Opinión
Política y cultura, binomio indisoluble

Las redes sociales, así uno no quiera, se han metido en la cotidianidad de las personas, al punto de dedicarle visitas seguidas durante el día, pues se siente la sensación de que algo importante ha sucedido mientras uno estuvo desconectado. Esa necesidad imperiosa, hasta enfermiza, nos lleva a la rutina recurrente de abandonar momentáneamente la labor cotidiana para ver “cómo anda el mundo”.
Algo que siempre me ha llamado la atención, es el caso de algunos participantes de las redes (grupos de Facebook, WhatsApp) donde se tocan temas de las culturas, y es, que han satanizado y proscrito el tema político, aparentan una repulsión por la política, como si política y cultura fueran irreconciliables. El caso se agudiza en algunos grupos que tienen “dueño” (el moderador invita a participar, pero se abroga el derecho de imponer su pensamiento y criterio, llegando incluso a borrar tus comentarios o expulsarte si no compartes su punto de vista. En estos grupos se repite “la cultura no tiene nada que ver con la política” o “no politicen la cultura”. Este mantra encierra un desconocimiento craso y un error histórico y sociológico, pues, Cultura y política no son enemigas, al contrario, son aliadas inevitables.
La cultura no es solamente un nutrido conjunto de expresiones artísticas o un inventario de tradiciones sin sentido político. Por el contrario, la cultura define identidades, legitima valores y se establece jerarquías. “Pierre Bourdieu lo explicó con claridad al mostrar cómo los bienes culturales forman parte de un capital simbólico, cuya circulación y apropiación son profundamente políticas. Escoger qué tradiciones preservar, qué lenguas enseñar en la escuela, qué autores se estudian en la universidad o qué expresiones se financian con fondos públicos es, en esencia, un acto político”.
Ahora. Bien, se dice que la política se nutre de la cultura, lo que significa que un sistema político sin símbolos, relatos, rituales o mitos colectivos no puede existir. La nación moderna fue cimentada sobre elementos culturales: himnos, banderas, lenguas oficiales, monumentos. Antonio Gramsci entendió que “la hegemonía política es también hegemonía cultural: gobernar no es solo administrar el Estado, sino lograr que los valores de un grupo social se perciban como universales y naturales”.
Pensar que la cultura pueda desligarse de la política es pasar por alto hechos relevantes de la historia. “El Renacimiento no habría sido posible sin el mecenazgo de familias como los Médici, que usaron el arte como herramienta de legitimación política. La Revolución Francesa no fue únicamente un acontecimiento político, sino también cultural: transformó el lenguaje, los calendarios, la noción de ciudadanía. En América Latina, los procesos de independencia estuvieron acompañados por la creación de símbolos culturales que buscaban diferenciar lo criollo de lo colonial”.
Hay que tener mucho cuidado cuando alguien te veta por hablar de la política en la cultura al argumentar que “eso divide y que no se debe politizar la cultura”, pues el que veta lo que hace es imponer de manera silenciosa una política: la del statu quo. Como señaló Michel Foucault, “el poder se ejerce incluso —y quizá, sobre todo— allí donde se dice que no existe”.
Cultura y política se retroalimentan: “La cultura moldea el horizonte de lo posible en la política, y la política crea las condiciones para la producción, circulación y preservación de la cultura. Pretender separarlas es desconocer la historia, negar la sociología y, en última instancia, renunciar a comprender cómo funciona la vida en sociedad”. Por tanto, no hay que obstinarse en desvincular cultura de la política, al contrario, se debe reconocer la dimensión política de la cultura y la dimensión cultural de la política para ejercer sin temor una ciudadanía crítica, consciente y participativa.
Diógenes Armando Pino Ávila
Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
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