Opinión
Las visiones sobre el País
Durante los días del Hay Festival Cartagena de Indias, la ciudad, sobre todo su centro histórico, se convierte en un enorme tertuliadero. En calles, plazoletas, bares y cafés, convergen propios y visitantes para dialogar sobre el desarrollo del festival: lo bueno de tal conversatorio; lo malo de tal entrevista; el abucheo en el Centro de Convenciones al alcalde de Cartagena en el momento de entregarle las llaves de La heroica a Mario Vargas Llosa; el espectacular concierto en la Plaza de la Aduana de la cantante de música afroperuana Susana Baca, en fin.
Imaginar el mundo, que es la consigna del Hay, se hace evidente al convertir a Cartagena en una especie de mesa redonda colectiva donde cada cual da su opinión sobre algo relacionado con el acontecer del festival, y lo que en él se desarrolla. Las librerías, por ejemplo, atestadas de compradores interesados en las obras que se comenta en cada evento, organizan cocteles y encuentros con los escritores invitados, de modo que en uno de tales, el visitante puede recibir autografiado de su autor, el libro que ha ido a comprar.
En dichos encuentros, a los que asisten desde los que no consiguieron boleta para entrar a la respectiva charla, pasando por el que sí consiguió pero quiere seguir oyendo a su autor preferido, hasta el más despistado transeúnte que llega porque ve el gentío y entra por curiosidad, podemos apreciar la voz directa del escritor que comenta su obra o la somete al comentario de la asistencia, y por supuesto, la siempre esperada ocasión de hacer alguna que otra pregunta sobre cómo se refleja en tal o cual novela lo que pasa en el país. Sobra decir que al terminar, hasta el curioso que llegó porque se animó pero igual disfruta su copa de vino, tiene una visión y una perspectiva personal que compartir.
Uno de los diálogos más amenos se llevó a cabo en la Librería Ábaco -en pleno centro histórico- famosa ya por su ambiente de bohemia sobriedad y calidez intelectual, al que asistió el reconocido escritor William Ospina, autor de “Ursúa”, y de “El país de la canela”, la celebrada novela que obtuvo en el 2009 el premio Rómulo Gallegos, y donde trata la historia de los viajes realizados al Amazonas durante el siglo XVI.
Ospina, que es un agudo analista de la realidad de nuestro país, se refirió al hecho de que “todos los pueblos tienen sus tragedias y sus felicidades”, en ese sentido, Colombia “ha tenido muchas cosas trágicas pero también ha sido muy favorecida por la fortuna”. En sus mismas palabras “Colombia es un país donde no es posible aburrirse” y “algunas cosas que en otros países se ven como ventajas, por ejemplo, tanto orden como hay en Europa, en mi caso me parece una desventaja porque cuando un país es un poco más desordenado, también es más recursivo. Cuando todo está tan ordenado no hay tanto espacio para la iniciativa individual, para la creatividad. Como decía Paul Valéry, los dos peores enemigos del hombre y de las sociedades, son el orden y el desorden”.
Algunas universidades también, fieles a su espíritu fundacional, organizan conferencias con escritores invitados -y a veces no invitados- al Hay Festival. Es entonces cuando la juventud, ávida de conocimiento, disecciona la narrativa de cada autor para encontrar sentido a la forma cómo vivimos la realidad colombiana. A través de estos ejercicios puede verse el trasfondo de las obras y cómo en ellas, a pesar de sus espacios atemporales, se asiste a momentos que, no por ocurrir en la ficción de la obra literaria, dejan de ser menos reales y abrumadores.
Probablemente el escritor colombiano que más ha impactado a la crítica por su pericia en el manejo del lenguaje para relatar situaciones o acontecimientos reales es Mario Mendoza. Señalado por el Hay Festival como un escritor “que entiende la literatura como la resistencia ante las injusticias del sistema”, comentó el andamiaje detrás de su aplaudida novela Satanás, llevada al cine en 2007 por Andrés Baiz.
A propósito de la realidad nacional y del protagonista de la obra -un asesino que, según el mismo autor, no cabe en la definición clásica de “asesino serial”- respondió lo siguiente a la pregunta ¿Cree que el hecho de copiar tanto el modelo norteamericano nos está llevando a una suerte de neurosis colectiva en donde están empezando a pulular los sicópatas?: “Tendría que pensar esa respuesta más cuidadosamente, pero sí creo que estamos creando un clima contemporáneo dañino. Sí, yo creo que la sociedad va empeorando. (…) Cada vez hay más violencia transpolítica, que es la violencia del establecimiento, de la sociedad. (…) La convivencia se hace cada vez más difícil, más agresiva, más violenta, no ves que exista más tolerancia, más respeto, más afecto por el otro”.
Conceptos como éste resultan desalentadores, todavía más cuando sabemos que la Literatura refleja los hábitos y actuaciones de la sociedad. Al terminar el encanto de la fiesta, enciende uno el televisor para ver las noticias y encuentra a otros tantos macabros protagonistas de la realidad, haciendo añicos las esperanzas de una nación que el mundo identifica como “la más feliz del mundo”. Pero hay que abrir un poco más los ojos para quedarse maravillado de que eso pueda ser posible.
Armando Arzuaga Murgas
Sobre el autor
Armando Arzuaga Murgas
Golpe de ariete
San Diego de las Flores (Cesar). Poeta, investigador, gestor y agente cultural. Profesional en Lingüística y Literatura por la Universidad de Cartagena. Formador en escritura creativa. Premio Departamental de Cuento 2010. Miembro del Café Literario de San Diego. Coordinador del Centro Municipal de Memoria de San Diego-CEMSA. Integrante de la Fundación Amigos del Viejo Valle de Upar-AVIVA. Colaborador habitual de varios medios impresos y virtuales.
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