Opinión

La vergoña de Cirilo

Alberto Muñoz Peñaloza

10/09/2025 - 06:30

 

La vergoña de Cirilo

 

Llamarme a las tres en punto de la madrugada no era cualquier cosa, sobre todo por la connotación emocional de la hora, desde los tiempos en que Pan Cachaco y su corte de 'serenos' acudían al pito colectivo de auxilio por el estropicio armónico, proveniente del palo de almendras anclado en el frente de la casa del queridísimo Bartolo Araújo, próximo a estrenarse como abuelo allende las cataratas del Niagara, que extrañamente resonaba en la tradicional avenida Castro, mientras en el patio de la matrona Elí Villero, los gallos, los machorritos y las limpiacasas, festinaban el resto de la noche. 

Le contesté con el corazón retumbándome en el pecho, con idéntica musicalidad a la de antaño cuando los borrachos y quienes aparentaban ebriedad se acercaban a la mesa de la vieja Yoya, con confianza en que algo había quedado del festín gastronómico que, noche tras noche, enarbolaba la existencia de 'las mesas del mercado', a un lado de la calle llena de charcos, fangales y deterioro urbano, sin menoscabo de la supremacía en sabores, sazón y comodidad, a pesar de la dureza de las bancas sin espaldar, de la pericia de perros callejeros y de los vagos nocturnales.

Llamo a despedirme

Sin saludarme, fue directo al grano: "llamo a despedirme, esta es mi última llamada, porque lo que me está pasando hace que me vaya de este mundo por mi propia voluntad, sin ayuda de más nadie que yo mismo". Me di cuenta que la cosa iba en serio, antes de preguntarle las razones, los motivos, el tropel que causaba su determinación, recordé a Francisco "el Aricángaro", quien decidió ahorcarse, por penas de amor, lo alistó todo, pero tuvo la precaución de pedir auxilio antes de saltar del taburete al vacío, de manera que algunos vecinos alcanzaron a auxiliarlo, pese al 'sangrerío' que le descorría por el pescuezo, por lo cual la señora Regina gritó que se le había 'esguañeñaó' la aorta, pero no, la presión del hico le exprimió el par de postemillas que coronaban sendos cráteres molares.

Terminó contándome que todo había iniciado, años atrás, después de enamorarse perdidamente de Yulexa, con quien, tiempo después, contrajo matrimonio. Lejos estaba de comprender que la bella canción que uno de los compositores del momento, quien había sido novio de ella, no sólo le 'compuso' sino que, grabada por uno de los mejores intérpretes, la convirtió en éxito nacional. Él ignoraba, lo único que exigía era que ella enmudeciera y quedara congelada cuando sonaba el canto sin poderlo detener ni bajar el volumen. Con los años, fue agrietándose su cubierta emocional, lloraba en silencio, celaba a su esposa con quien nunca más volvió a compartir, la vida fue convirtiéndola en un verdadero colapso hasta descender al nivel de no volver a hacer el amor con ella, resultándole más placentero masturbarse imaginándola poseída por aquel viejo amor. No aguantó más y decidió que quitarse la vida era la solución.

Nada distinto puedo hacer

Me propuse persuadirlo de lo bella que es la vida, no obstante que en occasiones es injusta, de la importancia de salir de ese maremagnun, abandonar la 'carrera de ratas' en que estaba, librarse del laberinto que lo apresaba, pero cuando intentaba decirle, me frenaba en seco diciéndome que nada más podía hacer sino partir de este mundo. Lo distraje, a partir de un hermoso canto del maestro José Benito Barros, grabado en forma magistral por el 'todoterreno' Beto Zabaleta:

Cuando yo miro esos ojos tan bonitos (bis)

no sé que me pasa de la misma inspiración 

porque me siento la vida hecha pedazos (bis)

ombe porque tengo muy blandito el corazón

y yo no puedo ser el dueño

malaya porque tengo mala suerte

y ahora me voy de la vida 

para esconderme entre la muerte;

y me marcho con un dolor profundo 

y me marcho pa'l otro mundo

y me marcho con un dolor profundo

y me marcho sin un consuelo

y me marcho tal vez pa' cielo

y me marcho sin un consuelo

yo me marcho tal vez pa'l Cielo.

