Opinión
La masacre de la familia Lora Rincón

Durante el 2024 se registró una serie de acontecimientos que marcará la historia de Colombia, siendo la violencia el factor dominante en todos ellos.
El año 2024 cerró con la vergonzosa cifra de 173 asesinatos de líderes sociales, y 76 masacres de acuerdo a INDEPAZ, en las que se incluye el asesinato de la familia Lora Rincón, ocurrida el pasado domingo 29 de diciembre, mientras almorzaban en un local comercial en la ciudad de Aguachica (Cesar).
Este crimen, que hasta el momento genera más preguntas que respuestas, también exige a las autoridades competentes avanzar con celeridad en las investigaciones para establecer, quiénes fueron los causantes, tanto materiales como intelectuales, de esta macabra acción criminal, pero hasta el momento solo se tienen pistas de los sicarios de acuerdo a versiones oficiales.
La violencia en Colombia ha rebasado niveles de barbarie inéditos. Familias enteras masacradas por las balas asesinas, en un absurdo conflicto que no tiene pies ni cabeza. Una violencia generalizada, difícil de comprender ya que no es étnica, religiosa o de cualquier otra índole.
Aquí la crueldad es el común denominador. La forma fría de matar a un grupo de personas en el momento más inoportuno, cuando esperaban con ansias sus alimentos, demuestra la cobardía y el desprecio por la vida.
La masacre que causó la muerte en su totalidad de la familia del pastor evangélico, Marlon Lora, es la muestra mas diciente de que estamos inmersos en una sociedad enferma, sedienta de crimen, que sin importar el dolor ajeno siembra el miedo y la desesperanza en los colombianos. Sin embargo, aquí no solo llama la atención la crueldad con la que fueron asesinados los Lora Rincón, también cabe señalar el corto toque de queda, que estableció la señora Greisy Roqueme, alcaldesa del municipio de Aguachica, Cesar, el cual no se decretó ni por 24 horas, lo que puede interpretarse como una manera de no alterar las fiestas decembrinas, las cuales son sinónimo de alegría, y de bonanza comercial en nuestro país.
En el país de la belleza, la potencia mundial de la vida, no se sabe qué pudo ocurrir para que se produjera ese triste desenlace. El miedo es absoluto. Y paralelamente, en Medellín, los principales diarios informativos de nuestro país, le dedicaban portadas y páginas enteras al recién liberado narcotraficante Fabio Ochoa, mientras montaba a caballo, en un verdadero culto a la criminalidad.
En medio del lóbrego panorama que estamos viviendo en Colombia, quisiéramos ser optimistas y respaldar las cifras que presenta la UNP, con relación a los descensos en las muertes de líderes sociales en el gobierno de Gustavo Petro. Cifras que, por sí solas son una vergüenza, y que nos llevan a aconsejar a la Unidad Nacional de Protección, que es preferible reconocer el fracaso ante la crisis, que justificar un leve descenso en el numero de líderes muertos violentamente.
La violencia en Colombia no se detiene. Avanza a pasos agigantado para alcanzar con sus balas homicidas, no solo a los periodistas, líderes sociales, defensores de los derechos humanos, también se ensaña con la gente del común, líderes espirituales, como la masacre ocurrida con la familia Lora Rincón.
Nerio Luis Mejía
Sobre el autor

Nerio Luis Mejía
Pensamientos y Letras
Nerio Luis Mejía es un líder comunal, defensor de los Derechos Humanos, quien ha realizado de manera empírica un trabajo de investigación acerca de las causas que han propiciado -y siguen alimentando- el conflicto armado y social colombiano. Mediante sus escritos, contextualiza las realidades territoriales.
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