Opinión
Petro y Torquemada
El procurador Ordóñez, acostumbrado a hacer su santa gana y a imponer sus criterios y sanciones con la saña del que no tiene quién lo vigile, y por tanto, sin tener escrúpulos ni temores, venía destituyendo e inhabilitando a cuanto contrario se le atravesara en su camino.
Al mejor estilo de épocas inquisitoriales, a todo el que opinaba o pensara en contrario a su opinión calificaba como víctima del poder omnímodo de este Torquemada, que por un error de satán vive en el siglo XXI pero que su mentalidad data del siglo XV.
Cree el señor Procurador, que la bula «Exigit sincerae devotionis affectus», que promulgó el Papa Sixto IV el 1 de noviembre de 1478 para descubrir y acabar los falsos conversos de Castilla, sigue vigente aquí en Colombia. En ese sueño inquisitorial vive a la caza de los progresistas y personas de pensamiento liberal, para llevarlos al suplicio de la destitución e inhabilidad, malhayando no tener potros de tormentos ni hogueras purificadoras para que ardan los impuros.
En ese afán de purificación y en la creencia sectaria de ser el dueño de la verdad, ha sacrificado honra, vida, carreras profesionales y políticas de muchos ciudadanos prestantes. En honor a la verdad, hay que decir, también que ha sancionado a uno que otro bandido enquistado en la política. Lo curioso del caso es que en su soberano poder ha absuelto de toda culpa a los parapolíticos del partido de sus afectos, estos últimos ya condenados por la Corte Suprema de Justicia u otros tribunales del país.
Esta historia de condenas, destituciones e inhabilidades era cosa corriente y el país, como siempre reaccionaba con parsimonia, con cautela, con miedo se puede decir. El afectado manifestaba su inconformidad, uno que otro medio de información registraba el hecho y al rato se olvidaba y pasaba a cosa juzgada.
Con Petro la cosa es diferente. ¿Por qué? Sencillo, Petro se ha caracterizado por la denuncia contra la corrupción política y administrativa, contra el paramilitarismo, contra el narcotráfico, contra la desigualdad social, contra los delitos de lesa humanidad y contra todos los males que aquejan a nuestra patria. En un país acobardado como el nuestro, Petro se ha erigido como el espíritu justiciero de un pueblo oprimido. Petro le ha dado voz a los sin voz. Petro en forma valiente ha desafiado el poder mafioso de las clases dirigentes y empresariales para denunciar las injusticias. Petro llegó al senado de la república, santuario de la corrupción, y desde adentro fustigó a los corruptos haciendo debates políticos que con el tiempo serán referencia histórica.
Petro llegó a la alcaldía de la capital del país y valientemente comenzó la denuncia y el desmonte de la alianza criminal que desangraba las arcas de Bogotá: el carrusel de los Nule, como también el manejo del aseo de la ciudad, y claro, ahí fue Troya, quitarle el plato de la bazofia, en que saciaban el hartazgo algunos empresarios de la basura, rebotó la paciencia de los poderosos y de las mafias de cuello blanco de la capital y se le vino el mundo encima: los medios masivos de comunicación, la Personería de Bogotá, la Defensoría del Pueblo, el ministro de vivienda, ciudad y territorio, la Contraloría, el Consejo de Bogotá, todas las ias, etc. Y en gavilla le cayeron encima para despedazar a un hombre que abandonó las armas y abrazó la vía pacífica de la política, convencido de que es el camino para llegar al poder.
Esta semana dieron la que puede ser la estocada final, en contra de quien bajó las tarifas del metro, de quien concedió la gratuidad del mínimo vital de agua a los desposeídos de Bogotá, de quien protegió los recursos del Estado, del que ha tenido el valor de cantarle la tabla a Uribe y a los poderosos. Torquemada es el autor material del hecho, todo el país lo sabe, y todos murmuramos a voces sobre los autores intelectuales, pero estos no contaban con que el pueblo iba a respaldar a su líder, no sospecharon jamás, que el carácter indoblegable de Petro le daría la fuerza para mantener el vínculo nutricio con los desprotegidos, con los artistas, con los de izquierda, con los progresistas, con los indígenas, con los sin partidos, con los intelectuales, con los que pensamos diferente.
A todas luces, se puede decir que el tiro les ha salido por la culata, pues el pueblo abarrota la Plaza de Bolívar y arenga a su líder y lanza consignas en contra de la clase dirigente corrupta y en contra del procurador. Hay voces autorizadas como la del Fiscal doctor Luis Eduardo Montealegre, La de Vivian morales (ex fiscal), la de constitucionalistas como el abogado Gustavo Zafra, como el Dr. José Gregorio Hernández (Ex Magistrado de la Corte Constitucional) que se pronuncian calificando de inconstitucional y desproporcionado el acto emitido por Torquemada.
A esta corriente de opinión sigue sumándose sectores paperos, indígenas, sindicatos, pueblo, comunidades enteras, y como en el texto de Zalamea: Crece, crece la audiencia.
Diógenes Armando Pino Ávila
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
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