Opinión
Valledupar, entre el caos vial y la informalidad

La capital mundial del vallenato ha experimentado un crecimiento demográfico exponencial, en los últimos veinte años, lo que ha transformado el plano de la ciudad, como también el imaginario de aquellos que crecieron, en los tradicionales barrios de este hermoso valle del cacique upar.
A pesar de la organización urbanística con la que se construyó la ciudad, y los desafíos que ha enfrentado ante la aparición de las invasiones de terrenos, aun conservamos amplias calles, y las zonas peatonales, junto a los espacios reservados a las áreas verdes. Espacios que muchas veces son invadidos por los vendedores informales, que a diario ofrecen toda clase de productos que van desde ropa, calzado, y productos agrícolas (frutas y verduras), en lo que podríamos considerar una cantidad sin precedentes de mercados satélites, esparcidos a lo largo y ancho de Valledupar.
No hay un solo barrio, o urbanización de la ciudad donde no se pueda encontrar una venta de verduras, lo que me lleva a pensar dos cosas: la primera de ellas es que tenemos un sector campesino que está haciendo del campo cesarense, una gran despensa agrícola capaz de garantizar la seguridad y soberanía alimentaria que necesitamos los habitantes de Valledupar; la segunda es el estancamiento industrial y comercial que por años hemos vivido los vallenatos, y que ante la crisis del empleo formal, las personas se ven en la necesidad de reinventarse toda clase de negocios que les permita sobrevivir.
Los productos del campo que se venden en las carretillas, carros de mulas, viejos automóviles, y dejan ver la voluntad inquebrantable de los colombianos, y su amor por el trabajo. Es por ello que conmino al gobierno en sus distintos ordenes, tanto municipal, departamental, y nacional a adoptar medidas que permitan la formalización de los vendedores ambulantes, que luchan todos los días junto a nuestros campesinos y su invaluable aporte en la construcción del país.
Por otro lado, los trancones que experimentamos al interior de la ciudad ha llevado a la administración municipal y departamental, diseñar y ejecutar una serie de proyectos en materia de infraestructura, para descongestionar la ciudad, entre los que podemos contar por su importancia, el Anillo vial, la ampliación de las glorietas de los Gallos, la Mariamulata, el Pedazo de Acordeón, lo que podría mejorar el tráfico, mas no es la solución estructural, ante el problema de movilidad, causado por el crecimiento urbanístico de Valledupar.
Valledupar tiene unos accesos viales, en sus entradas y salidas, que envidiaría cualquier ciudad del país, pero en el interior de la ciudad, transitar, y conducir en ella, es un completo caos. ¿Será insuficiente, una salida hacia el municipio de La Paz, y dos entradas de La Paz a Valledupar?
Lo mismo se puede pensar con la doble calzada que comunica a Valledupar con el municipio de Bosconia, muchas vías para el poco tráfico vehicular que une a estas dos poblaciones. Pero ocurre todo lo contrario en el casco urbano de la ciudad, es decir aquí hay muchos vehículos, para pocas vías.
¿Será que las vías se construyen por la demanda de los intereses personales que deja la ejecución de los contratos, y no por la necesidad en materia de movilidad de los vallenatos? Ojalá los nuevos proyectos de infraestructuras, nos puedan resolver el caos vial, y la informalidad de nuestros campesinos y vendedores ambulantes en Valledupar.
Nerio Luis Mejía
Sobre el autor
Nerio Luis Mejía
Pensamientos y Letras
Nerio Luis Mejía es un líder comunal, defensor de los Derechos Humanos, quien ha realizado de manera empírica un trabajo de investigación acerca de las causas que han propiciado -y siguen alimentando- el conflicto armado y social colombiano. Mediante sus escritos, contextualiza las realidades territoriales.
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