias a que Tailandia informó sobre un enfermo de neumonía proveniente de Wuhan. Sin ellos, no nos habríamos enterado de la pandemia que tiene encerrado a medio planeta.

*

Cae una llovizna densa, persistente y triste. En la casa de la esquina una mujer bebe cerveza, fuma y habla a gritos sin importarle que sean las once de la noche. El humo escapa por la ventana en hebras que se deshacen con el viento. Monologa sobre una jovencita, el novio y un hombre que se acuesta con la joven cuando el novio sale a trabajar. Imagino a su compañero moviendo la cabeza lo suficiente para que la mujer continúe hablando. Calla en mitad de la historia como si intentara recordar algún detalle. Da una calada a su cigarrillo y expulsa el humo que se diluye en la lluvia.

 

Diego Niño

@diego_ninho

Sobre el autor

Diego Niño

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Palabras que piden orillas

Bogotá, 1979. Lector entusiasta y autor del blog Tejiendo Naufragios de El Espectador.

@diego_ninho

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