Opinión
Los que mandan en Colombia
Para desvirtuar el que se me pueda tildar de izquierdista, como sucede con todo el que protesta y dice la verdad en este país, aclaro que soy, ante todo, periodista, licenciado en Filosofía (filosofo) y cristiano-católico con lo que quiero demostrar que mi compromiso siempre ha sido con la verdad, la razón, la justicia y la paz. Aunque también debo reconocer que, personalmente, le debo más a la derecha que a la izquierda, porque han sido aquellos quienes, para bien o para mal, edificaron el país que ahora tenemos y del cual todos dependimos, pero esto no me condena a ocultar mis convicciones. Si de política se trata, siempre he sido de filosofía liberal, por principios más que por trapo rojo. Eso sí, considero que no hay sistema político totalmente malo ni totalmente bueno y que, en política, cuando se trata de servir, ser democrático y justos, conviene más ser ecléctico.
Durante mis más de 60 años de vida, he podido acumular conocimiento sobre la fuente de la concentración en pocas manos de los poderes en Colombia, un país en donde el “concurso de méritos” es reciente y, por lo tanto, son los políticos los que han detentado, siempre, el poder para elegir, decidir, tener, acumular y usar, todo tipo de recursos. Por eso puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que ha sido en el Congreso donde se ha elegido, decidido, obtenido, acumulado y usado las fuentes de recursos y de poder (económico, político, legislativo, ejecutivo, comunicativo) y sobre todos los recursos de producción, entre ellos los de comunicación, y estoy convencido que no ha habido oportunidad de desarrollo, progreso, control, negocio y de enriquecimiento del que no se hayan aprovechado los congresistas. Las evidencias son abundantes.
Antes de que aparecieran los “concursos de méritos”, las ofertas o las licitaciones, entre otras, que siguen siendo un sofisma de distracción, eran los políticos (los congresistas) los que decidían quien tenía derecho a poseer la tierra, a ser presidente, a ser gobernador, a ser juez o magistrado, a ser gerente, director y, ni se diga, senador, representante, diputado, concejal, etc. Ellos mismos decidían sobre las juntas directivas, hasta de las acciones comunales. Amos y señores de todos los poderes, los famosos padres de la patria.
Por lo anterior, no había quien no les debiera un favor, a menos que fuera un campesino, de esos que decían “yo no tengo que ver con política”. Ellos son los que se han llamado de derecha, porque los que no tenían poder para decidir y que se hicieron inconformes tuvieron que irse al monte a protestar a través de las armas, los guerrilleros que tuvieron ideología y pelearon contra el Estado, por lo menos hasta la existencia del M19, porque los alzados en armas de ahora son simples bandidos que andan detrás del poder del dinero y son enemigos de todos.
Por todo lo argumentado, no era necesario oírselo decir al actual presidente de que. en “Colombia los que mandan son los grupos económicos”, que son los mismos políticos o los que han controlado el poder político, para darnos cuenta de esta realidad. Pero más contundente aun es decir que quienes tienen el poder son los dueños de los medios de producción (la tierra, los recursos naturales), los dueños de los votos, los dueños de los medios de comunicación, etc.; que son los mismos que utilizaron su poder político para concentrar el poder y manejar el país a su antojo.
Por eso, ahora, que aquellos que diseñaron el país que tenemos, a su antojo y del que muchos nos beneficiamos personalmente, han quedado del otro lado del nuevo ejecutivo, están usando el control que acumularon sobre del “Estado”, para impedir que se diseñe un país distinto al de la medida de sus intereses, entramado del cual hacemos parte los periodistas por ser trabajadores de los medios de comunicación social al que, hasta un tiempo, solo se podía acceder por decisión de la alta jerarquía del “Estado. Y les ha quedado fácil, porque los funcionarios, aparentemente, al servicio del “Estado” (magistrados, jueces, procurador, fiscal, contralor, director, etc.,) les pertenecen y, por ende, le obedecen. Tampoco podrían, muchos de los enemigos del viejo sistema, entre ellos muchos docentes, por ejemplo, negarse a obedecerle al que les nombró en la actividad de la cual se han pensionado, gracias a Dios y a ese político. Por lo tanto, también hay que entender a los que se resisten al cambio de sistema. Bien lo decía la vieja cantadora: “si porque te quiero quieres que yo te entregue mi vida, eso es lo que yo no hago: morir para que otro viva”.
Por lo anterior, mientras no se estructure una nueva concepción de Estado no será posible un cambio de estilo y de gobierno, porque aún no han sido reemplazadas las bases, entre ellos la gran mayoría de congresistas, que sostienen la clase de Estado que tenemos. Nada han ganado los enemigos del actual sistema con cambiar al Presidente, sino cambian el congreso y con ellos a quienes ejercen de “funcionarios públicos”, sobre todo, para bien o para mal, empleados de “carrera administrativa” que vienen del sistema que se intenta cambiar, en un país, irrefutablemente, desigual.
Creo que la estrategia consiste en desvirtuar, tergiversar, contrariar, desinformar y tratar de manipular, de manera mezquina y egoísta, las decisiones del nuevo ejecutivo como una forma de conservar la posibilidad de volver al poder o de conservar los actuales privilegios, los que están haciendo circular la falsa teoría de que “la democracia” está en peligro.
Por lo mismo mataron a Jesucristo, aquellos que se resistían a salir de su zona de confort. Algún día iba a entender, por algún lado, lo dañino que es la concentración de los poderes o cómo afecta a la democracia ¡Dios quiera y concertemos para no tener que abocarnos a una guerra civil y después que dialoguen los que queden vivos, porque, en la guerra, todos estamos en peligro!
Juan Cataño Bracho
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