Opinión

Cartagena de Indias, 492 años de su refundación

Gustavo A. Carreño Jiménez

02/06/2025 - 05:50

 

Cartagena de Indias, 492 años de su refundación
Centro histórico de Cartagena de Indias / Foto: créditos a su autor

 

Tenemos que hablar de “refundación” de Cartagena de Indias. Es bueno recordar esto, antes de la llegada de los españoles al territorio de Cartagena, éramos un pueblo habitado por hombres y mujeres valientes que vivían en una espesa selva costera con abundancia de cangrejos azules en los alrededores de lo que hoy es la bahía de Cartagena. Sus habitantes hacían parte de los aborígenes malibúes, macanaés, calamares, urbacos, urabáes y zenúes. Los españoles los llamaron a todos karib o caribe, y los satanizaron acusándolos de caníbales para justificar así su exterminio.

En el contexto de la expansión española durante el siglo XVI, cuando los españoles buscaban establecer nuevas ciudades y asegurar rutas comerciales, llegan a estas costas Rodrigo de Bastidas, Cristóbal Guerra y Alonso de Ojeda, pero no se quedaron porque no encontraron agua potable, no les gustó la cantidad de mangle que encontraron y por lo combativos y fieros que eran sus nativos.

Es aquí donde aparece la figura de Pedro de Heredia, madrileño, en su obra fundacional tuvo firmar con la corona española unas capitulaciones, contrato para el poblamiento y colonización del territorio de Cartagena, mejor dicho, una empresa comercial con socios principales: Pedro de Heredia y la corona española.

Pero Pedro de Heredia se empeñó en buscar un sitio estratégico que fuera seguro y fácil de defender, el parque centenario y el centro de convenciones, llegando a este lugar, un primero de junio de 1533, disminuyendo y venciendo a los nativos, funda el pueblo sobre un caserío que se encontraba a un costado de los espesos mangles de la bahía, en lo que hoy es la plaza de Bolívar. Allí hizo el trazado inicial de lo que sería la plaza principal del pueblo.

El punto para fundar la ciudad fue una especie de rectángulo que se hizo con unas estacas y cabuyas, esa sería la plaza principal; a los lados se ubicó con esas trazas el sitio donde se construiría más adelante una casa de gobierno y una iglesia. Esos sitios hoy día los conocemos como la plaza de Bolívar, la gobernación y la catedral. Esa era la usanza española; cuando fundaban pueblos lo primero que ubicaban en el diseño era una plaza central, con los demás sitios de interés a su alrededor, y después los trazos de calles para ubicar las viviendas.

Así se refundó esta ciudad hace 492 años, la llamaron Cartagena de Indias, para diferenciarla de otra, Cartagena de Levante, que estaba en España, ciudad costera, sobre el mediterráneo, en la región de Murcia, por lo que había en ellas cierto parecido.

Con el transcurso de los años en los alrededores del centro del poblado se fueron levantando los primeros 4 barrios de la ciudad:

  1. Santa Catalina: aquí se ubicó después la catedral y numerosos palacios de estilo andaluz.
  2. Santo Toribio: barrio donde vivían los comerciantes y los criollos.
  3. La Merced: aquí se encontraba el cuartel del batallón fijo.
  4. San Sebastián: barrio de viviendas modestas de un solo piso.

Más tarde surgió Getsemaní: un arrabal o barrio extramuros, habitado por artesanos y trabajadores del puerto, personas dedicadas a oficios varios, pescadores, trabajadores por cuenta propia, etc.

Debido a su ubicación y riqueza, Cartagena fue objeto de numerosos ataques por parte de piratas y corsarios durante los siglos XVI y XVII. Para protegerse, los españoles construyeron un complejo sistema de fortificaciones que incluía murallas, castillos y fuertes. Estas estructuras defensivas, como el Castillo de San Felipe de Barajas, más tarde se convirtieron en símbolos de la ciudad.

Durante la época colonial, Cartagena fue una de las principales ciudades del Virreinato de la Nueva Granada y jugó un papel crucial en la defensa del Imperio Español en América. Su puerto era uno de los más importantes del continente y un punto de parada obligatorio para los galeones que transportaban riquezas a Europa, como también uno de los principales puertos para el comercio esclavo en América.

Comenzando el siglo XIX, Cartagena fue una de las primeras ciudades en declarar su independencia de España, el 11 de noviembre de 1811, conformando el Estado Libre de Cartagena, hasta el 6 de diciembre de 1815, cuando sufrió una fuerte represión por parte de las fuerzas españolas. Solo logró consolidar su independencia definitiva en 1821, cuando Simón Bolívar liberó definitivamente la ciudad.

