Opinión
La escritura como resistencia

No escribo para agradar o incomodar; escribo para resistir y existir.
Mis letras no se esculpen en muros de cementos, ni se usan como grafitis en callejones olvidados, son mis letras en sí mismo el muro que resiste al silencio y aviva el reclamo ante la indolencia de quienes han pretendido silenciar la voz de los campesinos, y el sufrimiento de quienes viven en las barriadas pobres, quienes fueron arrasados por la avalancha de la violencia, que semejantes a trozos de madera quedaron esparcidos en lugares ignorados por una sociedad que nos castiga con su indiferencia.
Soy el que apunta de azadón, y filos de machete labra la tierra, pero a la vez afilo la punta de mi pluma para continuar sembrando semillas de resistencia, que de seguro florecerán como mis cultivos en el alma de cada niño, de cada mujer y de los hombres que se sienten libres cuando hacen y dicen lo que sienten.
La memoria histórica no se cuenta sólo en flamantes auditorios, se narra, se escribe en lo más profundo de los territorios, donde aún se escucha el ruido aturdidor de las bombas, el zumbido de la bala y la metralla, que desmiente la llegada de la paz. Sin embargo, vivir en el campo no es la única opción; es la resistencia no solo escrita ni contada, es la resistencia vivida en sí misma. En donde no existe instituciones, ni a quien le importe nuestros destinos, aquí nos aferramos a los designios de Dios, por lo que cada nuevo amanecer es una nueva oportunidad a la que recibimos con gracia y asombro.
Sudor y cansancio, pero jamás rendición encontrarán en las almas de los campesinos. Fe y esperanzas, pero no encontrarán en nosotros desconsuelos, nos mueve el color y el crecimiento de las plantas que componen nuestros cultivos, el cacareo de las gallinas, el gruñido de los cerdos, y el ladrido de nuestro perro fiel, son más que un símbolo de existencia y resistencia, son la esperanza viva de una parte de la nación que se niega a hacer sepultada ante el silencio y el olvido.
Los que escribimos desde la tranquilidad, rodeados por el inmenso verde de los bosques y praderas en Colombia, lo hacemos por pasión y compromiso de mantener la memoria viva de nuestro pasado y presente. Quizás nuestros textos no reposen en los anaqueles de prestigiosas librerías y grandes editoriales, bajo la negación de los grandes medios de comunicación de publicar nuestras letras, ya que a ellos les importa comerciar con tragedias ajenas documentadas de manera remota.
Nuestros escritos parecen molestar a los que provienen de academias, no competimos con quienes tienen la necesidad de demostrar con certificados colgados en paredes que vienen de una universidad. Aquí entendimos que la universidad para nosotros es el inmenso universo, el que observamos sin distracción de luces y pantallas, el que se pierde ante la mirada limitada de nuestra comprensión humana, pero que en un acto de humildad y respeto lo describimos a través de las letras.
Resistimos al sol y al viento, resistimos a la violencia y quizás al silencio, pero el tiempo no solo pasa, también castiga y es allí donde reside el gran compromiso de escribir para documentar la memoria viva de la Colombia rural, de la nación que se niega a continuar en desplazamiento forzado, y permanecer en nuestro territorio en un acto de resistencia para que otros no sigan viviendo a costa de nuestra verdad y sufrimiento, el que se cuenta en grandes medios empañados por el maquillaje, y horas de ensayos contar de agradar a un público que disfruta de historias movidas por el rating y muy alejada de la tragedia padecida.
Nerio Luis Mejía
Sobre el autor
Nerio Luis Mejía
Pensamientos y Letras
Nerio Luis Mejía es un líder comunal, defensor de los Derechos Humanos, quien ha realizado de manera empírica un trabajo de investigación acerca de las causas que han propiciado -y siguen alimentando- el conflicto armado y social colombiano. Mediante sus escritos, contextualiza las realidades territoriales.
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