Opinión

El Papa negro

Armando Arzuaga Murgas

19/03/2013 - 11:35

 

La gaviota esperaba ansiosa el anuncio del nuevo papaDiríase que falló todo pronóstico. Nadie esperó, y mucho menos vaticinó, la gratísima sorpresa que nos dio el Cónclave. De hecho, poco antes de salir humo blanco de la Capilla Sixtina, CNN en español había transmitido un reportaje donde se mostraba el perfil de los cardenales americanos con mayores opciones de ser elegidos. En el caso argentino se resaltó más la figura del cardenal Leonardo Sandri, y se desestimó la posibilidad de una eventual elección del cardenal Bergoglio, aduciendo el reportero -José Manuel Rodríguez- que dos aspectos jugaban en contra del arzobispo de Buenos Aires: primero, los comentarios de prensa según los cuales había sido segundo en las votaciones que eligieron a Benedicto XVI, y luego, los quebrantos de salud debidos a la ausencia de uno de sus pulmones.

Lo que sí comentaron ampliamente los medios fueron las profecías de Nostradamus y san Malaquías -sobre todo las de éste último- relacionadas con los últimos papas antes del fin de los tiempos. Como es sabido, los vaticinadores señalan el cumplimiento de profecías y augurios de todo tipo en cada suceso de impacto mundial. Naturalmente, la elección de un nuevo papa es un bocatto di cardinale para escatologistas y videntes de diversa índole. Mucho se dijo acerca de las supuestas centurias que profetizaban el advenimiento de un papa negro durante cuyo pontificado sobrevendría el fin del mundo, pero como suele ocurrir con cierta clase de charlatanes, les faltó tino para dilucidar los alcances de tales profecías. En mi opinión, que es poco menos la de un neófito en estos asuntos, las profecías se cumplieron a cabalidad; ambas. Sólo que, como no sobrevino el fin del mundo, la cosa pasó desapercibida.

Vamos por partes, o mejor, analicemos en primer lugar la profecía referida al color. Según los entendidos en la materia, Nostradamus profetizó la elección de un papa negro. El tiempo del cumplimiento de la profecía se correspondía supuestamente con una época -anunciada por san Malaquías- posterior al pontificado del papa número 111[1], que se entiende es Benedicto XVI, el Papa de “la gloria del olivo”. El tema levantó ampolla entre grupos de defensa de derechos humanos y comunidades afrodescendientes que se sintieron tocadas en su sensibilidad. ¿Acaso un cardenal de color no puede ser elegido papa? Y en caso de ser elegido, ¿por qué darle una connotación negativa a su pontificado a partir del color de la piel?

Hubo quienes quisieron zanjar la polémica afirmando que el color negro no aludía a la piel del eventual papa sino a las intenciones de su corazón. Pero el sólo hecho de identificar la perversión y la maldad con la oscuridad y la negritud puede implicar una connotación racista. No obstante lo anterior, sí hubo Papa negro. Y para sustentar esta afirmación cabe ensanchar el espectro probable de interpretación de dicha profecía.

En este sentido se debe considerar que el color negro pudiera significar otra cosa distinta de la piel. Aquí cabe ambientar con un poco de historia: La Compañía de Jesús, fundada en 1540 por san Ignacio de Loyola, tiene por cabeza visible al llamado Superior General. Por la época en que los así llamados jesuítas constituían la vanguardia de la Contrarreforma, los sacerdotes de la Compañía vestían rigurosamente sotana negra. Con el tiempo, al General de los jesuítas se le dio el apelativo, un tanto peyorativo de “papa negro”, entre otras cosas porque los jesuítas llegaron a ser una fuerza decisiva en la vida de la Iglesia por su espíritu fundacional ligado a la academia, las misiones y la atención a los pobres, rivalizando con otras congregaciones religiosas. Además, por el hecho destacado de que la Compañía de Jesús es la única orden religiosa que aparte de los clásicos votos de pobreza, castidad y obediencia, tiene un voto adicional de obediencia al Papa.

Pues bien, el papa Francisco es jesuíta, fue provincial de la Compañía en Argentina y ahora, como Papa que es, reivindica para sí la obediencia a la que están obligados sus hermanos sacerdotes jesuítas. Como quien dice, parece que a ningún profetastro se le ocurrió decir que el color negro podía indicar también la ascendencia religiosa del nuevo Papa y su contexto social e histórico. Precisamente como una concesión del Cielo, en tanto que “Abyssus abyssum invocat” (Sal. 42, 8). El abismo, la infinitud, atrae con infinita fuerza aquello con lo cual se identifica; así pues, en la infinita bondad de Dios cupo enaltecer con la dignidad del papado a aquellos cuya abismal humildad hizo que sufrieran, por obediencia al Papa, incluso la disolución de su orden, por mandato de Clemente XIV, en 1773.

La otra parte es menos compleja aunque igual de interesante. Se refiere a la elección del nuevo papa y las predicciones sobre el fin del mundo. Hace tanto venimos oyendo hablar de eso que nadie se percató de que el tal fin puede ser simplemente una metáfora para indicar, por ejemplo, la procedencia del Papa. En este caso, el propio Francisco, al saludar a la multitud que lo esperaba en la Plaza de San Pedro, aclaró la cuestión: “El deber del Cónclave es dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo al fin del mundo”, refiriéndose de este modo a la lejanía de su país de origen. He ahí todo el finis orbi que podíamos esperar.

Quiero terminar señalando algo que ya dije en mi anterior columna: importa realmente que el nuevo Papa pueda enfrentar y ponerle coto a la vieja guardia italiana aferrada a la Secretaría de Estado Vaticana, desde donde maneja a gusto las finanzas eclesiásticas e impone su ley entre los miembros de la Curia Romana. Tenemos Papa, sí, pero los católicos también queremos tener una Iglesia menos manchada y cada día más parecida a su fundador.

 

Armando Arzuaga Murgas



[1] De acuerdo con las profecías de san Malaquías (1094-1148), habría 112 papas después de su muerte. Cada papa es descrito a partir de un lema. El de Benedicto XVI es “La gloria del olivo”, y las interpretaciones indican que el lema alude a la rama de olivo presente en el escudo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el cardenal Ratzinger antes de ser elegido Papa. En general, hoy día las citadas profecías son tenidas por apócrifas.

Sobre el autor

Armando Arzuaga Murgas

Armando Arzuaga Murgas

Golpe de ariete

San Diego de las Flores (Cesar). Poeta, investigador, gestor y agente cultural. Profesional en Lingüística y Literatura por la Universidad de Cartagena. Formador en escritura creativa.  Premio Departamental de Cuento 2010. Miembro del Café Literario de San Diego. Coordinador del Centro Municipal de Memoria de San Diego-CEMSA. Integrante de la Fundación Amigos del Viejo Valle de Upar-AVIVA. Colaborador habitual de varios medios impresos y virtuales.

@arzuagamurgas3

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