Opinión
Como la piel de un jaguar
El Caribe será una de las regiones más afectadas en Colombia por los impactos del cambio climático. Habrá veranos más rigurosos y períodos de lluvias intensas, y se teme el deshiele de los picos de la Sierra Nevada con la consecuente reducción de los caudales de los ríos que allí nacen.
Uno de los departamentos más vulnerables es el Cesar, algo que viene a agravar la ya deplorable situación de sus ecosistemas afectados por déficit hídrico, tala indiscriminada, desertificación, erosión y un modelo de producción agropecuaria poco amable con el entorno.
La situación puede llegar a ser menos sostenible de lo que es hoy. No hay tiempo que perder. Los empresarios rurales -grandes, medianos y pequeños-, harían bien en tomar medidas para adaptarse a los inevitables efectos del cambio climático. Una alternativa es la creación de zonas de reserva, no importa su tamaño, que sirvan para amortiguar la alteración climática. Ya existen fincas con áreas de bosque nativo pero de lo que se trata es de generalizar esta práctica e inscribirlas en la Unidad Administrativa de Parques Nacionales.
Contamos con la Red de reservas naturales de la sociedad civil del Cesar, una incipiente organización que busca afiliar el mayor número de finqueros para formalizar sus reservas o crear nuevas. La idea es reunir un área significativa de bosque seco tropical y conseguir el pago de incentivos por los servicios ambientales que ella presta: regulación del ciclo hídrico, protección de la biodiversidad, captura de gases de efecto invernadero y control de la erosión eólica, entre otros.
El gobierno departamental o la cooperación internacional podrían pagar estos servicios financiando la instalación de cercas eléctricas -con energía solar- para desarrollar programas de pastoreo racional intensivo según el método Voisin, que recupera la vegetación nativa, la fertilidad del suelo, aumenta la capacidad de carga por hectárea, genera empleo y es mucho más económico y ecológico que el modelo silvopastoril que promociona Fedegan.
La recién creada y todavía acéfala Secretaría de Ambiente y Corpocesar cuentan con el 1% del total de los ingresos corrientes del Departamento y la tasa ambiental al impuesto predial municipal -artículos 111 y 44 de la Ley 99 de 1993-, para proteger las fuentes de agua, restaurar el ambiente y los recursos naturales renovables y, con ello, crear infraestructura verde para la adaptación al cambio climático, impulsar el ecoturismo y crear empleos verdes.
Cuando tengamos 10 mil ha., en reservas, y se tome una foto satelital, la superficie del Cesar lucirá como la piel de un jaguar, solo que con manchas verdes conectadas por los finos hilos de los corredores ecológicos que también contempla este programa.
Rodolfo Quintero Romero
@rodoquinteromer
Sobre el autor
Rodolfo Quintero Romero
Causa común
Rodolfo Quintero Romero. Agrónomo. Máster en Economía, especialista en Derecho del Medio Ambiente y Profesor Universitario. Su columna nos invita a conectar con la actualidad cesarense y entender los retos a enfrentar para lograr un crecimiento sostenible y duradero en el departamento.
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