Opinión

La teoría fitoantrópica en la mujer

José Atuesta Mindiola

11/03/2014 - 07:30

 

Desde la visión de docente de biología y cultor de la poesía, he fundamentado la teoría fitoantrópica para explicar la relación hombre-árbol.

La palabra fitoantrópica proviene de dos vocablos: fito que significa vegetal o  planta, y antropo, hombre.  Esta teoría es una propuesta recreativa para motivar la cultura ambientalista de conocer y defender los árboles, que son como las mujeres: sensibles, amorosos y fieles en su misión de embellecer el paisaje; pero además, purifican el aire, mitigan el ruido y con ayuda de la luz solar fabrican sus  alimentos.

Desde esta teoría, hay un árbol que peregrina en nuestros sueños porque nos cautivó en algunos instantes de la infancia y perdura en el recuerdo. Invito a los electores a identificar ese árbol que simbólicamente llevamos por dentro, vamos a buscarlo para que nuestra sensibilidad y defensa por la vida  sean más evidentes.

En homenaje al Día de la Mujer, hagamos el ejercicio de identificar el árbol que habita en el territorio fértil de algunas mujeres. Una mujer de fortaleza y liderazgo, como Úrsula Iguarán, la matriarca de Macondo, que describe en ‘Cien años de Soledad’ del premio Nobel Gabriel García Márquez, el  árbol de su interior debe ser el laurel; un vegetal fuerte y resistente, muy difícil de vencer, como bien lo dijo en uno de sus cantos el juglar vallenato Máximo Móvil.

Hay mujeres persistentes, luchadoras y de espíritu radiante, como Consuelo Araujo Noguera, que se identifican con la trinitaria, una planta resistente a los embates del tiempo y vive siempre florecida para trasmitir optimismo.

Una mujer bondadosa, serena en sus acciones y tierna en sus modales, como mi abuela Sara Corzo Maestre, debe llevar por dentro la planta de azucena; porque sus flores blancas exhalan delicadeza, ensoñación y serenidad.

Pero una mujer como Delia Zapata, que haya nacido y crecido cerca del mar, donde el rumor de tambores se siente excitando el entorno de la playa; no hay duda, que su árbol es la palmera, y ella disfruta bailando la armonía caribe de la música.

Las mujeres nacidas en Urumita, edén vegetal de la Guajira, donde el verde de los patios y las calles son una metáfora de la festiva primavera, su planta interior es la calaguala, una variedad ornamental de los helechos.

El croto o crotón es el arbusto de muchas jóvenes mujeres, porque sus hojas emanan los colores tropicales de la juventud y de la fiesta. De las mujeres que viven sonrientes y adoran sus labios con el tenue color morado, su árbol es el roble, sus flores parecen espejos de arreboles regalándole sonrisas al viento.

La mujer que vive llena de oración y asiste ferviente al templo de Dios, se identifica con  el cedro; árbol sagrado y bajo su sombra el Divino Jesús, muchas veces de rodilla invocaba a su Santísimo Padre.

 

José Atuesta Mindiola


Sobre el autor

José Atuesta Mindiola

José Atuesta Mindiola

El tinajero

José Atuesta Mindiola (Mariangola, Cesar). Poeta y profesor de biología. Ganó en el año 2003 el Premio Nacional Casa de Poesía Silva y es autor de libros como “Dulce arena del musengue” (1991), “Estación de los cuerpos” (1996), “Décimas Vallenatas” (2006), “La décima es como el río” (2008) y “Sonetos Vallenatos” (2011).

Su columna “El Tinajero” aborda los capítulos más variados de la actualidad y la cultura del Cesar.

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