Opinión
Derribar la alambrada
Tomé la decisión de bajar la intensidad con la que participaba en algunos grupos de Whatsapp, la verdad sigo creyendo que dichos grupos permiten socializar ideas, pensamientos, saberes, experiencias, no obstante, son absorbentes y se corre el riesgo de dejarse sumergir en lo bizantino y abandonar tareas o actividades necesarias de realizar.
Venía participando en dos de ellos con más intensidad que en otros, pues encontré en ellos un grupo de personas con preparación académica y profesiones liberales que, creí, liberados de prejuicios conceptuales, capaces de aceptar el disenso, y que desde orillas contrarias se podía confrontar pacíficamente posiciones encontradas en política y otros temas como el arte, la filosofía, la cultura, la educación y otras disciplinas que alimentan el intelecto del hombre moderno. Lo cual me parece debe ser el encuentro del hombre que piensa con criterio propio.
En razón a bajar la intensidad de participación y buscar otro tipo de actividad que regule la hiperactividad que, desde siempre, me acompaña; estos tres últimos días me dispuse como auto disciplina, solo leer lo que publicaban sin participar. La experiencia fue divertida, pues el tema era el nivel de pobreza que el DANE daba sobre la capital del Cesar. En dicha discusión buscaron causas, culpables y dieron sesudas propuestas de solución, hombres capaces de proponer soluciones, dar ideas, pero con el problema de ser seres de pensamiento insular, que ven su ciudad desde el interior del muro que la circunda y que la amuralla excluyendo con ello al resto del departamento.
Es esa miopía del capitalino que no les ha permitido ver que su ciudad llegó al tope, tocó el techo de su crecimiento y que, para que siga su desarrollo, debe abrir compuertas hacia los demás municipios que conforman el ente territorial departamental. Es necesario que estos intelectuales, hombres de negocios, empresarios, políticos, pensadores, intelectuales que hilan fino (no se puede negar) comprendan que, entre otros, cuando tocaron el tema del turismo como factor de crecimiento para la ciudad, piensen en el tema en forma creativa e innovadora.
Ojalá descubran que el vallenato, por si solo, no puede, no será capaz de despegar, pues es este un tema de gustos y que, si, puede llamar la atención a una gran franja de población local y una franja de turistas domésticos (andinos, costeños, etc.) pero que, de pronto, no sea lo suficientemente llamativo para el turista de otras nacionalidades. La ciudad de Valledupar, el departamento del Cesar, deben repensar su actitud y manera de proyectarse a nivel turístico, el cual debe ampliarse en un circuito por los municipios, mostrando esa riqueza que solo algunos departamentos tienen y que el nuestro tiene el privilegio de albergar, cual es, la pluri étnicidad y la multiculturalidad.
Aprovechar lo variado y hermoso de sus paisajes, el verdor de sus montañas, los espejos de agua del complejo cenagoso de la Zapatosa, la cultura indígena (del Arhuaco, Arzario, Wiwa, Kankuamo, Yukpa), la cultura del hombre del río y de la ciénega (Tamalameque, Chimichagua, Chiriguaná, Gamarra, La Gloria, La Jagua, Astrea, etc.), no olvidar los pueblos de origen santandereanos que son muchos (Río de Oro, Gonzales, San Alberto, San Martín, Aguachica, Pelaya, Pailitas, Curumaní, etc.) y por supuesto la cultura del norte del Cesar, no solo la de Valledupar (La Paz, San Diego, Becerril, Codazzi, etc), en fin, circuitos turísticos que muestren la variedad que tenemos, así y solo así en comunión podemos crecer.
¿Qué se necesita para que esto se dé? Solo una cosa al parecer compleja, pero si se tiene en cuenta la capacidad de pensamiento de las personas que leía en el grupo de wasap, se puede lograr pues en su conjunto pueden ser dinamizadores de la cultura, creadores de empresas, pensadores natos con agudeza intelectual, solo tienen que bajar un poco el ego personal, pues eso llevará a bajar el ego colectivo del capitalino que cree que Valledupar fue la cuna de la cultura humana y que solo de vallenato vive el hombre.
Repensar a Valledupar y su cultura, proponer una inversión en el hombre y no solo en la ciudad, cambiar el concepto de promoción y valoración de lo terrígena, no más estatuas a cantores y compositores, buscar otras formas creativas de ensalzar la cultura, tales como monumentos a sus cantos, me refiero a monumentos artísticos, no al de la Sierra Nevada de la plaza de la Gobernación, ni al Palo de Mango del Centro Cultural, de seguir haciendo lo mismo, sorprenderemos a los arqueólogos del futuro cuando descubran los monumentos y estatuas de ahora y a lo mejor piensen que imitamos a los chinos antiguos con algo parecido a “Los Guerreros de Terracota” que se encuentran en la provincia de Shaanxi, en el centro de China, cerca del mausoleo de Shi Huangdi, el primer emperador de China y fundador de la dinastía Qin.
Hay que desmontar la alambrada intelectual que les encierra, primero desengrapando la alambrada de espino de esos postes rígidos que les atan y mantienen prisioneros a la creencia solipsista que solo existe Valledupar. No se puede andar como el alpinista que usa gafas azules o verdes para no ver la blancura de la nieve.
Diógenes Armando Pino Ávila
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
1 Comentarios
Mi respetuoso saludo, Diógenes. Identificado con tu planteamiento siendo selectivo con los receptores del "guante". Desde que llegué a Valledupar, en 1990, sentí el potencial turístico cultural del Magdalena Grande, intenté diferentes alternativas, de acción y de intención, aprovechando lo que Zapata Olivella denominara una valiosa trinchera que yo tenía en el Diario Vallenato y en Vanguardia Liberal y que debía recuperar. No supe como superar lo que he dado por llamar "regionalismo malsano", que arropa a un gran número de opinadores del "Triángulo del Magdalena Grande", por lo que no atendí la recomendación del "Patriarca de la tenacidad iluminada" como lo llamara Jaime Mejía Duque quien hoy cumple 15 años de haber partido. Hoy me limito a recoger lo positivo de de los planteamientos que pueden ser enriquecedores. Fuerte abrazo.
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