Opinión
El Parque de la vida
El sábado 21 de septiembre de 2024, la gobernación del Cesar inauguró uno de los espacios públicos más importante de la ciudad, El Parque de la Vida. Sin lugar a dudas, es un espacio maravilloso, ya que se encuentra ubicado al lado de tres importantes colegios, de nuestro hermoso Valledupar.
Esta magnífica obra que se construyó para homenajear a los millones de víctimas que ha dejado a su paso el conflicto armado, también contrasta con el uso que acostumbramos a darles a los lugares destinados a embellecer a la ciudad.
Valledupar se ha constituido en un importante centro de la cultura en el país que destina recursos y esfuerzos, en mantener viva la memoria de los grandes exponentes de nuestro folclor. Estatuas de los artistas vallenatos en parques, monumentos en sus glorietas, que reflejan la pasión de los habitantes de esta parte del caribe colombiano, representadas en obeliscos, gallos, maríamulatas, músicos, pedazos de acordeón, en fin, una rica manifestación cultural sin parangón en cualquier parte del mundo. Estas monumentales obras han dejado ver la parte oscuras de quienes están detrás de la utilidad que deja el hierro, y el cemento, combinada con el mal uso que le dan quienes disfrutan del espacio que brindan esos lugares.
El apadrinamiento de los parques por parte de los artistas vallenatos, entre quienes incluimos al samario Carlos Vives, a quien se le esculpió una estatua en el parque de la Provincia, que se ubica a orillas del majestuoso balneario Hurtado, compartiendo lugar con la célebre y más grande figura de todos los tiempos del mundo vallenato, como lo fue Diomedes Diaz, su hijo Martin Elías, Jorge Oñate, Iván Villazón, entre otros, han sufrido ataques de los vándalos quienes le han cercenado las extremidades a las estatuas, deteriorando la imagen y la silla del cacique, que en cierta ocasión se vieron en la necesidad de colocarle vigilancia policial.
La fuente del Parque de La provincia no funciona. Niños y adultos utilizaban sus aguas para nadar, sin importar el daño que sufrieran las estructuras. Sus luces y chorros de aguas que despedí, solo quedaron grabados en nuestros recuerdos.
Hoy, al recibir esta hermosa obra como lo es el Parque de la vida, esperamos darle un buen uso, no convertirla en la letrina de nuestras mascotas, ni mucho menos en un lugar de parranda de los fines de semana, ni en hospedajes para los habitantes en condición de calles; por lo que se hace urgente, pedir la vigilancia policial, que le brinde tranquilidad y agrado a quienes van a disfrutar en el parque que se construyó en memoria de las víctimas del conflicto armado.
El hierro y el cemento, pilares de la corrupción en nuestro país, debería crear también un fuerte movimiento cívico en la ciudad, que exija la terminación del mirador del Santo Eccehomo, la culminación y entrega del centro cultural de la música vallenata, aunque los sobrecostos terminen enriqueciendo a unos, pero que al menos la alegría se convierta en nuestra única esperanza, al disfrutar de las más grandes obras en nuestra ciudad, entre las que incluiremos el Parque de la Vida, como una forma de olvidar nuestras tragedias sufridas por culpa del conflicto armado y la corrupción.
Nerio Luis Mejía
Sobre el autor
Nerio Luis Mejía
Pensamientos y Letras
Nerio Luis Mejía es un líder comunal, defensor de los Derechos Humanos, quien ha realizado de manera empírica un trabajo de investigación acerca de las causas que han propiciado -y siguen alimentando- el conflicto armado y social colombiano. Mediante sus escritos, contextualiza las realidades territoriales.
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