Ocio y sociedad
El triunfo de Colombia en la Copa América 2001: cuando la pasión le ganó a todo
Una paradoja es, por definición, un “dicho o hecho que parece contrario a la lógica”. Tal concepto parece relacionarse de manera ineludible con la obtención de la Conmebol Copa América, primer título internacional de peso en las vitrinas de la selección colombiana, conseguido en su propio suelo en mitad de los numerosos conflictos del 2001.
Esta gesta inédita supuso una pausa al miedo que imperaba en las calles del país debido a los problemas sociales. El calor del mayor jolgorio deportivo hasta la fecha, el fervor de la hinchada cafetera ante el cabezazo de Iván Ramiro Córdoba -que superó a los defensas mexicanos y representaba las mejores intenciones de un jugador que jugaba en su tierra- marcaron definitivamente la fecha.
Este gol selló una superioridad absoluta, sin precedentes en la historia del fútbol sudamericano, y el logro de alcanzar el campeonato sin recibir ni un solo gol en contra. Incluso más valioso que el título en sí, esta copa permitió al pueblo colombiano aprender más sobre sus capacidades para competir arduamente y resultar victorioso ante las exigencias más altas del deporte rey.
A pesar de los obstáculos múltiples que debieron enfrentarse para la correcta organización de la copa, como la ausencia a última hora del seleccionado de Argentina, la imposibilidad de Canadá de presentar un plantel por la cercanía con la Copa de Oro y la improvisación de Honduras (que debió formar una delegación en 48 horas), el resultado fue una competición muy amena, plagada de sorpresas como la eliminación de Brasil ante un partido irrepetible de Julio César León y la confirmación de estrellas rutilantes como Víctor Hugo Aristizábal, en aquel momento insaciable goleador del Deportivo Cali.
El trayecto de Colombia en el torneo
Todo inició la noche del 11 de julio de 2001, en el Estadio Metropolitano de Barranquilla, y ante el conjunto de Venezuela. La selección colombiana encontró la llave para solucionar el trámite del partido de forma veloz, al disparar a los 15 minutos Freddy Grisales desde fuera del área.
El potente derechazo, rastrero y esquinado, perforó con todo su veneno la portería de Rafael Dudamel, sin que este pudiese siquiera tratar de hacer el esfuerzo de detenerlo. Un penal bien colocado de Aristizábal aumentaría la distancia a dos goles, resultado que se mantendría hasta el final del encuentro.
El siguiente enfrentamiento por la fase de grupos de los dirigidos por Francisco Maturana los enfrentaría tres días después al combinado ecuatoriano, en un partido trabado en el que Aristizábal a los 29' aprovecharía una salida en falso del arquero y una pifia del defensor para transformar tal despiste en una jugada que sentenciaría el partido con un tanto que demuestra a la par la picardía y la sangre fría del delantero para encontrar el ángulo preciso por el que convertir.
El cierre de esta primera etapa se produjo ante Chile, encuentro en el que el goleador oriundo de Antioquia una vez más cambiaría un penal por gol, al aprovechar el decreto de la pena máxima por una mano ingenua de Claudio Maldonado en el área de sentencia. Se arriesgaría a cruzar el balón, a diferencia del disparo inaugural frente a Venezuela. La secuencia de un control elegante y exquisito con el pecho, seguido de una incursión vertiginosa por la banda derecha del ataque y un remate furioso de Eudalio Arriaga sería más que suficiente para firmar el 2 a 0 y concluir con un saldo de cinco goles a favor y ninguno en contra.
La excelsa participación los colocaría ante el segundo mejor tercero de la competición, Perú, que no sería rival para la avasallante generación de fútbol del combinado de Colombia, en la que sería su mejor exhibición colectiva. Si bien fue un partido más bien pausado, la calidad técnica de Colombia marcaría la diferencia. El primer gol llegó tras un pase filtrado al vacío en el que Aristizábal, cada vez más resolutivo en el transcurso del torneo, le ganaría el duelo a su adversario para la locura de los 35 mil espectadores que poblaban el Estadio Centenario, ubicado en el municipio de Armenia. Giovanni “El príncipe” Hernández aprovecharía un rebote para anotar el segundo gol, y el propio Aristizábal cabecearía el centro colgado por Grisales para consumar la goleada.
La ya mencionada sorpresa del torneo, Honduras, unas horas después conseguiría su boleto para las semifinales tras derrotar, nada más ni nada menos que al “Scratch de Ouro” por 2 a 0. Todo el pueblo colombiano le debe agradecer a esta humilde selección que juega en la CONCACAF, pues fue la que suplantó a Argentina. El propio Diego Armando Maradona bromearía luego con que esta proeza se produjo por las semejanzas entre las camisetas albicelestes de ambas selecciones. Bedoya a los 6' y, cuándo no, Aristizábal a los 63' solucionarían el penúltimo partido.
El último duelo también cruzaría caminos con otra selección de esa confederación, México, selección que venía de vencer a Uruguay por 2 a 1. Un rabioso cabezazo de Córdoba bordaría la primera estrella en el pecho de cada jugador que represente a Colombia.
Verónica Salas
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