Ocio y sociedad

Emérita Pérez Ruíz, de la cocina a la lucha agraria en el sur del Atlántico

Álvaro Rojano Osorio

06/06/2022 - 06:05

 

Emérita Pérez Ruíz, de la cocina a la lucha agraria en el sur del Atlántico

 

“Emérita, no trasciendas tanto en tu historia, responde cómo comenzaste la lucha por la tierra”. Quien se lo pide es su nuera, Elizabeth Martínez Montañés, interrumpiéndola cuando indicaba que, en el libro, 25 años de la reforma agraria, aparece como líder agrario en el sur del Atlántico. 

“¡Por eso!”, le responde Emérita, riéndose sarcásticamente. “¡Por eso!”, insiste. “Yo hice la revolución agraria aquí en Repelón, y para lograrlo dejé de estar dedicada a la cocina, a lavar, al aseo de la casa, en fin, a hacer los oficios que por siempre les han asignado a las mujeres”. 

Era la segunda vez que la entrevistaba, en esta oportunidad la encontré sentada en un sillón ubicado en la sala de su casa. Lucía una cinta de colores vivos en su frente, al hablar gesticulaba como si necesitara hacerlo para ir por el hilo de sus recuerdos. Sala en la que observé, mientras me hablaba de un periódico en la que la mencionaron, que en una de las paredes colgaba una fotografía suya, siendo joven, al lado de Carlos Lleras Restrepo.  

Deja ese libro a un lado, le dijo Elizabeth, dile cómo comenzaste tu vida de luchadora agraria, lo que lograste.  Ella respondió con voz afectada, se escuchaba ronca, lo hizo dirigiéndose a mí. Era vehemente, como si le hablara a los hombres y mujeres que lideró en la lucha por la tierra, proceso que se dio en Colombia a partir de los años sesenta. Era como si les hablara a las 300 mujeres de Repelón que hacían parte de la organización de base, que por su disposición lideró su nuera Elizabeth.  

Bueno, dice Emérita, empezó cuando vino la FAO, la Alianza para el Progreso. Fue en el tiempo en que la ciénaga La Limpia se secó, lo que me llevó a ir hasta Agro pesca para explicar la problemática de Repelón, porque este pueblo no era así, yo hice el cambio. 

Entonces, cuando comenzó la reforma agraria en el país, le dije a los campesinos de Repelón que invadieran algunas tierras porque estaban incorizadas. Lo sabía porque el finado Lleras Restrepo me había mandado la ley 135 o primera de 1961. Liderazgo que llevó a enfrentarme con terratenientes, los que amenazaban con ponerme presa por invasora, pero no les tenía miedo porque conocía la ley. 

Un día me citaron a la alcaldía, y cuando fui a la oficina del alcalde llevé el machete en la mano, la ley 135. Recuerdo que llegué y le pregunté a qué se debía ese llamado, me respondió que había sido denunciada por invasora. Fue cuando le mostré la ley, y le dije: actuó basado en ella, me acojo a lo que dice, por eso le he dicho al campesinado que debe tomarse las tierras que son de la Nación. 

Es que, señor alcalde, por aquí nadie compró tierras en la época en que comenzaron a cercarlas, cuando yo no había nacido, ni después. Ya me voy porque voy a buscar a mi abogado. Emérita, me llamó cuando iba saliendo, no se preocupe por eso, porque ya no hay ninguna denuncia en contra suya. Entonces me devolví y le dije: alcalde, no se olvide que mi función con los campesinos es el de impulsora de la ley que creó Lleras Restrepo. 

Fue bajo el amparo de esa ley como fundé la Liga campesina. De pronto se detuvo en su narración, tosió para aclarar su voz, y continuó: “Bajo esa ley pedí que viniera un funcionario a Repelón a investigar lo que estaba sucediendo en la ciénaga La Limpia. Esa era la riqueza de este pueblo, porque en ella nacían y se desarrollaban los bocachicos más grandes y sabrosos. Esa es la alimentación, la que me ha permitido vivir 91 años, pronto, el 2 de septiembre, cumpliré los 92”. 

Pero, esa no fue mi única lucha por esa ciénaga, recuerdo que hicimos un memorando, a nombre de la Liga Campesina, que firmaron todos los repeloneros, defendiéndola, junto a la del Guájaro, lo que sirvió para que construyeran las compuertas de Villa Rosa. Pero la ciénaga desapareció. 

Repelón fue una despensa de Colombia porque así lo decidió el doctor Lleras Restrepo, al ordenar que el proyecto agrícola familiar se desarrollara acá. La designación de este lugar como sede, me llevó a enfrentar a un dirigente campesino de Manatí que pedía que este programa fuera trasladado para allá. Me levanté y me dirigí al ministro de agricultura, al que mataron en su casa, y le dije: ministro, eso no se puede, porque ya el doctor Lleras así lo decidió.  

Comenzamos a sembrar algodón y tomate. Mi marido y yo lo hacíamos en una parcela que aún tengo en Loma Ariza, esta casa la llenábamos con motas grandes. Sepa usted que Loma Ariza representa la historia de la reforma agraria en este pueblo, porque era un terreno del turco Jorge Borges, al que sacamos de ahí un grupo conformado por dos mujeres y 20 hombres. 

Con el movimiento agrario incursionamos en la política, apoyamos y después nos enfrentamos, con el médico Donaldo Morales Escobar, cuya memoria me duele remover. Siendo congresista se opuso a la implementación de la reforma agraria, hasta me amenazó con ponerme presa por invasora de tierras.  Como era quien ponía y quitaba alcaldes, me fui para Barranquilla a la oficina de un senador, le pedí que llamara al Doctor Lleras, antes de que fuera presidente, y le dije de la amenaza. 

Me preguntó si él tenía tierras, le dije doscientas hectáreas llamadas El Potrerito. Invádalas porque están incorizadas. Al regresar a Repelón reuní a todos los campesinos y les comuniqué sobre la orden recibida. Algunos dijeron que no lo hacían porque el médico era su compadre, los que se atrevieron ahí están porque el doctor se quedó con 100 hectáreas. 

Emérita ¿qué estudios tuvo? 

Bueno, le voy a decir esto, eso fue algo que puso el señor Jesucristo en Repelón, en mí, el talento que he tenido. Yo no tuve ningún tipo de estudios, solo me dediqué a escuchar, a seguir lo que me interesaba. Así me encaminé por el mundo, luchando por los campesinos, basada en la inteligencia que Dios me dio. Por eso, por lo que hice, me declararon, agraria, agraria, porque fui el talento de este municipio ante el Departamento y el mundo. Porque hice la revolución agraria para que todos los campesinos se beneficiaran.   

Fíjese, el señor Jesucristo me dotó de otro don, el de anticiparme a lo que va a suceder a través de los sueños. Sueño con un hecho, lo refiero, y el mismo día o el siguiente me dicen: Emérita pasó lo que dijiste. 

 

Álvaro Rojano Osorio  

Sobre el autor

Álvaro Rojano Osorio

Álvaro Rojano Osorio

El telégrafo del río

Autor de  los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).

Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).

Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.

@o_rojano

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