Opinión
Editorial: Motivos de la desaparición del carnaval de Valledupar
Llegó a ser una de las fiestas más hermosas de Valledupar y de la costa Caribe. Algunas voces alegan incluso que los pre-carnavales de Valledupar eran más alegres y amenos que los de Barranquilla, y, sin embargo, hoy poco queda de todo esto.
Desde el año 2012, la fiesta de más larga tradición en la capital del Cesar ha caído en un abandono absoluto, enterrada en los recuerdos, en medio de sentimientos confusos que oscilan entre la complacencia y la nostalgia.
A pesar de que algunas figuras destacadas del Carnaval –como la reina del año 1972, Doña Palmina Daza– recuerden continuamente los mejores momentos de esta gran fiesta popular, la sensación de pérdida es innegable, y por esa razón es necesario entender cuáles son los factores que han facilitado la desaparición de una fiesta que tanto alegraba a los vallenatos.
En una entrevista concedida este mes de febrero a PanoramaCultural.com.co, el director de la Casa de la Cultura, Alberto Muñoz Peñaloza, describía este proceso como el fruto de una interculturalidad o aculturación descontrolada que causó una deriva en las manifestaciones callejeras.
Recordemos que, a principios del año 2012, el carnaval de Valledupar tuvo que ser cancelado debido a disturbios y celebraciones extra-oficiales que iban en contra del espíritu respetuoso que existía antaño.
Sin embargo, centrarse únicamente en las manifestaciones descontroladas e incívicas del año 2012 para explicar la desaparición del carnaval puede ser un error. En realidad, los disturbios eran el síntoma final de un proceso más largo.
Preguntado sobre los motivos de la desaparición del Carnaval, el actual presidente de la Junta, Carlos Calderón, reconoce en primer lugar que la irrupción de bandas de jóvenes con hábitos incívicos fue determinante, pero también señala las divisiones internas y externas en cuanto al manejo y el impulso que había que dar a la fiesta. “El desprestigió impuesto por las autoridades al carnaval fue muy grande”, explica Carlos Calderón antes de resaltar la falta de apoyo de las administraciones locales y la total ausencia del Estado (véase el ministerio de cultura).
Además, el gestor cultural apuntó a un distanciamiento paulatino y sostenido del municipio que empezó bajo la administración del alcalde Elías Ochoa, y derivó en una mala gestión (y la contratación de agrupaciones demasiado costosas para el sostenimiento del evento).
Aunque Carlos Calderón reconoce estar muy escéptico con el futuro de la fiesta, admite que se puede inculcar valores a las nuevas generaciones e insiste en que ahí está el reto: hacer que la tradición renazca en un entorno donde la mitad de la gente no sabe cómo fue el carnaval de antaño.
Desde el punto de vista organizativo, no hay nada imposible. El Carnaval puede volver a ser la fiesta de todos los vallenatos, pero para ello es imprescindible trabajar de manera consensuada, con un equipo que tenga claro la dirección y buscando un apoyo público local y nacional sin reservas. Eso implica también entender que el Carnaval de Valledupar no es una competencia para el Festival Vallenato sino un complemento para la oferta cultural de la ciudad.
PanoramaCultural.com.co
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