Opinión
Editorial: ¿Valledupar puede ser una capital innovadora?
La ciudad de Medellín resultó ganadora la semana pasada de un concurso organizado por el Walt Street Journal y CitiGroup en el que se premiaba la administración de sus dirigentes y su capacidad de establecer procesos de desarrollo sostenibles.
En esta competición, Medellín se enfrentaba a dos grandes urbes: Nueva York, reconocida especialmente por su atractivo comercial y cultural, y Tel-Aviv por ser una ciudad de gran crecimiento en los últimos años.
La noticia de esta victoria ilusionó a gran parte del país ya que supone un mensaje positivo para el exterior en materia de planificación (al mismo tiempo que la imagen de Medellín se ve, de repente, impulsada a nivel internacional por un periódico de gran credibilidad).
Pero, ¿cuáles son los argumentos que han incitado el jurado extranjero a decantarse por la ciudad colombiana y cuáles podrían servir para que Valledupar se convierta en una capital innovadora en un futuro?
Entre los criterios tenidos en cuenta están la política innovadora, sus buenas finanzas, su política empresarial, la continuidad en su forma de gobierno y el comportamiento cívico de su gente. Cinco puntos clave para que una ciudad pueda crecer de manera estable durante un plazo razonable de diez o 15 años.
Dentro de la política innovadora, el desempeño de la Empresa de Servicios Públicos de Medellín (EPM) –que fue reconocida por su transparencia en el manejo de los recursos públicos y su inversión– tuvo una especial influencia. Pero también intervinieron el transporte público y la acomodación de parques o zonas de recreo.
En términos financieros, la deuda pública de Medellín ha llamado la atención de quienes insisten en la necesidad de invertir a largo plazo en proyectos de máxima necesidad para la población. En ese aspecto, Medellín se destaca por su énfasis en la movilidad y el proyecto del Tranvía de Ayacucho (financiado por la alcaldía y gerenciado por el Metro).
También se resaltó la capacidad de la ciudad de Medellín de atraer empresas y ofrecerles condiciones atractivas para implantarse a largo plazo, las políticas cívicas y el compromiso de los ciudadanos en preservar su ciudad, y finalmente, una continuidad en la política local que ha permitido que, desde 2004, se mantenga el énfasis en ciertos puntos como el Desarrollo Humano integral, la seguridad o la educación.
A la pregunta de si todos estos avances y políticas podrían realizarse en Valledupar, la respuesta es bien evidentemente positiva. No hay nada que impida a los dirigentes de la capital del Cesar de establecer un plan a 10 o 15 años para dotarse de una infraestructura o incentivar el civismo, salvo su propia voluntad.
Como fue mencionado por el señor Arturo Quintero en el proyecto de hermanamiento Valledupar-Montpellier, un desarrollo sostenible e innovador pasa por crear un plan y aprender de las buenas prácticas de ciudades como Medellín o Montpellier (en Francia) donde el crecimiento va de la mano con el bienestar general y la creación de empleo.
Sería demasiado iluso de nuestra parte pensar que Valledupar pueda transformarse en la ciudad más innovadora en los próximos 5 años (debido a las dificultades en el suministro de agua o la falta de viviendas en las periferias), pero sí podría ser un ejemplo de determinación y consolidación en la costa Caribe.
Como dice el refrán: “No por mucho madrugar amanece más temprano”. Cuando se trata del desarrollo de una ciudad como Valledupar, no hay que andar con afanes ni caprichos. Es preferible planificar y hacer las cosas paso a paso, porque así los frutos se hacen más grandes.
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