Opinión
Se requiere lo tangible de lo intangible

En el año 1992, fui electo alcalde popular de mi pueblo Tamalameque en el departamento del Cesar, hacia parte de esa corriente renovadora que impulsaba procesos culturales en la Costa Caribe Colombiana. En la mayoría de los pueblos del Caribe colombiano, los jóvenes impulsaban procesos creativos, asociativos, fundaban círculos de estudios, tallares literarios, formaban grupos de teatro, danzas, pintura y demás disciplinas del arte.
Nosotros habíamos iniciado la búsqueda de nuestra identidad cultural a través de la Tambora y contagiamos y nos hermanamos con los pueblos del río Grande de la Magdalena en la Depresión Momposina con los festivales de nuestra insignia cultural, Pailitas impulsaba grupos de Teatro, lo mismo que Curumaní donde también se formalizaba el museo con piezas precolombinas de nuestra cultura aborigen, San Diego se identificaba por la poesía que era proyectada por el Café literario Vergas Vila.
Otros municipios, apenas comenzaban la búsqueda de su propia identidad y miraban con algo de escepticismo lo que hacíamos en los otros pueblos, luego se decidieron por hacer pequeños festivales de música de acordeón en la creencia de que eso los identificaban.
En el jalonamiento de ese proceso contraté con un muchacho de Zapatosa, Samuel Sánchez Cárcamo artista plástico egresado de la Escuela de Bellas Artes de Valledupar, para que a través de su arte le diera vida y visibilidad a nuestra cultura. Cuando me presentó la maqueta en arcilla cocida me impactó y, de inmediato contraté con él el monumento a la Tambora que se yergue en el parque central de Tamalameque, la idea era continuar con otras obras representativas de nuestra cultura, como la leyenda de La Llorona loca, La luz corredora, el cuero arrastrao, etc.
No me alcanzó el tiempo, dos años de mandato, ni el presupuesto, pero dejamos la tarea para los nuevos mandatarios. Fue en vano, ninguno se interesó por proseguir la tarea. Últimamente he estado insistiendo en ello, comentando, hablando con todo el que quiera escucharme, para ver si se retoma la idea. La gobernación puede hacerse cargo de un monumento, el ministerio de cultura de otro, la alcaldía de otro y lograr así aterrizar, anclar a nuestro suelo la riqueza de nuestras leyendas conservadas gracias al celo con que nuestros mayores preservaron nuestra oralidad.
Claro está, se requiere monumento, obras que se eleven, no medallones o monedas como las que están diseminando en Valledupar y otros municipios, lo que, sin demeritar el arte de los escultores del departamento, para mi gusto son demasiado elementales y simplistas. Nuestras leyendas ameritan otro tipo de obra.
La tendencia nacional, es apuntar sobre el turismo como generador de empleo y divisas, pero nuestros mandatarios creen que los parques en las veredas pueden generar progreso y desarrollo y peor aún, que con ello pueden atraer turistas. No tienen en cuenta que parques hay en todas las ciudades del mundo y que ningún turista va a darse un largo viaje para conocer un parque en una vereda de Tamalameque, a no ser un parque temático como ya los hay en el interior del país.
La otra creencia es que van a venir tras la oralidad, para que algún vecino le cuente la leyenda de La Llorona o la Luz corredora, no, ahora la cosa ha cambiado, son tiempos de La Internet, las redes sociales, Facebook, Instagram, TicTock, X, Twitter, son tiempos tecnológicos de celulares, cámaras digitales, transmisión en línea, de fotos y videos. El turista necesita, requiere, exige la presencia “tangible de lo intangible” de la oralidad, monumentos, murales, personajes donde hacer el video, la foto, la selfie y eso solo se logra con los monumentos.
Tenemos el Río Grande de la Magdalena, La ciénaga de La Zapatosa, La ciénaga del Cristo, Grupos de Tambora, Una iglesia colonial, mucha oralidad, artesanos, jóvenes visionarios como los de Meque tour preparados en Panaca que iniciaron recorridos ecoturísticos en nuestro municipio, pero que no han tenido apoyo institucional.
El periódico Universal publicó la noticia de que La compañía AmaWaterways, especializada en servicios turísticos en arterias fluviales en Europa y otros destinos del mundo inicia actividades en el río Magdalena y que la embarcación AmaMagdalena, a partir del 15 de marzo de este año inicia recorrido. Esta embarcación dispondrá de 30 cabinas para alojar hasta 60 huéspedes; mientras que la segunda embarcación será AmaMelodía, con 32 cabinas y una capacidad máxima de 64 huéspedes.
Los destinos de estos cruceros: En Bolívar (Cartagena, Gambote/Palenque), Calamar, Magangué y Mompox). En Atlántico (Barranquilla) y en el Magdalena (Nueva Venecia, Santa Bárbara de Pinto y El Banco).
Tamalameque, no tiene o no está preparado para mostrar nada atractivo y es una oportunidad que se pierde, es una oportunidad que pierden nuestros artesanos, nuestras abuelas que fabrican algunos pasabocas y comidas típicas del pueblo. Ojalá nuestros pueblos miren su pasado para venderlo en el presente y poder proyectarse hacia al futuro.
Diógenes Armando Pino Ávila
Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
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