Opinión

Hoy todo me parece más bonito

Diógenes Armando Pino Ávila

12/07/2024 - 05:15

 

Hoy todo me parece más bonito

 

En estos últimos días se ha acentuado en los medios colombianos el discurso, el “argumento” , ya no solo de que Colombia “estaba divinamente bien”, el paraíso terrenal hubo Dios de mudarlo bajo este pedazo de cielo, pues desde hace años, escuchaba expresiones que magnificaban lo nuestro: «En Colombia, hablamos el mejor español del mundo», tenemos «el mejor himno del mundo», «estadistas como Lleras y Alfonso López, no los hay en ninguna otra parte», además el uso de rimbombantes expresiones para magnificar lo normal, es común llamar a la ciudad «Capital mundial» sin decirnos hasta donde llegan esos dominios capitalinos, «La perla del Otún», «La Atenas de América», «La puerta de oro» además ungen reyes y reinas años tras años «rey vallenato, de la piquería, de la troba, etc. » y a través de dicha unción su parentela hereda el reino en «Dinastías», «reina del carnaval, del café, del bambuco, etc.», «imperialatos», en fin eufemismos y rimbombancia para mantener un statu quo, que niega lo feo, lo malo y el sufrimientos, tratando de mostrar solo goce y felicidad es el estado de meditación perfecto que los hindúes llaman nirvana.

Nos repiten hasta el cansancio que el sistema de salud es el mejor del mundo, sin embargo los descubrimientos y las revelaciones de desfalcos, robos y corrupción en dicho sistema nos indica que esa barca hace aguas por todas partes, que no resiste una calafateada para remendar sus orificios, sino que por el contrario hay que recurrir a una barca nueva y más segura, que detenga la fuga del recurso público hacia los bolsillos oscuros de la clase política y económica que la ha manejado desde la aprobación de la Ley 100.

Sostienen que el sistema pensional existente era el mejor, claro, son casi quinientos billones de pesos de los afiliados que producen rendimientos financieros a los banqueros, no solo en negocios dentro del país, sino fuera de él, y que esos banqueros y poderosos financian las campañas de congresistas que sin vergüenza alguna se oponían a la reforma pensional.

Manifiestan por todos los medios que la economía extractiva, la carbonizada, es irremplazable, y que Colombia va directo al precipicio al tratar de reemplazarla por energías limpias y que los ingresos que se derivaban de ella, no se pueden igualar con el producto del turismo o de la exportación de productos agropecuarios, sin embargo, las estadísticas muestran lo contrario.

¡Petro está loco prometiendo tierra para los campesinos! Va a expropiarla, sino es expropiándola ¿de dónde la va a sacar? Y cuando la propuesta es comprándola a precio comercial y mediante la entrega de los predios expropiados a las mafias, hacen un silencio glacial. Los señores ganaderos, con su agudeza de negociantes, proponen la venta de miles de hectáreas, ven el negocio fácil de hacer dinero, vendiendo cualquier tipo de tierra, pero como el gobierno no quiere, ni puede comprar cualquier tipo de tierra, se quejan de que a pesar de ellos proponer sus propiedades a la venta el gobierno no la compra.

Ahora es el turno para La Constitución, la mejor del mundo dicen, exageran en todo, pienso, si, es buena, pero requiere modificaciones, ya lleva más de cuarenta reformas, pero ahora, dicen, no necesita reformarse más. Nos quieren vender la idea de que es una constitución joven, casi una bebita de tan solo treinta y tres añitos, por tanto, hay que dejarla madurar, que envejezca un poco más, ¿será que añoran una decrepitud añosa como la del 86?

Escuchaba a un ex constituyente decir en Tv, que ésta era “la mejor Constitución del mundo” y que La Corte Constitucional colombiana era tan buena, que es materia de estudio en las mejores universidades de Europa y de USA. Al escuchar esta exageración cambié de canal, pues intuí que vendrían flores para La CSJ, Consejo de Estado, Procuraduría, Congreso y demás instituciones chuecas del sistema colombiano.

