Opinión
En busca de la viralidad

A los seres humanos se nos va la vida muy rápido y, en ese abrir y cerrar de ojos, lo poco que hacemos es buscar dinero, fama, reconocimiento, ascenso social, crecimiento espiritual, amor, placer, éxito, etc. Supuestamente, todo lo que conllevaría a ser feliz. Existen expresiones como: “El dinero no compra la felicidad, pero la falta de dinero asegura la miseria”.
Buscando dinero para con él perseguir la felicidad, nos la pasamos en la vida. Por estas épocas nos apareció un nuevo camino y una nueva palabra que, según muchos, también puede conducir al éxito. En mi caso la vine a escuchar con su nuevo significado, ahora después de viejo: Viral.
Claro que sabíamos que lo que se transmite mediante un virus es viral, pero que aquello que se expande de manera rápida por redes sociales también adquiere esa connotación, lo aprendimos en estos tiempos.
No me digan que un artista vallenato no anhela con toda su alma que una de sus canciones o algo que dijo o hizo en una presentación se vuelva viral. De hecho, muchos y muchas andan haciendo payasadas a ver qué pasa con ellas. algunos locutores, presentadores, cajeros, guacharaqueros quieren ser influenciadores, bien sea creadores de contenidos, celebridad, bloguero o microinfluencer, todo ello en busca de otros caminos que aparentemente conducen al éxito y por ahí al dinero y a la felicidad.
Lo triste y preocupante es que buena parte de quienes escogen este nuevo camino tarde o temprano se dan cuenta que en las redes sociales lo que más fácilmente se masifica es lo obsceno, lo banal, lo impactante, independientemente de si ofende o perjudica a otros. ChatGPT dice al respecto: “El cerebro humano está programado para buscar estímulos rápidos y placenteros. Los contenidos simples, humorísticos o provocativos activan mecanismos de recompensa, liberando dopamina y generando una sensación inmediata de entretenimiento. En contraste, los contenidos profundos requieren atención, reflexión y esfuerzo cognitivo, lo que no produce una gratificación instantánea.”
En el mundillo vallenato nacieron algunos “seudoinfluencers” que, a punta de difundir chismes, expresiones groseras, exageraciones de comportamiento de artistas, pleitos y reyertas privadas entre músicos o personas cercanas a los músicos, buscan viralizar algunos contenidos para con ello supuestamente hacerse famosos, sin medir ningún tipo de consecuencias, no sabiendo que en la mayoría de los casos este afán por viralizarse termina mal.
Los videos y audios de algunos desabrochados, que acostumbran a expresarse y a actuar como si el mundo fuera de ellos y los demás vivieran en arriendo, son materia prima para quienes andan en busca de monetizar sus contenidos a costa de lo que sea.
Ni las Catapilas de amor de Ana del Castillo, ni la Perra de Copetrán de Betsy Liliana, ni el Saco de Marihuana de Álvaro Álvarez, son la mejor manera de llegar a la felicidad que buscan algunos por los caminos equivocados.
Conozco a varias de esas personas que, en corto tiempo, han caído fácilmente en el anonimato, porque dice un adagio popular que lo que por agua viene, por agua se va.
Colofón: Supongo que ya en las calles polvorientas de los corregimientos, veredas y caseríos mas olvidados de nuestro Caribe colombiano inició el desfile de encopetados politiqueros, besando a los ancianos, cargando niños, cantando vallenato, repartiendo tamales, lechona y juguito de cajita, untándose de pueblo como ellos mismos dicen y si acaso algunos regresan en dos años a apoyar a los candidatos de las elecciones locales y a seguir la compra de votos en todas sus modalidades.
Jorge Nain Ruiz
@jorgenainruiz
Sobre el autor
Jorge Nain Ruiz
Vallenateando
Jorge Nain Ruíz. Abogado. Especializado en derecho Administrativo, enamorado del folclor Vallenato, cantautor del mismo. Esta columna busca acercarnos a una visión didáctica sobre la cultura, el folclore y especialmente la música vallenata. Ponemos un granito de arena para que la música más hermosa del mundo pueda ser analizada, estudiada y comprendida.
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