Opinión
La memoria histórica a punto de ser borrada

En esta era digital, donde la fugacidad de la noticia, de la moda y del relato, tiene como tendencia llegar a todas las instancias de nuestras vidas, preocupa sobremanera la imposición política del relato negacionista que tiende a reescribir la historia, la pasada y la reciente, implantando un relato acomodado a la política y a los políticos del momento.
Claro ejemplo es la posición expresa de una contumacia ofensiva, que niega la existencia de los mal llamados “falsos positivos” o del exterminio genocida de los militantes de la UP, la violencia contra los jóvenes del ”estallido social”, dando a entender que no hubo tales y que solo es un relato sin ningún dato real, que la verdad judicial de la “toma del Palacio de Justicia por parte del M19 y la “retoma” por parte del ejecito solo obedece a la malquerencia de los mamertos contra su jefe político y esos pobres generales, coroneles y demás héroes, estos si sacrificados en aras de defender la patria.
El problema no queda ahí, trasciende y permea grandes capas sociales que en pugnacidad directa entran a aplaudir, a difundir el relato convirtiéndolo en tendencia en las redes sociales y medios digitales. Se busca borrar la memoria histórica de Colombia, por ello convierten en tendencias noticias negacionistas con el propósito propagandístico de sanear responsabilidades y absolver culpables, en la búsqueda de perpetuarse en el poder.
La cultura digital impuesta convierte en héroes a personajes de poca envergadura y anémica moral, al que las costuras de la corrupción se les sale por la relojera y el repurgo (por usar dos términos de antaño), los convierten en tendencia y las redes se vuelven campos de batalla donde la confrontación baladí de bizantina argumentación se convierte en el sustento que embrutece a la masa ávida de camorra. Por el otro lado toma a personajes de robusta formación moral, artística o intelectual y lo convierte en villano, solo por el simple hecho de pensar diferente.
Los medios tradicionales de comunicación banalizan la noticia y actos como la publicación de la vida financiera de Petro, la toman para escudriñar babosadas, como que Petro compró una camisa en un almacén de marca o que gastó de su plata doscientos mil pesos en un bar, pero lo esencial no lo analizan y proponen, por ejemplo, la pulcritud del gesto de “quien no la debe no la teme” de Petro. Deberían proponer que Uribe y los demás expresidentes mostraran sus declaraciones de renta para que el pueblo supiera el origen de sus inmensas fortunas.
Al paso que vamos, las redes al convertirse en “tribunales digitales” donde ofician los políticos del momento, conducirán a Colombia en un país sin memoria, sin historia y ninguna visión del pasado, con esto privaremos a las nuevas generaciones de conocer las raíces, motivaciones, causas y efectos de los males que aún aquejan al país y no podrán, por las mismas razones, valorar los aciertos que hicieron posible algunos logros (que si los hay).
Esta tendencia de cancelar al opositor con una frase, fuera de contexto, de un meme o una imagen, dirige la opinión publica a convertirse en el comité de aplausos o de censura a ultranza de expresidentes, FARC, políticos, mafiosos, ejercito, paramilitares, negando a Colombia de la posibilidad de obtener, por fin, la verdad, justicia y reparación que tanto necesita y reclama nuestra enferma sociedad. Pareciera que fuerzas políticas trataran de darle, a la historia un proceso “higienización” moral para lavarle la cara tinta en sangre y corrupción a lo más nefasto de la política, buscando la perpetuidad en el manejo del gobierno.
Las redes sociales, si son utilizadas en un debate crítico, razonado con argumentos ponderados, ajustados a la verdad, puede contribuir a fomentar la paz, pero si el debate es emotivo, lleno de furia, de prejuicios, por el contrario, será la mecha que mantendrá encendida la hornilla donde cuece la violencia, la maledicencia y la enemistad que lo único que propicia es la permanencia en el poder de las corruptas camarillas y mafias que desde hace décadas nos han gobernado.
Diógenes Armando Pino Ávila
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
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