Opinión
La Tambora merece su institucionalización

A pesar de contar con la fortuna de haber crecido bajo el “Universo Mágico de la Tambora”, mi interés hacia nuestra cultura autóctona siempre fue displicente e indiferente, mientras mi padre trabajaba incansablemente por el rescate de la cultura de sus antepasados, mi interés y gustos musicales abandonaban las tradiciones y costumbres de mis ancestros.
Mi apatía hacia nuestra cultura era bien marcada, no importaba que mi padre año tras año, a través de la realización del Festival Nacional de la Tambora y la Guacherna buscaba devolver a los de Tamalameque su identidad cultural, pretendía que nos apropiaramos de ella y a través de su música, baile y canto abriéramos fronteras y nos encumbráramos en un sitial de honor dentro de la cultura del departamento y de la nación.
Tuvo que transcurrir muchos festivales, la consolidación de la Tambora y los grupos folclóricos de mi pueblo en el ámbito cultural de la región, para que comenzara mi curiosidad por esta cultura y sufrir por parte de mi hijo un exorcismo cultural, donde me despertó de mi letargo y sembró en mi la semilla e interés por la cultura autóctona.
Desde ese momento, comencé a conocer e interesarme por la Tambora, a valorar el trabajo incansable de mi padre por su rescate, preservación y difusión, pero sobre todo a degustar, admirar y deleitarme con la cadencia de su baile, la frescura y hermosura de sus cantos.
En este proceso pude evidenciar como la Tambora como expresión cultural ha librado una batalla incansable para no desaparecer, su lucha contra la asfixia perpetrada por un sector que pretende imponer un único género como valor y referente cultural del Departamento del Cesar, atentando contra su diversidad étnica y cultural.
Es por ello, que, ante una injusticia de pretender imponer la cátedra valores y talentos vallenatos de obligatorio cumplimiento en los colegios del Cesar, aplicando el conocimiento y aprendizaje de la cultura vallenata, a expensas del menoscabo de nuestra cultura vernácula, en compañía de unos compañeros de universidad iniciamos la defensa de nuestra cultura y logramos declarar la inconstitucionalidad de la expresión “obligatoriedad” y frenar este absurdo cultural.
A través del tiempo gracias a la unión de gestores, investigadores, grupos culturales y amantes de esta manifestación cultural, hemos avanzado y logrado resaltar la Tambora como expresión e identidad cultural, pero el interés por su aniquilamiento no ha cesado, por el contrario, se ha incrementado a través de la falta de apoyo, inversión y promoción, por ello, a través de acciones judiciales pretendemos la defensa de nuestro patrimonio cultural, garantizando así el rescate, conservación, investigación, difusión y divulgación del genero cultural La Tambora y, en especial, del Festival Nacional de la Tambora y la Guacherna de Tamalameque (Cesar).
La Tambora es nuestra máxima expresión cultural, una herencia y patrimonio cultural de nuestros ancestros debemos defenderla, amarla y preservarla, es por ello, que debemos adelantar acciones que lo certifiquen, el llamado es para que el Día de la Tambora y el Festival Nacional de la Tambora y la Guacherna de Tamalameque se institucionalicen en el ámbito municipal y departamental, con esto, consolidamos y fortalecemos nuestra cultura, así mismo, garantizamos inversión y no dejamos al libre albedrío de los gobernantes la realización de estos eventos que engrandecen y resaltan nuestra cultura.
Diógenes Armando Pino Sanjur
Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Sanjur
Tamalamequeando
Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.
1 Comentarios
Todo lo que aprecio en tu comentario, nos ha sucedido a muchos hijos de Tamalameque, pero aunque siguen habiendo muchos apáticos por nuestras tradiciones, hoy somos muchos los que la defendemos, por decirlo de alguna manera, somos ese repredentativo grupo, los llamados a unir fuerzas; sin egoísmos y sin distingos de ninguna clase a seguir luchando por nuestro objetivo: POSICIONAR LA TAMBORA EN EL SITIO QUE LE CORRESPONDE.
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