Opinión
Aida Bossa: que no muera la tradición

Soy amiga y aliada de Aida desde la infancia, por decisión femenina-caribe, nuestra amistad comenzó cuando la vi personificando a una resiliente joven en la serie “Francisco el matemático” – aunque para ser sincera, siento que nuestro cruce fue hace milenios, en esas otras vidas del Caribe que debimos tener. Tal vez yo transité su Bolívar y ella mi amada Guajira.
Hoy decidí hablar de Aida Bossa porque, más allá de ser una actriz con todos los pergaminos de calidad, la vida me ha premiado con tenerla en mi vida como maestra del “Salvajismo Caribe”, del amor por la identidad, el respeto por el origen, de la disciplina con sabor a Arte ancestral e identitario.
Hablar con Aida es viajar hacia el amor por la Cultura, hacia la galaxia de lo genuino, es despertar de la distracción al enamoramiento infinito por nuestra región Caribe.
Ella es la “Pequeña gigante” que, con su gaita, sus coronas de flores, sus polleras y sus cantos uterinos atraviesan bonitamente los espíritus de quienes la escuchamos, cumple el legado de no dejar morir la tradición, de salvaguardar las lenguas nativas, de posicionar el liderazgo de las mujeres (anónimas) pero infinitamente sabias y transformadoras, nuestras matronas, campesinas, trenzadoras, hacedoras de dulces y alegrías (de millo ojo, no es crispeta, es millo)
Qué honor encontrar aliadas como ella, que con su fuerza no nos dejan caer, que en medio la tristeza nos alegra con un simple (juipiti o cualquier otro improvisado pero muy original grito caribe) ella crea dialectos únicos que no requieren traducción porque traen consigo una conexión mística de rio y mar, que nos permite entender cada palabra sin requerir un ABC. Eso es magia pura, es realismo a la Aida Bossa, por eso afirmo que pueden existir miles de Aida y otras miles de Bossa, pero solo una Aida Bossa que germina cada minuto con sus ocurrencias bacanas y su intensa pasión de decirle al mundo que existe una cultura tan diversa, profunda y pluricultural, que cuenta con el primer pueblo que proclamó la libertad de la esclavitud Palenque, que contamos con la capital del vallenato, que los canticos infantiles se componen desde el susurro hasta las decimas y los versos que fluyen al son de una mecedora, que tenemos sierra, mar, desierto, indígenas, afros, bullerengue y mil cosas más, en realidad si el Caribe pasara a ser república independiente su primera presidenta debería ser Aida, sin duda alguna y sin necesidad de comprar votos.
La he visto en teatro, en ponencias, en conversatorios. Es más, he sido su moderadora en ocasiones, sin embargo, algo especial sucedió el pasado 8 de marzo, cuando la vi en un concierto con su banda en pleno, un vestido rojo con una pollera universal, con su jamaqueo, su gaita y su exposición previa a cada canción que nos informaba que ella no es cualquier caracuchita de Pradomar, ella es su majestad Aida, una apasionada investigadora que se regala tiempos de inmersión en cada rincón del caribe (de sus diferentes departamentos) para conocer las verdades de la cultura y crear todas las estrategias posibles y, “aparentemente”, imposibles para no dejar morir la tradición, porque en definitiva la vida no es blanca, ni negra, es de colores y ella sí que se los sabe poner a todo.
Ah, y como olvidarlo, también estaba su aliado permanente (el que no falla), El Cacha Don Julio Cesar, firme como la panela, encargado de la producción, de la cobertura y de sumar a la energía bacana del concierto.
En ese concierto, vi gente llorar, gritar, reír, brincar, bailar y decirle “Te amo” como si fueran amigas de toda la vida, ahí vibraron alto todos los úteros, las masculinidades y las diversidades, eso fue la locura total, que sin duda salvó a muchas personas de la ansiedad, depresión o soledad. El concierto fue definitivamente un festival de esperanzas y Aida encendió una llama de retorno digno al amor por la cultura; personalmente mientras la escuchaba sentí desde la presencia de mi centenaria abuela hasta el recuerdo de los arrullos que mi madre me regaló.
Gracias, Aida, y que nunca, nunca, muera la tradición.
Fabrina Acosta Contreras
Sobre el autor

Fabrina Acosta Contreras
Evas&Adanes
Nieta de Rita Contreras, leyenda viva de 109 años. Escritora e investigadora Guajira, psicóloga, Magister en estudios de género, Magister en Gestión de Organizaciones y Especialista en Alta Gerencia. Creadora de la Asociación “Evas&Adanes” desde la cual lidera diversas iniciativas ciudadanas como los foros “La Mujer en el vallenato”, “Tejiendo esperanzas por la Guajira”, el programa radial Evas&Adanes, entre otras.
Ha recibido reconocimientos por la causa que lidera tales como: Joven sobresaliente de Colombia TOYP 2018 (JCI Colombia), máxima distinción del departamento de La Guajira medalla Luis Antonio Robles, personaje diez en el departamento de Amazonas, medalla a Mujer extraordinaria con proyección social otorgada por la Asociación de Mujeres de la Guajira.
Ha sido columnista por más de 10 años de varios medios puntualizando temas de género y derechos de las mujeres, así como las causas por la guajira. Es autora de los libros “Mujer Sin Receta: Sin Contraindicaciones para hombres”, “Evas culpables, Adanes inocentes”, “De esas costumbres que hay en mi tierra: una mirada a los imaginarios sociales de la violencia de género”, “Mujeres sin receta: Más allá de los mitos”.
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