Ocio y sociedad
Íngrid Ester Cantillo Fuentes, 21 años después de su instrumentalización y asesinato
A la docente Íngrid Ester Cantillo Fuentes, paramilitares comandados por Jorge 40, la asesinaron en la noche del miércoles 7 de agosto de 2002, su cadáver fue encontrado al día siguiente, mientras el alba despuntaba. Estaba tendida en el suelo, de cúbito dorsal, su larga cabellera le cubría la cara, por lo que, los primeros en llegar a la escena del crimen no pudieron identificarla. Vestía, entre otros atuendos, una bata de dormir, que fue la prenda que le permitió a una habitante de Bahiahonda identificarla.
Su crimen era la culminación de un proceso que había comenzado días antes, como lo reconoce en su indagatoria el paramilitar Deiro Londoño Garcés, conocido con el alías de “Careniña en la estructura armada Frente Pivijay o Compañía Tomás Guillen,”. Este aseguró: “días antes, cuando nosotros (…) estuvimos en Bahiahonda ubicando a la señora, inclusive, yo entré a un colegio[1]”; era el entonces Centro Básico Ampliado y media Vocacional, en el que Íngrid Ester ocupaba el cargo de rectora hacía aproximadamente cuatro años
Este debió ingresar al Centro Básico el lunes 5 de agosto, este la abordó y en la conversación le preguntó por los problemas del colegio, además, se comprometió a solucionarlos definitivamente. Ella, la noche de los hechos, al verlo, en compañía de los otros paramilitares, debió entender que la solución a la que se refirió era su muerte. Quizá, entonces, dedujo que las llamadas insistentes, amenazándola, incluso, con denunciarla por abandono del cargo, para que regresara a Bahiahonda, la semana antes de su muerte, hacían parte del entramado armado para asesinarla.
En esa semana había permanecido en Barranquilla, estuvo hasta el domingo 4 de agosto, buscando los documentos relacionados con la compra y venta del predio donde, después, construyeron la planta física de la hoy institución educativa que debería llevar su nombre. Documentos que por su informalidad fueron el obstáculo para que el Ministerio de Educación nacional desembolsara los dineros presupuestados para el nuevo edificio del Centro básico ampliado, los que, según comentarios de la época, gestionó el congresista Salomón Saade. Íngrid murió sin saber que, por razones legales, a ella, como rectora, le correspondía manejar los recursos económicos, tanto que estaba organizando la creación de una veeduría ciudadana para vigilar la inversión.
Después de ser identificada, lo que procedió fue consumar la orden que Jorge 40 le había dado a Miguel Ramón Cantillo, conocido como Rafa o Rafael, comandante del Frente Pivijay o Compañía Tomás Guillen, este a Gustavo o “Caleño.” El día escogido fue el 7, la hora para proceder, tarde de la noche. De Concordia, rumbo a Bahiahonda, partieron: Gustavo, Juan Carlos Acuña Pérez, alías Mateo, “Caraeniña”, y de Adriano de Jesús Torres, conocido como Octavio. Lo hicieron a bordo de dos motos y apoyados en la seguridad de que la encontrarían, desamparada, carentes de medios para repelerlos, sin cómo defenderse, y de poderlo hacer estaría en estado de debilidad ante la presencia de cuatro hombres armados. Ella, además, era una mujer frágil, de contextura delgada, su fortaleza era la intelectual, y su única rebeldía, la lucha contra la desesperanza, contra los obstáculos existentes y que no permitían cumplir cabalmente su sueño: “sacar de la miseria intelectual a los estudiantes. [2]”
Y mientras estos se movilizaban por caminos oscuros y carentes de vigilancia de las autoridades armadas legítimamente constituidas, en Barranquilla la familia Fuentes Cantillo se congregaban en un templo cristiano para orar por Íngrid Ester, como presagiando lo que sabrían al comenzar la mañana.
Las motos las dejaron inmediato al lugar donde la asesinaron, caminaron hasta la casa donde habitaba, golpearon la puerta, la tumbaron, entraron, accedieron a la primera habitación donde permanecía la de la pareja con la que está compartía vivienda: la revisaron, y les ordenaron a los esposos ubicarse en la terraza. Después, se dirigieron al cuarto donde la docente se encontraba, empujaron la puerta, la observaron, ellos los miró, entraron y procedieron a revisar sus pertenecías, quizá buscando información que la asociara con la guerrilla.
Además de sus prendas de vestir, algunos libros pedagógicos, encontraron y hurtaron su celular y un cheque de la subdirectiva de Edumag; además, le dijeron que debía salir de la habitación. Ella, antes de hacerlo, pudorosa aún en las circunstancias más difíciles de su vida, se envolvió en una toalla. Después, le pidieron que los acompañara, lo hizo sin resistencia, mirando, antes de salir de la vivienda, sin muestra de angustia, a los dueños de la vivienda que permanecían en la terraza. Ellos la siguieron con la mirada, la vieron ir por la vía paralela al cementerio, luego una cuadra más, hasta cuando cruzaron a la izquierda. Después, escucharon dos detonaciones. Gustavo, en la esquina que hoy hace la Institución educativa con algunas viviendas, en la vía que conduce a la ciénaga de Zapayán, detuvo la marcha de las cinco personas y le ordenó Mateo de que le disparara a Íngrid. Lo hizo con un revólver 38, marca Llama Martial: las balas se alojaron en la cabeza, la última debió ser disparada después de que ella estaba en el suelo.