 

Aquellos ojos que parecen luceros (bis)

aquella boquita que yo quisiera besar

han conmovido la fibra de mi pecho (bis)

óiganlo señores yo lo digo en mi cantar

pero si dicen que me quieren

los ojos y la boca que he libado

te regalaré mi vida

un ramillete perfumado;

y me quedo con su boquita

yo me quedo con ella solita

 y me marcho sin un consuelo

y me marcho tal vez pa' cielo

y me marcho con un dolor profundo

yo me marcho pa'l otro mundo.

 

Me quedo en la vida

El cambio de frente fue como un bálsamo, una especie de chorro tierno de agua fría en su rostro, que lo trajo de nuevo a la normalidad, preguntándome sin resistencia, pero, ¿qué hago, hermano, si cuando escucho esa canción, con solo saber de ella, me siento el ser más miserable? Sin pensarlo dos veces, para no darle chance al regreso de la cobardía, fui enfático, enérgico y cortante: ¡deja de contarte la historia de mierda que vienes contándote, todos los días, hace años! Ahora, quien frenó en seco fue otro. Me imploró ayudarlo, ¿cómo puedo hacer?, cambia la historia, ¡cámbiala!

Se hizo un silencio crudo, kilométrico, largoooo, hasta cuando musitó, sin gaguear ni eructar, y si preguntar, ¿en qué podría consistir el cambio de historia? Ya llegábamos a las cinco de la mañana, por eso le hablé fuerte, pero como si fuéramos compadres de cabuyita, hágase el cargo de que el compositor de esa canción fue y es usted, olvídese del otro señor, saboree los versos que contiene, cántela delante ella, baílela, si puede con ella, mejor. Enmudeció un rato, luego me dijo, "me suena, es lo que haré, me quedo en la vida, punto".

Hoy temprano volvió a llamarme, luego de meses sin saber de su vida, me contó que les ha ido bien, que volvieron a reencontrarse en la desnudez de la noche, que se aman con intensidad, que sexualmente es como si se hubieran reinventado, que el hogar marcha muy bien. Definitivamente, me dijo sin reticencias, mi nueva faceta, ahora compositor exitoso, ha sido como un elixir para mí, me siento potente. Le recordé que es importante vivir 'con los pies sobre la tierra', que él sigue siendo el agrónomo, para lo que estudió, y el carpintero que siempre quiso ser. Pero, me repitió sin vacilaciones, "yo soy es un compositorazo, es más, estoy pensando en demandar al vergajo aquel porque hizo grabar la canción, sin mi consentimiento, a nombre de él". Entendí que la cosa se ponía 'color de hormiga', por eso le pregunté, ¿cómo podrías demostrar que esa canción es de tu autoría? Rápido como el relámpago respondió: "con las catorce estrofas que le hecho, hasta nuestros días". Para evitar un desenlace tormentoso, tan pronto terminamos la conversación, me comuniqué con el compositor verdadero, le conté todo lo ocurrido, dio gracias a Dios porque su letra y melodía hayan salvado un hogar, luego que ellas mismas lo tenían al borde del abismo. Respecto de la posible demanda en su contra, me invitó a no preocuparme porque la tiene registrada a su nombre desde antes de ser grabada. Opté por preguntarle qué pasaría con Cirilo, se expresó bien de él y me anunció una nueva canción en la que contará la historia con el final feliz, le propondrá que salga a nombre de los dos. Como quien dice, ¡da que te vienen dando Casimiro!

 

Alberto Muñoz Peñaloza

Sobre el autor

Alberto Muñoz Peñaloza

Alberto Muñoz Peñaloza

Cosas del Valle

Alberto Muñoz Peñaloza (Valledupar). Es periodista y abogado. Desempeñó el cargo de director de la Casa de la Cultura de Valledupar y su columna “Cosas del Valle” nos abre una ventana sobre todas esas anécdotas que hacen de Valledupar una ciudad única.

@albertomunozpen

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