Opinión

El 9 de marzo se acaba el carnaval

Diógenes Armando Pino Sanjur

26/02/2014 - 10:10

 

Después de más de cuatros meses de comparsas, desfiles, fandangos, guacherna, lectura de bando, coronación del rey momo, festival de orquestas, batalla de flores,  encuentro de letanías por fin se acerca el –lamentable para muchos y feliz para otros– entierro de Joselito.

Todos pensaran que me refiero a las fiestas culturales más importantes del Caribe colombiano, del patrimonio oral, cultural e inmaterial de la Humanidad, el carnaval de Barranquilla, pues no, queridos lectores.

En esta oportunidad me refiero a otro espectáculo que en la actualidad han convertido en pasatiempo, jolgorio y folclor, olvidándose de la relevancia e importancia que representa para los departamentos, regiones y el país, este trascendental proceso, como son las elecciones a cámara de representantes y senado de la república.

En estas elecciones elegimos a las personas que, en nombre del constituyente Primario “El Pueblo”, nos van a representar en el congreso de la republica, organismo de transcendental importancia en la vida estatal, gubernamental y política del país, pues, entre otras, son los encargados de reformar la constitución, hacer leyes, bien sea tramitándolas, interpretándolas, reformándolas o derogándolas, y ejercer el control político sobre el gobierno y la administración.

Pero, al transcurrir el tiempo, hemos evidenciado cómo las elecciones a estas grandes dignidades pierden la relevancia e importancia que ameritan y vemos que en vez de ideas, propuestas y soluciones a las necesidades que padece el país, los departamentos y municipios, encontramos que los candidatos a lo largo de sus campañas se esfuerzan para montar grandes comitivas, juergas, bailes que dormitan al elector y lo sumergen en un profundo letargo haciéndolo levitar en un mundo ajeno a su problemática, la de su contexto y su pueblo.

Por eso, cada día en nuestro departamento encontramos con preocupación que la gran mayoría de candidatos visitan nuestros pueblos e invitan a una gran francachela, pero no exponen propuestas que conlleven un mejoramiento de las condiciones de vida de sus habitantes. No dan solución a la grave problemática del agua, la salud, educación, seguridad e infraestructura que necesitan nuestras comunidades para alcanzar un mejor vivir, desarrollo y progreso sostenible.

Esta crisis política y de liderazgo no solo se evidencia en los candidatos o en la dirigencia, sino que está empotrada en los partidos políticos, en esos partidos en cuya responsabilidad reposa, poseer una ideología, principios, valores, proyectos y objetivos comunes pero en contrario sensu encontramos intrigas, envidias, rivalidades y lucha  por poder.

Es pan nuestro de cada día encontrar, por ejemplo, en el Partido Conservador –que según sus partidarios es La fuerza que decide– divisiones a nivel nacional entorno a mantenerse en la Unidad Nacional y seguir untados de mermelada o asumir un rol de oposición y llevar candidato presidencial y en el ámbito departamental con disputas internas.

En Cambio Radical, como su eslogan lo dice “Tomando partido, vemos a nivel nacional un interés por cautivar votos a través del programa de vivienda que lideró su jefe, German Vargas, y en el plano departamental palpamos la toma de partido o golpe de partido que realizará Eloy Quintero y Alfonso Mattos obligando al exilio político de Franco Ovalle y Tuto Uhia.

En el liberalismo que pregona ser un partido “Para que vivas mejor”, nos topamos con el oportunismo de muchos de sus líderes, los cuales están decididos a bailar al son que le toquen y convenga; de ahí que 2 de sus 4 candidatos a la cámara en el Cesar renunciaron para poder vivir mejor con las nuevas alianzas y mermelada prometida.

En el partido de gobierno la U, por ninguna parte avizoramos que se encuentren “Unidos, como debe ser ya que encontramos posturas encontradas y amores ambivalentes entre el presidente Santos y el expresidente Uribe, y en el departamento palpamos el descontento de alguno de los candidatos por los privilegios y apoyo a un candidato especifico.

Así mismo observamos en el movimiento Opción ciudadana que nada coincide con su eslogan “Grandes decisiones, grandes cambios”, toda vez que siguen en el ámbito nacional con su decisión de incluir en su lista al senado a personajes de dudosa honorabilidad y en el ámbito del Cesar no encontramos ningún cambio ya que es una lista que sigue como hace 4 años haciéndole el favor a un mismo candidato.

Y el Cendro Democrático, el partido del expresidente Uribe, el cual pregona Mano firme y corazón grande, podemos constatar que existe la firmeza para imponer su férrea voluntad como ocurrió en la convención, donde sin importar las objeciones, impuso su candidato presidencial y un corazón grande para esperar confiados que los electores apoyen sus listas sin conocer los demás candidatos sino por el solo hecho de ser el partido de Uribe.

Menos mal que este 9 marzo se termina esta pantomima, este circo, y que al final es el Constituyente Primario quien tiene la última decisión de elegir verdaderos líderes, representantes que con ideas o propuestas merezcan llamarse Padres de la Patria, para que gestionen desarrollo y progreso para nuestros pueblos, o títeres, payasos o incompetentes que permitan que los intereses de nuestros municipios, departamentos y regiones sean irrespetados y pisoteados en el Congreso.

 

Diógenes Armando Pino Sanjur “May”

@mafranpisa

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Sanjur

Diógenes Armando Pino Sanjur

Tamalamequeando

Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.

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