Opinión
¿Quién hace el Festival: la fundación o la alcaldía?

Quienes conocemos la historia de los festivales vallenatos que se realizan en el país sabemos que casi la totalidad de ellos se originaron por iniciativa y gestión de grupos de personas naturales, que luego se convirtieron en organizaciones sin ánimo de lucro o fundaciones, y, en su gran mayoría, son apoyadas y respaldadas por las autoridades locales.
El asunto es que esas autoridades locales, es decir los alcaldes de turno, se dieron cuenta que esas fundaciones les ayudaban a cumplir las funciones relacionadas con la cultura y como a nuestra gente le gusta más una fiesta que las soluciones a sus necesidades básicas insatisfechas pronto los festivales se volvieron una bandera de gobierno. Además, algunos alcaldes encontraron la manera de contratar agrupaciones musicales amigas, que les den saludos en las grabaciones e incluso comisiones por baile. Los festivales vallenatos de los pueblos se convirtieron en un negocio redondo.
Lo que está pasando entonces es que, en la mayoría de municipios donde se realizan estos eventos, las fundaciones se convirtieron en un apéndice, por no decir unos títeres de las alcaldías municipales, en lo que tiene que ver con la organización de cada festival; es el alcalde quien decide quiénes integran la junta y, por supuesto, quién debe ser su presidente, todo eso a cambio de financiar el certamen.
En El Molino, La Guajira, el año pasado la administración municipal revivió el Festival del Cantante que ya llevaba varios años sin realizarse; y como en casi todos los otros festivales, la alcaldía contrató agrupaciones musicales profesionales y se comprometió con los organizadores a pagar la premiación, según la versión de Sindy Arias, quien funge como presidenta de la corporación organizadora. Sin embargo, el Festival del Cantante se realizó a finales del mes de noviembre del año pasado, es decir hace más de tres meses y a los ganadores de las distintas categorías no se les ha pagado sus premios.
Entrevistamos a la presidenta del festival de El Molino y nos dijo que en la realización del evento no solo tuvieron poco apoyo por parte de la administración, sino que hubo desacuerdos, los cuales, al parecer, llevaron a que el alcalde desistiera del compromiso de pagar la premiación.
La situación es muy grave tanto para la entidad organizadora del evento, como para los ganadores de los concursos, que están contando con esos recursos. Por supuesto que quien tiene la responsabilidad ante los participantes es la corporación o fundación organizadora, pero el alcalde tampoco puede así olímpicamente desprenderse de su compromiso verbal realizado con la junta organizadora. Así que ambas entidades tienen la obligación de buscarle solución al problema, mientras tanto tendrán que afrontar el escarnio público y las acciones judiciales si así lo deciden los músicos ganadores de los premios.
Es bueno decir en esta tribuna que no le hace ningún bien a nuestro folclor la politización de estos eventos mal llamados festivales y mucho menos que la responsabilidad del pago de los premios de los concursos se diluya entre la fundación y la administración municipal y luego esos jueguen al pin pon con los ganadores, que lo mínimo que merecen es respeto.
Colofón: A propósito de pago de premios a los ganadores en un concurso, desde esta columna exhorto a la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata para que analice la posibilidad de pagar la premiación a los participantes ganadores de la versión 58 del festival vallenato, no como acostumbra a hacerlo en una ceremonia con fecha posterior. Definitivamente, buena parte del premio se va en gastos de viáticos de quienes deben regresar a sus ciudades de origen y luego volver a Valledupar a recibir el premio.
Jorge Nain Ruiz Ditta
Sobre el autor

Jorge Nain Ruiz
Vallenateando
Jorge Nain Ruíz. Abogado. Especializado en derecho Administrativo, enamorado del folclor Vallenato, cantautor del mismo. Esta columna busca acercarnos a una visión didáctica sobre la cultura, el folclore y especialmente la música vallenata. Ponemos un granito de arena para que la música más hermosa del mundo pueda ser analizada, estudiada y comprendida.
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