Opinión

Activo en G menor

César González

19/07/2024 - 04:30

 

Activo en G menor

 

Este escrito no es un cuento, tampoco un relato, mucho menos un short-shorts, no llega a chisme siquiera, quizás, una infidencia frívola pueda llegar a ser, crónica mal humorada de rápida circulación, una forma burda e intelectual a la vez, de ser lo que se es, porque no se puede ser más cosa, que consecuentes con nuestros actos, flexibles a nuestro destino, como cualquier animal en la suya absurdamente animal. Entre tantas personas que he conocido en las calles de Euparí- Roll, en los parches donde no llega el amor y sólo habita el miedo, donde todos huelen a formol y nadie puede perfumarse de digno, absolutamente nadie podría vanagloriarse de honor, no conocen de palabra y cualquiera te pone a sobrar así, nada más, de “un chasquido”, pero te dan la “moral”, aunque se crean superiores a ti, al loquito del barrio, al Chirri de la esquina, o al andrajoso del semáforo, cualquiera que esté fuera del programa de televisión en el que viven diaria-mente sus sectarias existencias. Imaginemos el caso, pensarse vivir en una realidad diferente a los demás, creerse por fuera del problema que es la vida. son ellos los mecenas de tu pasaporte, de tu visa de exilio o inxilio hasta perderte en un país sin nombre donde los cobardes pasan por valientes y los valientes por perdedores, y en esas paradojas terminan siendo Ellos los héroes y anti- héroes de la historia, “juanitos alimañas” en potencia que en su ley perecen. Menos mal la muerte nunca fue algo que le preocupó en lo mínimo, es lo que uno podría deducir, (sobre todo por esa forma vertiginosa de vivir), muchos hasta dicen que se criaron juntos, que asistían a la misma escuela, que comían en el  mismo plato, y que para mal, o para bien, había sido su única y fiel amiga, su vecina desde siempre, su único amor al fin; no digo su nombre, porque no me corresponde  y además porque tampoco me interesa posar de prensa sensacional con su sangre derramada en primera plana y el típico titular sin ninguna responsabilidad afectiva con sus familiares y seres queridos, mucho menos justifico su fin, la muerte, <> esa mujer peligrosa que lo sedujo y a la que buscó implacable en sus faenas de niño malo, que de malo lo único que tenía, en mi lectura personal, ahora que lo analizo con detenimiento, era ese rostro de adolescente malhechor clase baja, cabeza de porra que llaman los profesionales del apodo, un defectuoso Robert De Niro boca torcida, un caso como el de Benjamín Button, no cuando es interpretado por Brad Pitt conduciendo su Idian Flathead roja y con gafas de sol, por una autopista sin una sola arruga en el rostro y ni un huequito en la pista, no, pero si cuando está niño-viejo, en ese estado de belleza fenomenal propia del cine y la literatura fantástica, con volcanes de espinillas en constante erupción, y eso por la ingesta prematura de barbitúricos que le tocó pilotear en los distintos centros de rehabilitación en los que vivió largo, largo tiempo. Otra de sus temporadas en el infierno o en el paraíso, ya no se sabe, fue cuando estuvo durante tres meses en coma, “está más allá que acá, le están sonando más las arpas que los acordeones”, escuché a alguien, cuando aún era una leyenda viva y los pelaos siempre estaban al pendiente de sus apariciones en redes sociales y comentaban las principales sobre la farándula del bajo mundo, “tres impactos de bala en la cabeza, está cruzado” otros decían, de los que nadie, ni doctores, ni mandraque daban fe a que pudiera salvarse, pero se salvó, contra todos los pronósticos, hierba mala, no moría, habían quienes decían que su andar de zombi salido de una coreografía de Michael Jackson, era por una bala que nunca pudieron extraerle los doctores, en los congresos de medicina su caso fue modelo de estudio y debates alrededor de la ciencia, decían que era mejor que estuviese ahí, por donde comenzaba la columna vertebral a bajar, que la bala había desplazado una vértebra y en lugar de la pieza ósea había quedado una astilla de plomo. Por los días que era tendencia, cuando salió en aquel video donde dos mujeres le propinaban una golpiza por la zona del boliche, los que sólo fueron objeto de burlas y los comentarios vituperiosos de costumbre.

El árbol había caído, y para ser leña no le faltaba nada, por esos días ya nadie daba un peso por el menor, ni la mínima moral, en los boros nadie le pasaba el porro, ni por error, no permitían que se acercara a los parches por la calentura y todo lo que se decía por ahí, que tenía los días contados y otras sentencias de ese tipo que acostumbran a vociferar los promotores del morbo, calanchines del mal, impulsadores de la muerte. Cuando se le comenzó a ver ese mal tiempo de peligro a cuestas, hasta los más firmes, con los que muchas veces la cometió, le abandonaron, como dice esa canción vallenata, “que cuando uno está saláo hasta el amigo más cercano se le aleja”, bueno, así fue, y a él para su mala fortuna, lo había dejado hasta su propia sombra. También es cierto que por el Dan Gong y por la Secta ya no lo podían ver las putas, ni los putos, ni los drogos, nadie, no había esquina donde pudiera relajarse, como el solitario vagabundo -que a las malas le tocó ser- tranquila y desapercibidamente. Es curioso, y lo es más cuando pasa el tiempo, pero debo decirlo, nunca consideré peligroso al menor, más que para sí mismo, mucho menos un ladrón inteligente y con éxito, sobre todo después de esa noche en la que en un evento donde  Gart, pintor y músico de la escena; debo aclarar antes que todo, que este será el único fragmento anecdótico de lo aquí escrito: Yo pasaba una de mis borracheras excéntricas, mientras al mejor estilo de los rituales chamanicos los asistentes bordeaban una gran fogata y bailaban y daban giros y emitían aullidos, una farra densa. cuando salí a buscar un taxi y a tratar de pasar el mareo de marihuana y cerveza con un cigarrillo, la cosa empeoró, mientras el menor como un golero sobrevolaba a la presa de monte en descomposición, que Yo era, pero a los borrachos les a compaña siempre un instante de extrema lucidez con el que puede bastarles para salir de ese tipo de situaciones, y con esa sola línea  de bolsillo, o de vómito, me bastó para trampear al personaje en cuestión, “ menor no me vayas a robar, que te boleteo con el Yesid y los muchachos de la fuking Squad”, fue más una súplica que cualquier otra cosa, la dicha salida en mi evidente desventaja a él le importaban menos de un pepino nuestras amistades en común, cuando a lo lejos escuché en el limbo de mi ebriedad alterada sus palabras graves y electrocutadas, frías como la madrugada en que nos citaba una vez más el destino, “como así  poeta, me extraña, si yo más bien te estoy cuidando de que lo roben, suerte que me voy en esa verga”, Labia, el menor no perdonaba pinta, pero esa vez en particular creo que sintió algo de piedad o puede que la haya visto muy fácil, un robo no digno de su estatus de rata y paso a creer que a él le gustaba robar de frente, le gustaba marcarte, era su firma, un artista de la calle, algo así como un no me olvides, un, soy el activo menor y vas a perder.

A Iván

en memoria.

César González

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