Opinión

Editorial: El genio musical de un juglar

Redacción

16/12/2013 - 14:50

 

Ivo Díaz, Juan Cataño Bracho y Mary Daza en la Palabra EncantadaEste año 2013, el folclor vallenato perdió uno de sus más dignos y distinguidos representantes. Leandro Díaz fue un poeta y compositor fuera de lo común, un hombre que supo superar los límites del cuerpo y acapararse del entorno, hacerlo suyo, con cada una de sus composiciones.

El último conversatorio organizado por la Casa de la Cultura de Valledupar “La palabra encantada”, nos ofreció un espacio para recordarlo y puso de relieve las increíbles facultades que desarrolló desde su más tierna infancia.

Su hijo Ivo Díaz describió los primeros 19 años de Leandro y cómo desarrolló naturalmente unos sentidos agudos, una sensibilidad y una memoria enorme que le permitieron más adelante vivir como quería, es decir como un juglar.

Desde niño, Leandro hizo el ejercicio de escuchar la naturaleza y atribuir una palabra a cada cosa, se esforzó en guiarse usando otros sentidos que la vista, y al mismo tiempo atesoraba toda la información y todas sus experiencias sensoriales en su prodigiosa memoria.

La oscuridad en la que creció Leandro lo obligó a ir mucho más allá de los ruidos, de los olores y las vibraciones, de tal modo que acertaba a decir cuándo iba a caer un aguacero o quién había entrado a su casa.

Esa capacidad fue potenciada por su cercanía con la naturaleza y el respeto que tenía por ella. En medio de la naturaleza, Leandro supo agudizar sus sentidos y descubrir todos esos ruidos que esconden el silencio.

Todo eso nos lleva a reflexionar sobre los métodos que se emplean hoy para formar a un músico. Es cierto que la técnica y el solfeo son imprescindibles para ser un buen intérprete, y sin embargo, para crear y sentir la música hace falta mucho más.

Entonces: ¿Por qué no pensar en lo que ha vivido Leandro Dïaz para desarrollar nuevas técnicas de enseñanza y para formar músicos integrales?

Quizás las Escuelas de Música Vallenata podrían inspirarse en la experiencia de este gran juglar para que los joven alumnos sepan reconocer el ruido del viento en el follaje, que puedan diferenciar el olor de una hoja de cañaguate y la hoja de un mango, que sepan cómo es el canto de la guacharaca, y que encuentren en la naturaleza una forma de desarrollar todos sus sentidos.

La naturaleza genera un amor por lo más sencillo y, sobre todo, profundiza la mirada de quien crece con ella. Elementos esenciales para que la poesía nazca y se haga canción.

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Un país sin palabra, valores y principios, eso somos

Un país sin palabra, valores y principios, eso somos

Nací en un pueblo hermoso, tranquilo, detenido en el tiempo, a orillas del Magdalena. Nací allí, donde Dios puso un manatí para que...

Los derechos fundamentales en Colombia

Los derechos fundamentales en Colombia

El 4 de Julio de 1991, cuando el presidente Cesar Gaviria Trujillo firmó la promulgación de la nueva constitución política de Colom...

¿Qué pesa más: un kilogramo de algodón o un kilogramo de hierro?

¿Qué pesa más: un kilogramo de algodón o un kilogramo de hierro?

En la infancia de muchos -me incluyo-, ésta era una de las espinosas preguntas que salían a relucir en las tertulias de amigos para f...

Que no sepan quién es usted

Que no sepan quién es usted

  En Colombia se hace cada día mas complicado saber con quiénes estamos interactuando sea personalmente o de forma virtual. Se to...

“La tumba techo”, nuevo éxito del General Naranjo

“La tumba techo”, nuevo éxito del General Naranjo

  Este final de junio ha sido fantástico, no encuentro otra palabra para definirlo. El problema de la inseguridad es nacional de m...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados