Opinión
Editorial: Reflexiones sobre un tributo a Chávez en Valledupar
La muerte de Chávez lo ha cambiado todo. Es indudable. Ha roto unos equilibrios que se habían formado dentro de Venezuela pero también fuera.
No insistiremos en las cuestiones políticas, ni tampoco en la perspectiva geoestratégica –aunque, evidentemente, son fundamentales cuando se evoca el nombre de Chávez– pero trataremos más bien de resaltar el contexto social (ya que la política es el reflejo de un diálogo entre sectores sociales o de su ausencia).
En el caso de Valledupar, cabe destacar un hecho sorprendente que no ha pasado desapercibido. El homenaje al difunto presidente venezolano, Hugo Chávez, el miércoles 20 de marzo, en el centro de la ciudad, ha sido el motivo de encuentro para muchos trabajadores, sindicatos y seguidores del comandante en tierras colombianas.
Algo extraordinario para una región –y un país– acostumbrados al choque verbal incesante entre Uribe y Chávez, entre las amenazas de conflicto o los altibajos de unas relaciones demasiado temperamentales.
En la ciudad de Valledupar no se había expresado nunca antes públicamente unas ideas pro-chavistas y no son pocos los que se sorprendieron con el tributo a Chávez. Muchas personas presentes supieron del acto en la calle, y muchas otras no terminaban de creerlo.
La respuesta no fue quizás tan masiva como lo esperaban sus organizadores. Y esto puede deberse a la ausencia de Piedad Córdoba –quien anunció una posible visita–, pero el ruido generado entorno a la manifestación fue tal vez lo más importante de una noche que tardó en iniciar.
Frente al escenario centenares de personas. Y a un lado de la tarima: una pancarta de tres metros en la que se daba las gracias a Chávez. Entre los presentes, algunas personas no se limitaron y acudieron vestidas de rojo, al mejor estilo de la revolución bolivariana.
Y ése fue uno de los aspectos más destacables: una parte de la población se atrevió a exponer sus ideas políticas bajo el lema democrático. Un manifestante llegó incluso a comentar que un acto como éste no se hubiera pensado jamás dos o tres años antes.
Entonces, ¿Cómo debe interpretarse esta manifestación? La respuesta no puede ser otra: como un acto democrático. Cada sector poblacional es libre de expresar sus ideas mientras sea con respeto y tolerancia.
Chávez ya habiendo desaparecido, algunos sectores han considerado oportuno la necesidad de afirmar sus ideas y, ojalá, sea esto también un mensaje para los grupos armados: que dejen a un lado su lucha y se integren democráticamente al diálogo.
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