Opinión
Editorial: Valledupar, ¿cómo vamos y adónde vamos?
Valledupar crece a gran velocidad, pero no todos los crecimientos son buenos, equitativos y sostenibles. Muchos de ellos conllevan tropiezos y daños colaterales difíciles de valorar y corregir. Por eso, las encuestas ayudan a evaluar el clima social y el impacto de ciertas políticas.
La pasada semana, el programa ciudadano “Valledupar cómo vamos” reveló públicamente los resultados de su encuesta de percepción para el año 2013 y presentó unas tendencias alentadoras.
De los 1000 entrevistados, el 75% se mostró muy orgulloso de Valledupar (igual que en el 2012), el 77% dijo estar satisfecho con la educación (una subida de 4 puntos con el año anterior), el 34% se sentía seguro (7 puntos más que el año anterior) y el 27% se consideraba satisfecho con el medio de transporte que utiliza principalmente (15 puntos más que en 2012).
Los puntos que registran las peores evoluciones son: la gestión del alcalde (el 35% consideró que su gestión era mala, 8 puntos menos que en 2012) y el derecho a la salud (el 58% de los encuestados considera que en Valledupar no se le está garantizando el derecho a la salud, 9 puntos más que el año anterior).
En materia de análisis, estos datos permiten reconstruir un clima de percepción ciudadana, pero poco más. La encuesta de Valledupar no recoge suficientes datos para determinar los problemas de raíz.
Por ejemplo, en el caso de la mala gestión del alcalde no sabemos si ésta se debe a la falta de comunicación sobre algunos puntos importantes, o si mantiene un enfoque equivocado en algunos asuntos, o ambos. Lo mismo con la salud (problema de máxima importancia): falta conocer por qué los entrevistados sienten que no se les garantiza el derecho a la salud. ¿Por falta de dinero? ¿Por la insensibilidad o tardanza de la seguridad social y EPSs? ¿O simplemente por la inadecuación de las clínicas y hospitales?
Ya que se realiza un gran esfuerzo anualmente y que se movilizan grandes recursos para establecer el ambiente social en el que vivimos, aprovechemos para formular las preguntas que ayuden a los políticos a tomar decisiones y a entender hacia dónde va la opinión pública.
En el caso de la Cultura, no todo se limita a evaluar la satisfacción o insatisfacción generada por la oferta cultural, sino también preguntar: 1) qué tipo de oferta desean ver, 2) en qué fechas y lugares; 2) su percepción sobre el gasto de los recursos y la apertura de nuevas convocatorias para artistas.
Adoptando este enfoque podremos acompañar a los dirigentes, proponer metas y evitar que el voto en blanco se alce de manera amenazante.
PanoramaCultural.com.co
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