Ahora bien, da grima escuchar congresistas que, en un ejercicio de mecánica mental, repiten el libreto de los directores de sus partidos (los verdaderos dueños de la opinión de su colectividad), en discursos ridículamente marginales, insustanciales, descoloridos, llenos de frases aprendidas, lugares comunes y otros esperpentos que no requieren mayor esfuerzo mental para descubrir su origen, su creador y los interese que mueven.

Este fenómeno descrito se repite, se replica en las capitales de departamento, en las gobernaciones, en los representantes de los gremios, en las asambleas, en los medios de comunicación provincial y, en igual medida, se da en los municipios colombianos, es decir, lo dicho por los de arriba, amplificados por los medios nacionales se convierte en una matriz discursiva que en cascada nutre “el pensamiento” colectivo. Pareciera que “la necrofilia”, tal como la concibiera ese gran filósofo y pedagogo brasileiro Paulo Freire, que al aplicarla a la educación la describía como el amor a lo muerto utilizada en lo que llamó “La educación bancaria” donde el sistema escolar pretendía que el estudiante repitiera, no controvirtiera, no criticara, no pensara, sino que, creyera pensar repitiendo el pensamiento de otro, es lo común en el ámbito político colombiano.

Así las cosas, se comprende sin mayor esfuerzo el por qué el temor a disentir, el temor a emitir opiniones propias, el por qué de la ausencia de pensamiento critico en todas las esferas sociales, el por qué algunos (gran parte) de profesionales y políticos de las regiones, son insustanciales, casi contingentes, muy parecido a Roberto, el protagonista del cuento de “La vida gris” del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro. De este mismo hilo se desprende, el por qué hay la tendencia, sobre todo en provincia, de invisibilizar, el pensamiento del hombre común, que equivocado o no, se atreve a opinar y a mostrar su disenso, parece que ese rezago feudal arraigado en el ideario de “los de arriba” en la provincia, le lleva a la negación, a invisibilizar, no solo el pensamiento, sino, también a la persona que opine fuera de la matriz dictada desde “el poder”. Solo hay que observar cualquier grupo de chat en las redes donde participen personas de diferentes estratos, rápidamente notarás la premura de tapar la opinión del que disiente, con publicaciones, fotos o videos, ni siquiera contrarios en opinión, sino que muestran otra cosa (están en su derecho).

Un fragmento del cuento “La vida gris” de Ribeyro que aparece en un libro maravilloso titulado “La palabra del mudo I”: “Nunca ocurrió vida más insípida y mediocre que la de Roberto. Se deslizó por el mundo inadvertidamente, como una gota de lluvia en medio de la tormenta, como una nube que navega entre las sombras. No tuvo una emoción fuerte, ni una aventura imprevista, ni una calamidad sonora, que coloreara la página blanca de su vida. Todo en él fue blando, suave, entregado con mesura, vivido sin contrastes. No fue lo suficientemente bruto para sentir felicidad de no pensar en nada, ni lo bastante inteligente como para sufrir la angustia de saber más. Ni serio ni jocoso, ni bueno ni malo, ni estéril ni imaginativo, era como el agua tibia, como un árbol sin savia, como una sonrisa sin expresión…”.

Para terminar mi nota, paso a creer que muchos compatriotas se levantan cantando o escuchando esa canción que de niño le escuchaba a una de mis hermanas y que ahora al buscarla en la Internet aparece como de Andrea Echeveri, lo que me parece raro, pues la escuche en mi niñez, de eso hace ¡Uffffff!.

“Hoy todo me parece más bonito/ hoy canta más alegre el ruiseñor / hoy siento la canción del arroyito / y siento como brilla más el sol/…”.  

Nos creen pendejos.

 

Diógenes Armando Pino Ávila

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

@AvilaDiogenes

1 Comentarios


Eduardo Rodríguez Vegs 12-07-2024 08:08 AM

Pue, nos cortamos pendejos. Nos hemos dedicados a comentar y a opinar. Actitud para reaccionar, ninguna. Siempre esperanzados que alguien que aspire a cargos de elección, nos haga las soluciones. El día que decidamos por los menos 90% de la población a NO VOTAR, se pellizcarán los encantadores de serpientes.

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