Ese y durante varios días a los habitantes Bahiahonda, y a quienes la conocieron, los cubrió el manto de la tristeza colectiva; también el temor general. Entonces, aparecieron las explicaciones, sucedió lo que recientemente dijo nuestro presidente de la República, Gustavo Petro en el acto de reconocimiento y perdón por el asesinado del grafitero Diego Felipe Becerra: “Durante generaciones y generaciones, en todo el territorio nacional, creemos que la gente cae asesinada por algo que ocasionó la víctima, no el victimario. El victimario se va volviendo héroe, la víctima se vuelve criminal.”
Los móviles
A Jorge 40 le aseguraron que Íngrid era guerrillera o auxiliadora de estos, lo deduzco de la indagatoria que rindió Rafa y que obra como prueba en el proceso penal contra Gercy López. Ese fue uno de los argumentos que tiempo después usaron en mi contra, me instrumentalizaron, cuando quise ejercer mi derecho a ser elegido alcalde de Pedraza, fui señalado de ser auxiliar de la guerrilla en el sur de Bolívar, donde ocupaba el cargo de Personero municipal. Después de conseguir el propósito de evitar mi candidatura, los que organizaron la campaña en mi contra hicieron colosales esfuerzos para evitar que el “señor” mantuviera la orden de asesinarme.
El paramilitar Rafa, en la indagatoria que rindió, justificó su proceder señalando que después de la orden dada Jorge 40, para que la asesinaran, la estuvieron ubicando, en 1999, en Flores de María, pero que, al sentir la presencia de los paramilitares, se trasladó para Pedraza. Aseguró, además, que la seguridad de 40 la buscó y no la encontraron. “Es ahí cuando la urbana me avisa y yo doy la orden de que hagan el operativo,” apunta Rafa, es decir, los miembros de la AUC dieron el primer paso para asesinarla, o mejor: “neutralizarla.”
Íngrid llegó al municipio de Pedraza a ocupar una plaza docente en Punta de Piedras, de donde fue trasladada hasta Bahiahonda antes de la fecha dada por el paramilitar. Lo hizo impulsada por la cercanía de este lugar con Barranquilla, donde habitaba su familia. Luego, gestionó su traslado para esa ciudad; sin embargo, cuando creyó que era posible, la muerte dio al traste con sus deseos.
En la sentencia anticipada proferida por el Juzgado Cincuenta y Seis (56) Penal del Circuito, Programa de Descongestión O.I.T., de Bogotá, contra “Careniña”, encontramos varios testimonios refiriéndose a las posibles razones de este asesinato, entre ellas las políticas y económicas. Este, por su parte, indicó que, aunque dijeron que era guerrillera, después se dieron cuenta de que el móvil del asesinato fue un dinero cuyo destino era la educación del municipio de Pedraza.
A los móviles también se refiere el Juez Once Penal del Circuito de Bogotá, en la sentencia de 14 de octubre de 2017, dictada contra Gustavo, señalando que: “En el actuar paramilitar, era costumbre hacer señalamientos de sectores perseguidos por su ideología política contraria a la paramilitar, adscribiendo a grupos subversivos, sin aportar comprobación alguna y que solo se ofrecía como excusas para ultimar especialmente a miembros de sectores que no simpatizaban con su ideario paramilitar.” Apreciación que la revictimizó, al asegurar que ella pertenecía al sector opuesto al paramilitarismo. Argumento que entonces y ahora puede tenerse como una justificación de su crimen por parte de los que simpatizaban o simpatizan con el extremismo armado.
No obstante, lo dicho por Rafa o Rafael, lo mencionado por el Juez Once Penal del Circuito, la única política de Íngrid, como se lee en la sentencia proferida contra “Careniña” de 31 de enero de 2013, fue el empeño por el Centro básico ampliado, lo que la llevó a gestionar recursos importantes para esta institución. Tanto fue que en la sentencia contra este paramilitar hay un testimonio en el que se indica: “Presentó un concurso con una entidad del estado, salió beneficiada con quinientos millones para el colegio... proyecto educativo, el cual incluía sala de informática para el colegio, un laboratorio, una cancha múltiple, y uniformes para los niños.”
Otra cosa distinta al Juzgado Once Penal del Circuito, plantea el Juez Cincuenta y Seis Penal del Circuito de Bogotá, al indicar en la sentencia en contra de “Caraeniña”: “Dramática realidad de estas regiones, abandonadas por el Estado, al garete de criminales que se imponen con la barbaridad de sus acciones y buscan cualquier pretexto para justificar su barbarie, la población sometida por los actores armados de turno que en su crueldad degradan, aún más, al punto de cobardemente asesinar a una mujer indefensa.”
Es este juzgado el que en el numeral 5° de la sentencia contra “Caraeniña”, ordenó algunas medidas de reparación con el propósito de amparar el buen nombre de Íngrid Ester Cantillo Fuentes, entre ellas que la alcaldía municipal de Pedraza expida un acto público exaltando sus condiciones humanas y profesionales, lo que está en mora de realizar.
Álvaro Rojano Osorio
[1] -Proceso radicado: 11001310711201700168. Procesado Gercy López López, “Gustavo”. Delito: Homicidio agravado y concierto para delinquir agravado.
[2] Referencia: 110013104056201300002. Procesado: Deiro Elías Londoño Garcés Alias “Careniña” Conducta punible: Homicidio Agravado. Procedencia: Fiscalía 126 UNDH Cartagena. Occiso: Ingrid Esther Cantillo Fuentes. Decisión: Sentencia Anticipada.
Sobre el autor
Álvaro Rojano Osorio
El telégrafo del río
Autor de los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).
Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).
Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.
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