Hoy en día, Cartagena de Indias es una ciudad con más de 200 barrios y más de un millón de habitantes, que conserva gran parte de su patrimonio histórico y arquitectónico. Su centro histórico amurallado, con sus calles empedradas y coloridas casas coloniales, son un testimonio vivo de su rica historia y cultura; pero, sobre todo, esa riqueza está en su gente, que a pesar de las adversidades que vive hoy la sociedad cartagenera, sigue luchando poniendo siempre de presente, su identidad caribe.

La cangrejera es hoy una macrociudad donde conviven dos microciudades claramente diferenciadas, la monumentaria (por sus fuertes, plazas, calles, murallas, cemento, etc., cargadas de mucha historia), también grandes complejos hoteleros; y la otra Cartagena, la ciudad extramuros, la de negros, mestizos, zambos, mulatos y gentes de todos los colores y condición social.  

Es común denominador escuchar que el valor de nuestra ciudad está en su patrimonio material, ese representado por el legado de una historia de más de tres siglos de colonización y también de sometimiento, no solo de una gran masa poblacional a unas élites blancas cartageneras, sino del sometimiento de unas élites locales a unas élites nacionales centralistas y concentradoras de poder.

Poco se analiza y valora su riqueza, también material y fundamentalmente inmaterial, representada en la gente cartagenera, esa que poco a poco ha ido cediendo espacio para abrirse al encuentro de otras culturas regionales (incluso nacionales e internacionales) por ser punto de recepción de migrantes internos, llegados a la ciudad, no solo atraídos por su singular fama, belleza y aparente riqueza, sino huyendo del conflicto armado por el que atravesó el país en las seis últimas décadas (el Urabá, sur de Bolívar y Montes de María).

La ciudad no solamente juntó dos culturas locales y foráneas, sino que matizó también los conflictos, porque los puntos de crecimiento de la ciudad se replegaron para la periferia en donde, además de la pobreza tradicional de estas zonas, se volvieron críticos elementos que son una verdadera traba al desarrollo, como el limitado acceso a la preparación del capital humano, la consecuente poca absorción de mano de obra, y la lánguida capacidad adquisitiva de una gran franja de población que empieza a desdibujarse entre el abandono del Estado por un lado, y la pobreza por el otro.

Es así como se han configurado y reconfigurado no solo dos ciudades dispares, sino que los hilos de la cultura se han vuelto cada vez más finos y sus colores se han ido matizando en una policromía cultural que se va acentuando con los procesos de movilidad poblacional interna y externa.

La dinámica histórica, política, económica y social, es contrastante, dispar, excluyente, elitista, racista y muchas veces negacionista de las raíces originarias, sus escombros son los cimientos de ese devenir cultural variado, rico, diverso y complementario, son las columnas que sirven de soporte a su identidad cultural, hoy por hoy una las ciudades más cosmopolitas de Colombia, de esta manera la trietnicidad inicial se ha transformado en diversidad cultural en demasía.

Sin duda, demasiados elementos identitarios están en la genética y cosmovisión del cartagenero, lo indígena, negro y europeo inicial se entremezcló con lo oriental, sirio, libanés y palestino, y de otras naciones con las propias, esto es, las naciones zenues, chocoana, paisa, llanera, santandereana y de casi todas las regiones de Colombia, esa es la gran riqueza de mi Cartagena, esa debe ser su gran riqueza, su gran reto y apuesta ciudadana a futuro: una ciudad para todos, inclusiva, humana, con futuro y esperanzas para sus hijos, en construcción colectiva como siempre ha sido, pero nunca se ha reconocido, una ciudad que pertenezca a todos y no a unos pocos, rompiendo nuevamente las cadenas de las diferentes formas de esclavización.

 

Gustavo A. Carreño Jiménez

 

 

 

Sobre el autor

Gustavo A. Carreño Jiménez

Gustavo A. Carreño Jiménez

Desmitificando a la India Catalina

Economista, Universidad de Cartagena. Especialista en Gerencia de Proyectos, Universidad Piloto de Colombia (Bogotá). Magister en Desarrollo y Cultura de la Universidad Tecnológica de Bolívar. Investigador Cultural. Maestro de Ciencias Sociales Distrito de Cartagena de Indias.

@TavoCarJim

1 Comentarios


Colombia Casiani Cortes 02-06-2025 07:15 PM

Excelente descripción de la verdadera historia de Cartagena, no la que acomodan los libros y/o autores sino la bien contada. Muchas gracias por este aporte que sin duda alguna sirve como referente para grandes creaciones narrativas, culturales y sociales. En particular la use para un musical a propósito de la fecha y la contextualización de la época con la Cartagena de hoy. Felicitaciones colega y compañero, mis respetos y admiración!

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